Vivimos tiempos de cambios, tiempos difíciles en los que los poderes económicos con la connivencia de gran parte de las instituciones y del poder político gubernamental, quieren hacer pagar al conjunto de la sociedad las consecuencias de un modelo económico y social obsoleto, un modelo económico y social fracasado, que ha demostrado su incapacidad de responder a las necesidades de la mayoría de la sociedad. Un modelo, el modelo capitalista, que se ha convertido en un problema en sí mismo y que nos está llevando a una situación grave en lo económico, en lo social y en lo medioambiental y que bajo el pretexto de «la crisis» está siendo aprovechado para impulsar una involución de derechos sin precedentes en décadas.
Las grandes infraestructuras son parte de este modelo. Sin grandes infraestructuras no hay «progreso» nos decían y nos siguen diciendo. Sin Tren de Alta Velocidad, sin líneas de Alta Tensión, sin pantanos, sin centrales térmicas, sin centrales nucleares, sin incineradoras, sin canteras... es imposible el «progreso» y el «desarrollo», el «progreso» y el «desarrollo» capitalistas suponemos. Como si de un «mantra» se tratase nos repiten una mentira miles de veces, con el objetivo de convertirlo en una verdad incuestionable. No hay alternativa, es el precio que la sociedad tiene que pagar por su «bienestar» nos dicen, el precio de destruir la tierra, los ríos, la fauna, el precio de poner en peligro nuestras vidas y nuestra salud. Un chantaje intolerable que nos negamos a aceptar por ser totalmente falso.
Pero la realidad es tozuda, y de igual manera que sin la central nuclear de Lemóniz no hemos tenido que comer berzas durante décadas, sin la construcción del TAV no vamos a tener que viajar en carros tirados por burros. Sus mentiras se desmoronan a la misma velocidad que se desmorona su falso «progreso» y su falso «desarrollo». Su codicia es inversamente proporcional al respeto de la voluntad popular y al interés general de las personas. Solamente les mueve seguir engordando sus cuentas corrientes al precio de destruir el territorio y el medioambiente, explotando a los pueblos y recortando aún más los derechos de la clase obrera.
Es hora de decir desde los pueblos y ciudades, desde sus ayuntamientos, basta. Es hora de exigir y construir un modelo económico y social justo, y una política territorial equilibrada, racional, humana y respetuosa con el medioambiente. Es hora de que parados y paradas, pensionistas, trabajadores y trabajadoras, estudiantes, agricultores y agricultoras, vecinos y vecinas afectados por estos proyectos, empecemos a construir una alternativa a este modelo de desarrollo a todas luces inviable.
El proyecto del Tren de alta velocidad es uno de los paradigmas del modelo económico y social capitalista, un proyecto destructor, despilfarrador, antisocial e innecesario. Por ello, y ante la reciente aprobación presupuestaria del Gobierno de Navarra saliente, de casi un millón de euros para el inminente comienzo de las obras del TAV en Navarra en el tramo Cadreita-Villafranca, exigimos al nuevo Gobierno la paralización de todos los trámites y comienzos de obra para la construcción del llamado Corredor de Alta Velocidad ferroviaria en Navarra.
Es necesaria y democrática la apertura de un debate social donde se informe sobre los pros y los contras de la construcción del TAV. Siendo decisión final de los navarros y navarras, mediante consulta popular, si se construye o no dicha infraestructura.
El Gobierno de Navarra tiene que apostar decididamente por el Tren como servicio público y social, manteniendo, mejorando y ampliando las infraestructuras ya existentes para el transporte ferroviario de personas y mercancías. Para ello debe dotar de presupuesto suficiente y llegar a los convenios necesarios con Adif y Renfe para reabrir estaciones, implementar medidas de mejora en el transporte con nuevos trenes y mayores servicios, desdoblando la vía Castejón-Pamplona-Alsasua y reabriendo la vía Castejón-Soria. Es necesario asimismo, realizar convenios de colaboración con las Comunidades Autónomas de Aragón, País Vasco, La Rioja y Castilla y León, para mejorar las combi- naciones de trenes y el servicio para usuarios y mercancías.
Desde el Gobierno de Navarra se tiene que priorizar y establecer un Plan de Transporte, debatido y aprobado en el Parlamento de Navarra por el mayor número de organizaciones y colectivos interesados en el tema, que traslade la mayoría de los transportes de nuestra Comunidad de la carretera al ferrocarril, con el consiguiente ahorro energético y disminución de contaminantes en la atmósfera, nocivos para la salud de las personas y el medio ambiente. Así mejoraremos nuestro «tren de vida». Así tendremos un tren público y social para todas, para todos.
Pablo Lorente Zapatería, concejal de Unidad Popular Socialista Castejonera
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