El miércoles 26 de septiembre estaba
convocada una huelga general en contra de los ataques al Estado de
bienestar. Puedo no compartir muchos aspectos de la acción sindical pero
no tengo ninguna duda a la hora de participar en las diferentes
movilizaciones que se llevan a cabo.
Desde primera hora de la mañana vi algunos piquetes y, aunque
hubo ciertas actuaciones que no comparto, lo cierto es que se llegó al
comienzo de la manifestación sin más contratiempos que los normales en
una jornada como ésta. Durante el recorrido de la manifestación, fuimos
sorprendiéndonos de la cantidad de gente que se iba incorporando poco a
poco. Sorprendidos porque para ser unas cuantas manifestaciones las que
se llevan realizando este año, el ánimo no decae y está claro que la
indignación de la población cada día va en aumento. Hubo momentos de
cierta tensión y nervios como, por ejemplo pasando por El Corte Inglés,
se tiraron varios petardos junto a la Policía Nacional y también se
escucharon insultos y llamamientos a estos agentes a
incorporarse a la manifestación. Llegamos a Sarasate y más o menos por
el centro del paseo nos dispusimos a oír el acto final por parte de los
diferentes miembros de los sindicatos convocantes. Tenía que marcharme
antes de terminar el acto pero, al pasar por la calle San Nicolás, me
encontré con un follón de pedradas y pelotas de goma que me alarmaron
muchísimo y observé que era la Policía Foral la que estaba en medio de
esa trifulca. Ante el temor de lo que imaginaba podía suceder me dirigí
hacia el Parlamento y ahí fue donde los acontecimientos se precipitaron
con lanzamiento de botellas, piedras y ladrillos de una obra cercana. Lo
más sencillo para mí habría sido darme la vuelta y no meterme en
jaleos, pero la situación estaba tan tensa que me pareció conveniente
intentar mediar entre unos y otros. No se ve en el vídeo que se ha
publicado en distintos medios, pero con el primer grupo que intentamos
hablar para que desistieran de su actitud fue con el que estaba en
frente de la Policía Foral. Lo conseguimos en parte, y después fuimos a
hablar con los policías forales que estaban junto al Parlamento. Debo
decir que en ese momento comprobé que los policías estaban muy alterados
y que era muy difícil iniciar una conversación serena con ellos.
Soy una persona que, tanto a nivel personal como político, me
gusta pasar bastante desapercibido y lo que sucedió a continuación ni lo
busqué ni lo provoqué. Por el contrario, me encontré inmerso en unas
circunstancias de las que hubiese preferido no ser protagonista, pero
los hechos así se sucedieron y una vez iniciados ya no se podía echar
marcha atrás. En todo el tiempo que llevo de parlamentario, nunca he
mostrado la acreditación que tuve que hacer valer y la mostré porque
ciertamente era la única manera de conseguir hablar con quien estaba al
mando. Pregunté por el responsable y hasta conseguir hablar con él hubo
un rifirrafe con un policía que lo primero que hizo fue darme un
manotazo. En una actitud refleja por mi parte y por supuesto con una
mezcla de nerviosismo y miedo, me hizo recriminarle su actitud y pedirle
un poco de respeto que, por cierto, apenas obtuve. Con el responsable
de la Policía Foral que estaba al mando quedamos en ir hacia el
Parlamento para parar a los que ya de forma alocada nos estaban dando
por todos los lados y por suerte con otras personas que se fueron
acercando conseguimos tranquilizar el ambiente. Desgraciadamente quedaba
una buena parte de los manifestantes que se habían quedado cortados por
los incidentes en la parte alta de Navas de Tolosa. Estos comenzaron a
bajar y entonces se inició una nueva batalla en este caso con la Policía
Foral y la Policía Nacional.
Mi opinión es que la Policía Foral que estaba en la puerta del
Parlamento no debería haber caído en la provocación de una veintena de
violentos, teniendo en cuenta además que se encontraban en la mitad de
una manifestación que estaba cortada por los incidentes. Su actuación
provocó una enorme alarma en los miles de participantes, muchos de ellos
acompañados de niños, que se vieron en una estampida que pudo ocasionar
una verdadera tragedia y de poco vale decir quién empezó o quién
continuó. No me parece normal que posteriormente y tras una sabia
decisión de pedir a todos los manifestantes que se sentaran e hiciesen
frente pacíficamente a las pelotas de goma de la Policía Nacional (la
inmensa mayoría actuó de esa manera en todo momento), el mando de éstos
me dijera, con testigos, que en la provocación habían caído los "míos",
refiriéndose a la Policía Foral. También pudimos saber posteriormente
que la propia Policía Nacional insistía en decir que la situación se les
había ido de las manos. ¿Por qué actúa ahora así la Policía Foral? ¿Es
casualidad que en menos de un mes haya habido dos incidentes (también
ocurrió en la apertura de la UPNA), parecidos en las formas y no
habituales dentro del cuerpo? ¿O quizás no es casualidad y estas
acciones de la Policía Foral tienen como objetivo desviar la atención de
los verdaderos problemas que nos rodean?
Finalizo con esta reflexión en positivo sobre lo acontecido:
la mayoría de los asistentes a la manifestación actuaron con
responsabilidad, también en ese momento hubo responsables policiales que
pusieron de su parte para intentar apaciguar los ánimos, y por mi
parte, la única pretensión, como la de muchos más que estaban allí y que
vimos pasar botellas, piedras y pelotas por encima de nuestras cabezas,
fue la de mediar e intentar aportar lo posible para que la situación no
fuera a más. La verdad es que entre unos y otros, se consiguió
tranquilizar el ambiente.
Patxi Leuza, parlamentario de Nafarroa Bai, en Diario de Noticias
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