domingo, 21 de octubre de 2012

ESPERANZADOR CAMBIO DE CICLO EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA



Euskadi ha votado, aunque ha votado en menor número de lo que se podía prever. Sobre el papel, de forma parecida a la de las anteriores elecciones autonómicas, pero no olvidemos que entonces la izquierda abertzale no participó, por lo que hay ahora en realidad un déficit global de votos, cuyos efectos evidentemente no se reparten en la misma proporción entre todos los partidos.

Euskadi ha votado abertzale. Prácticamente dos tercios de la cámara, algo que como hemos visto en la tertulia mesetaria de esta noche en la Primera de TVE, va a costar a muchos asimilar. Pero bueno sería no sacar deducciones demasiado rotundas. Hay un impulso soberanista evidente, pero también ha influido la credibilidad de la capacidad que para gestionar la situación económica pueda tener un Urkullu que ha hecho de su cautela su mejor valor.

Bildu no había ocultado su intención de recuperar parte del electorado que en anteriores convocatorias autonómicas, y en particular en la última en la que la izquierda abertzale no pudo participar, se había rendido al tirón de Ibarretxe y a la llamada al voto útil ante el asalto constitucionalista. No cabe poner en duda que ese desplazamiento se ha producido de alguna manera, porque sin esa aportación no se entenderían los históricos resultados de hoy de la coalición. Sin embargo, el PNV desciende de forma muy moderada en votos respecto a 2009, con muy parecida participación. En Gipuzkoa incluso sube levemente. Y la pérdida de escaños (de 30 a 27) es reducida, más si tenemos en cuenta que por muy pocos votos se les ha escapado un escaño más por Álava. ¿Qué tipo de flujos se han producido para que los jeltzales hayan conseguido reequilibrar sus números de entonces a pesar de esa detracción, difícilmente cuantificable pero de indudable existencia?

Al PP se la ido más o menos el 10% de los votos de 2009. Quizás algo más si suponemos que entonces una pequeña parte de sus electores pudo tener la tentación de votar directamente a Patxi López. En cualquier caso la fuga de votos que hayan podido sufrir hoy los populares a favor del PNV ha quedado muy por debajo de lo que auguraban las encuestas sucesivas de la empresa que trabajaba para GARA. 

Unos cuantos miles de votos le han podido venir al PNV del PSE. ¿Explicaría esto que le haya podido sobrepasar en feudos tradicionales como Baracaldo o Eibar? Muy parcialmente, porque ese fenómeno de intercambio de votos según la naturaleza de la elección no es nuevo. Los números dicen que, en esta ocasión como casi siempre, la gran sangría del voto socialista está en la abstención.

Otro tránsito de voto para el PNV se habrá generado por el desgaste de la gestión institucional de Bildu, en algunos lugares en los que gobierna. Esto se ha producido en Gipuzkoa, exclusivamente, y de forma limitada. En Álava y Bizkaia la coalición mejora sus resultados respecto a las forales de hace año y medio.

En mi opinión, esa recuperación del PNV no se explica si no recurrimos a la incorporación de votos procedentes de formaciones menores, pero que en su conjunto suponen un montante considerable. El grueso del voto de EA en las autonómicas de  2009, y el que secundó a Hamaikabat e incluso una porción no desdeñable del que lo hizo a Aralar en las forales. De esa manera, la escenificación de la semana pasada en Donosti del reencuentro del nacionalismo institucional cobra pleno sentido.

La sedimentación del voto de Aralar es más compleja. Las encuestas ya detectaban que había mucho indeciso que dudaba entre PNV y Bildu, señal inequívoca de que hay mucha gente que no se ve demasiado convencida por ninguna de las dos formaciones. Sobre todo en Gipuzkoa sigue habiendo un espacio proclive a lo abertzale que queda huérfano con la oferta política existente.

El PSE aparece como el gran derrotado de la jornada. El revés numérico ya es considerable, fruto de una desafección que puede tener diversas explicaciones, como la crisis económica y sus consecuencias psicológicas en las clases populares, la desmoralización que sufre el conjunto del PSOE, y el recuerdo del pacto López-Basagoiti en 2009, operación que ahora se revela como un grave error estratégico para los socialistas, por más que les haya permitido ostentar durante estos años la lehendakaritza. Su aproximación durante la campaña a la estrategia del miedo lanzada por el PP tampoco les habrá ayudado nada. Pero los números no son lo peor, puesto que mantienen su suelo histórico y el grueso de la fuga es hacia la abstención. El fracaso más rotundo reside en la estrepitosa pérdida del rol que asumieron, en el derrumbamiento de una ficción con la que sorprendentemente habían conseguido obnubilar a las bases socialistas de otras federaciones. Dudoso porvenir tendrá el PSOE como se le ocurra recurrir a Patxi López como solución a su grave crisis de liderazgo.

El PP ha salvado los muebles, dentro de lo que cabe. Ha perdido pocos apoyos respecto al 2009, ha llegado a los dos dígitos en el número de escaños, se ha evidenciado nuevamente  que cuenta con  un voto fiel, al que afecta poco la abstención, y ha conseguido eludir la temida fuga de votos hacia UPyD. Acertaron finalmente al hacer coincidir las elecciones vascas con las gallegas para disipar la imagen de su ineludible situación de minoría en la cámara de Gasteiz.

El drama de Ezker Batua no ha podido sorprender a nadie. En un contexto de buenas expectativas generales para Izquierda Unida, la fragmentación del voto les ha llevado a un suicidio anunciado. Nadie recordará que Ezker Anitza, cuyo secretario general Mikel Arana ha dimitido esta misma noche en gesto que le honra, es la quinta fuerza política del país. De poco consuelo les servirá alegar el perjuicio causado por la arbitrariedad de la Junta Electoral y el sentido didáctico del rechazo a compartir candidaturas con los que protagonizaron el bochornoso esperpento de la Diputación de Álava. Desaparecen unos y otros de la escena parlamentaria y tendrán que pelear exclusivamente desde la calle.

Los cinco mil votos de UPyD en Álava les sirve para repetir en la cámara. Y guste o no guste, que seguramente salvo a ellos no gusta a nadie, con un papel que en ocasiones puede ser estelar, por ejemplo en las posibles discusiones sobre el modelo fiscal, teniendo en cuenta que PNV junto con PP y Bildu junto con el PSE, suman en ambos casos 37. Curiosa carambola –en la legislatura anterior también estuvo a punto de ser decisivo- la de de este partido antiforalista recentralizador, de tan poco arraigo por estos lares.

A la espera de las conversaciones que en breve comenzarán para abordar la gobernabilidad, ¿qué consecuencias se pueden esperar para la política navarra de este nuevo ciclo que se abre en la CAV? Hará falta tiempo para adivinarlo. En principio, los resultados de hoy podrían ser positivos a esos efectos. La experiencia nos dice que la radicalización y las urgencias de la reivindicación soberanista  resultan disfuncionales con las vías gradualistas de acercamiento social e institucional entre comunidades de distinta realidad política que muchos vemos como única alternativa viable de desbloqueo.

La cruz de la noche ha estado en Galicia. Algo especial tiene aquel Partido Popular, pieza angular de una óptima estructuración social de la derecha, y percibido además como un incuestionable elemento autóctono de la tierra. Por si fueran pocas las dificultades previas, el PSG ha puesto el resto con la implicación de destacados cargos públicos en casos de corrupción. El PP hará ahora valer su mayoría absoluta para modificar la ley electoral en beneficio del voto rural. Lo único positivo, la irrupción de Alternativa Galega de Esquerdas, fuerza galleguista, transversal e inequívocamente de izquierdas. Salud y larga vida a AGE.

Praxku, miembro de Zabaltzen y de Geroa Bai

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