En calzoncillos, jadeando por el frío en la puerta de una nave industrial. Aunque unos minutos antes el ácido sulfúrico le quemaba la cara, los brazos y las piernas, Samuel tuvo que salir al sol porque no soportaba más el agua helada de la ducha en la que se limpiaba el corrosivo. La ambulancia llegó y los doctores no pudieron pincharle de lo tensa que estaba su piel. Al fin le encontraron una vena en el pie. Entonces Samuel se durmió y el dolor desapareció un rato. Hasta que volvió a despertar.
Samuel no es el verdadero nombre de este trabajador de 28 años, que ha pasado dos entre rehabilitación y bajas. No quiere desvelar su identidad por miedo a que le despidan de la misma empresa para la que trabajaba cuando se accidentó hace tres años. "Están deseando deshacerse de mí", cuenta. "Hay muchas cosas que ya no puedo hacer: algunos movimientos, y trabajar a pleno sol". Su empresa estaba subcontratada para el mantenimiento de las instalaciones de otra. Él cobraba 960 euros (60 más de los que cobra ahora), y estaba realizando una tarea que no le correspondía: manipular unas bombas de ácido; tampoco le suministraron protecciones ni le dieron una formación sobre qué iba a hacer.
Los menores de 30 son el colectivo más golpeado por los accidentes laborales. En un informe del Instituto de la Juventud sobre el asunto destaca una pregunta: "¿Los jóvenes tienen que poner en riesgo su salud para integrarse en el mercado laboral?". No es retórica; parte de una comparación: la de la tasa de accidentes por cada 1.000 trabajadores en 1996 y en 2004. En el tramo de 16 a 24 años pasó de 115 a 139. También según el informe, el perfil del trabajador que sufre un accidente de tráfico laboral es un varón de entre 16 y 24 años con un contrato temporal en la industria.
Más argumentos se obtienen diseccionando las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Un primer vistazo demuestra que los mayores de 45 son los que sufren más percances, pero de los 363 fallecidos hasta junio un tercio eran por infartos y embolias, además de que, a partir de cierta edad los accidentes leves por sobreesfuerzo aumentan. Buceando entre porcentajes se descubre que los menores de 30 están por encima de la media cuando se trata de resbalar de andamios, quedar atrapados por prensas o caer de una escalera. No es una casualidad ni el fruto inevitable de la falta de experiencia. "Su tasa de mortalidad es el resultado de la precariedad laboral, de la confusión que introducen las subcontratas y de la falta de formación en seguridad", explica el secretario de Salud Laboral de CC OO de Madrid, Carmelo Plaza.
En Madrid, los accidentados menores de 30 años representaron en 2009 un tercio del total, según el sindicato. La tasa de incidencia entre 16 y 19 años es del 125,25 por cada mil trabajadores, el doble que entre los mayores. El 20% de los accidentes los sufrieron trabajadores con una antigüedad inferior a tres meses. Estos datos no son exclusivos de Madrid: se repiten en cada comunidad (la estadística de los sindicatos en Castilla y León dice que los menores de 25 tienen 3,7 veces más riesgo de accidente; el Consejo de Juventud de Euskadi fija que el doble).
Santiago Jiménez, madrileño, era un encofrador de primera de 21 años. Un día llegó a su nueva obra y vio que no había red bajo la estructura a la que debía subirse. "Tendría que haber dicho que no lo hacía", recuerda. "Pero así son las obras; y si pones problemas, te vas. Lo mejor es acostumbrarte a trabajar con cuidado". Cuatro días después, una viga cedió y terminó en el suelo tras una caída de cuatro metros. "Creí que me había reventado por dentro", recuerda. Sus empleadores ni esperaron a la ambulancia: le subieron a un coche, violando todas las normas sanitarias. Santiago no quiere pensar que fuese para evitar la visita de la Inspección de Trabajo, pero al obrero que terminó llevando a la Guardia Civil al lugar del suceso lo despidieron. A Santiago también, mientras permanecía de baja.
Sigue buscando trabajo. No tiene estudios y ahora, sin la posibilidad de seguir de encofrador por culpa de la lesión que le quedó, no ve claro su futuro. Un abogado sindical pelea por conseguirle una invalidez. Santiago, igual que Samuel, asegura que le dieron el alta sin estar rehabilitado, una consecuencia del sistema de seguros empresariales, que evitan gastar más de lo necesario en obreros heridos.
La ayuda de los abogados es imprescindible. Ninguno de los dos estaba sindicado antes de su accidente ni tenía gran conciencia de sus derechos. Aún hoy coinciden en que solo siguen de lejos los pormenores de sus casos: indemnizaciones, juicios...
Todo suma. A los sindicalistas, la falta de implicación de muchos jóvenes no les satisface. "No sabemos si es consecuencia de la precarización o de que hemos fallado nosotros en algo. Tal vez ambas cosas", comenta en privado algún lobo viejo, que tampoco quiere entrar a juzgar a los jóvenes. De ser cierta su tesis, la precarización estaría teniendo efecto en algo más que en los cuerpos maltratados por los golpes.
- En 2009, 57 menores de 30 años murieron trabajando; 107, en 2008.
- Ese año, 154.539 menores de 30 sufrieron un accidente.
- 185 de los 632 muertos por accidente en 2009 no habían cumplido un año de contrato.
- Tras los de tráfico, los accidentes laborales son los que causan más muertes entre los jóvenes.
- La tasa de accidentados de entre 16 y 19 años en Madrid dobla a la de los mayores, según CC OO.
- El perfil de trabajador que sufre un accidente de tráfico laboral es un varón de entre 16 y 24 del sector industrial y con contrato temporal, según el Instituto de la Juventud (Injuve).
- Los europeos menores de 25 años tienen un 50% más de probabilidades de sufrir lesiones laborales, según la Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo.
Economía Sumergida
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