jueves, 14 de julio de 2011

BLAS INFANTE O LA DIGNIDAD DEL ANDALUCISMO

Un día de julio de 1885 fue cuando nació Blas Infante en Casares, provincia de Málaga. Se celebra pues este mes el 126 aniversario de su venida al mundo. Su vida viene a ser en buena parte la historia de un esfuerzo titánico por la forja de un ideal, un esfuerzo titánico por la recuperación de su Andalucía. Trazar su biografía viene a ser como bosquejar un pedazo de la historia de Andalucía en su empeño por recuperar dignidad y justicia histórica. Ciertamente, un hombre solo no decide el camino de la historia de la tierra que lo vio nacer y crecer, pero es cierto que también sí hay ocasiones en las que ciertas individualidades desempeñan un papel determinante en un momento histórico determinado.

Blas de Infante considera España como una realidad plural y diversa resuelta de una manera peculiar de unidad. Entiende esa unidad como la suma de caracteres distintivos de variedad y pluralidad que suman y conforman, unidad que si no se concretara de esa manera, entiende él, sería germen en el futuro de periódicas crisis políticas. Parte de una fe inquebrantable de Andalucía, conecta con los movimientos regionalistas españoles de finales del siglo XIX y principios del XX, enlaza con el andalucismo que, según Nieto Cumplido, se remonta a la Baja Edad Media y que tienen sus manifestaciones más decididas en las "alteraciones andaluzas" de mediados del siglo XVII y en la Junta Suprema de Andújar 1883. Blas de Infante no pretende inventar Andalucía, al contrario, recoge, actualiza, rejuvenece y potencia una vieja y guadianesca realidad.

El final del siglo XIX en el que transcurre su infancia es la época de la Restauración, época de las insurrecciones de 1883 y 1886, años realmente difíciles que tienen su colofón en 1898. Tiempos de crisis profundas del Estado, soplan vientos que lo cuestionan, azotan aires de problemáticas territoriales con los nacimientos de los nacionalismos periféricos en Galicia, Euskadi y Cataluña. Pésimas cosechas que proletarizan, aún más, el campesinado andaluz jalonan esta época, se suceden las revueltas y las sucesivas emigraciones. En definitiva, años en los que la depresión económica asola sin piedad Andalucía.

Blas Infante estudia en Granada Derecho y Filosofía y Letras, entra en contacto con destacados especialistas del pasado del Al-Andalus, contrasta el pasado esplendoroso de Andalucía y su presente dramático, desarrolla sus ansias de luchar por la redención de Andalucía, aumenta sus conocimientos sobre su historia, cultura y realidad, logra las oposiciones a notaría, ejerce en Sevilla, entra en contacto con su mundillo intelectual y convierte esa ciudad en base y eje neurálgico de su acción andalucista. Ciertamente, Andalucía llega a ser el auténtico hálito medular de su vida.

El Ideal Andaluz conoce su primera edición el año 1915, fecha clave para el andalucismo. Es el libro del andalucismo, donde se plasman los fundamentos teóricos del movimiento, sus metas y sus objetivos así como una reflexión sobre la trayectoria seguida hasta el momento. Blas Infante habla ya de la "sociedad de las regiones españolas", señala los defectos del centralismo, y lamenta el empobrecimiento de una Andalucía incapacitada y agonizante.

Blas de Infante se propone levantar Andalucía, se propone recuperarla, rehacerla y regenerarla basándose en estos cuatro principios: 1- Despertando sus potencias dormidas y estimulándola en la lucha creadora. 2- Fortaleciendo sus cualidades, defendiendo su personalidad y despertando su patriotismo y su dignidad. 3- Encendiendo los cerebros apagados de sus hombres y de sus mujeres mediante una acción pedagógica intensa y adecuada. 4- Fortaleciendo su vida económica, devolviendo la tierra a quien la trabaja y arrancándola al tiránico régimen de propiedad existente.

En 1916 se produce el despliegue del movimiento andalucista, y la formulación de sus bases ideológicas tanto en lo político como en lo ideológico. Es el año en el que se empieza a hablar de federalismo y en el que se crea el primer Centro Andaluz en Sevilla, origen de lo que fueron posteriormente apareciendo a lo largo y ancho de Andalucía. Es precisamente dicho centro quien publica un Manifiesto y un Programa Regionalista en el que se formulan las bases de una política andalucista. Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, en 1923, el Gobierno central finiquita toda actuación andalucista, los centros andaluces son cerrados y se prohíben la celebración de actos de carácter andalucista. En plena regresión política, Blas Infante se dedica a escribir, redacta sus Cartas Andalucistas como forma de mantener vivo el espíritu andalucista, son tiempos de reflexión y sombras, pero también de contactos discretos y organización

Es ya con la caía de la dictadura cuando el andalucismo, y los demás nacionalismos que están surgiendo en Euskadi, Cataluña y Galicia, renacen con fuerzas renovadas e intensa actividad, tiempos en los que Blas Infante participa de una manera muy directa al amparo de una República ilusionante recién nacida y que acepta la tramitación de los Estatutos de Autonomía respectivos. Y es precisamente a la consecución de un Estatuto de Autonomía para Andalucía a lo que dedica sus mayores y mejores esfuerzos. Así, los acontecimientos se precipitan y a los centros andaluces le sigue la Junta Liberalista, asesorada por el Consejo Político Andaluz y por el Consejo Afirmación de Andalucía del que forman parte los intelectuales dedicados al estudio de los antecedentes históricos de Andalucía, así como de sus problemas presentes. El resultado de estos trabajos se difunde en los Ateneos, Centros Andaluces y en su órgano de expresión, Andalucía Libre. Y así, la Junta Liberalista de Sevilla en mayo de 1931 solicita a la Diputación que convoque una asamblea de diputaciones andaluzas para crear una ponencia que elabore un Proyecto de Estatuto Andaluz. Dicha Asamblea se celebra en Sevilla el 6 de julio y se acepta la idea propuesta: la mayoría de los ayuntamientos consultados se pronuncia favorablemente para que se otorgue a Andalucía una autonomía económica y administrativa que le permita desenvolverse, libre del exceso del centralismo. En las elecciones de 1931 la candidatura andalucista expone los puntos esenciales: repudio del centralismo, defensa del federalismo y de los planteamientos autonómicos, rechazo del caciquismo y de los tinglados electorales, reforma económica y de la justicia, libertad de enseñanza, matrimonial y religiosa. Muchas de estas cuestiones se integran más tarde en el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Andalucía. El 2 de abril de 1936 la Junta Liberalista de Andalucía decide publicar con la máxima urgencia, y distribuir masivamente, el Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía, para el desarrollo de la campaña los andalucistas crea la llamada Acción Pro Estatuto Andaluz con la colaboración de sindicatos, partidos políticos y diversas entidades económicas y culturales.

El 15 de julio, a las puertas del alzamiento militar fascista, Blas Infante escribe: "El Estatuto andaluz será lo que quiera que se todos los andaluces, pues a todos ellos venimos a llamar para que, con la sencillez y aún el simplismo que deseen, lleguen a delinear la figura de un Gobierno propio" (La identidad de Andalucía. Domínguez Ortiz. Granada 1976).

Es detenido el 2 de agosto en su casa de Coria del Río, donde celebra con su familia el nacimiento de su segundo hijo, Pernocta primero en un cuartelillo de la Falange, luego a manos de la Policía y posteriormente en una prisión-cine improvisada. Ocho días más tarde, camino de Carmona, dedos anónimos aprietan el gatillo del crimen. Una descarga cerrada al borde de la cuneta ahoga el grito de ¡Viva Andalucía libre! antes de que Blas Infante cayera muerto en el linde de una huerta.

José Manuel Bujanda, en Noticias de Gipuzkoa

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