Un 23 de julio de hace 75 años fueron asesinados en los bajos del Ayuntamiento de Buñuel el alcalde, Alfonso Marquina, y el secretario, Martín Domingo. Posteriormente, en aquel verano de 1936 fueron asesinados otros cincuenta vecinos pueblo. Un grupo de nietos de esos fusilados realizaron el sábado pasado un sencillo acto de homenaje a sus familiares que murieron defendiendo la República y la democracia, porque nunca ninguna institución les ha hecho reconocimiento alguno y, sobre todo, porque apenas van quedando ya huérfanos de aquellos fusilados. Una de las pocas que quedan es Alicia Marquina, hija del alcalde asesinado, que estuvo presente en el acto organizado por los familiares y el escritor local Pedro José Francés, autor del libro Buñuel, verano de 1936, de la esperanza al terror.
El homenaje a los seis miembros de la corporación municipal democráticamente elegida y al resto de los vecinos de Buñuel asesinados contó desde el primer momento con la oposición del Ayuntamiento de Buñuel, gobernado por UPN, que no sólo no cedió ningún local municipal, sino que ni siquiera prestó las sillas para celebrar el acto. Uno de los familiares que intervinieron agradeció al Ayuntamiento de Buñuel su "entrega, entusiasmo, dedicación y trabajo para impedir que se realizase el homenaje, ya que con su actitud consiguieron que asistieran los dubitativos y que los que lo tenían claro se reafirmaran en la importancia de acudir al acto". Los organizadores agradecieron a concejales de pueblos vecinos su apoyo y solidaridad, entre otras cosas prestando las sillas para que los cientos de asistentes pudieran estar cómodamente sentados. También agradecieron su asistencia a los vecinos de otras localidades y miembros de asociaciones y colectivos de izquierdas y defensores de la memoria histórica presentes, como las asociaciones Autobús de la Memoria, Laubide Kultur Taldea, Asociación de Vecinos Valentín Plaza y Unidad Popular Socialista Castejonera, entre otros. El acto contó con la interpretación del Himno de Riego por los gaiteros de Tudela, un grupo de jóvenes castejoneros tocó la txalaparta y una joven pamplonesa bailó un aurresku.
La intención de los organizadores del homenaje es cerrar heridas, lo que pasaría por un acto de justicia, de forma que, una vez pasados 75 años, se reconociese la inocencia de aquellas personas que perdieron la vida por vivir y defender la democracia. Por ello, consideran que hubiera sido "un bonito acto de reconciliación y humanidad" que el actual Ayuntamiento de Buñuel hubiese tomado las riendas de este homenaje, "teniendo un recuerdo para sus seis compañeros de aquel Ayuntamiento democrático de 1936, cumpliendo con esa palabra que tanto les gusta utilizar de que representan a todos los vecinos de Buñuel".
Diario de Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario