Ayer entró en vigor en Cuba la nueva reglamentación que autoriza el trabajo de los autónomos. La nueva norma define 178 oficios que podrán ser ejercidos por cuenta propia, con la posibilidad además de que estos nuevos empresarios puedan tener un número reducido de asalariados.
Algunas actividades privadas que ya existían podrán además aumentar su tamaño. Es el caso de los llamados “paladares”, los restaurantes privados, que ahora podrán tener más mesas.
Es la reforma económica de más calado que va a hacer Raúl Castro desde que es presidente. Puede ser el inicio de un cambio profundo, que en ningún caso llegaría a lo sucedido en China o Vietnam, pero que sí daría un peso mayor a la iniciativa privada dentro de la economía socialista cubana.
Esta reforma la hace Raúl, aparentemente respaldado por Fidel, por convencimiento, porque cree que hay que arreglar las eternas ineficiencias de la economía cubana; pero también lo hace por necesidad, porque de aquí a marzo va a haber medio millón de desempleados en el país.
Ese es el número de puestos de funcionarios que van a ser suprimidos con el fin de hacer más eficiente el sector público ahorrando costes. Y el Gobierno espera que ese medio millón se busque la vida montándoselo como autónomo. Si en algo son expertos los cubanos es precisamente en buscarse la vida.
El momento decisivo será dentro de un año o dos, cuando se plantee la necesidad de ampliar aún más la iniciativa privada, y entonces es cuando se producirá un debate ideológico intenso dentro del Partido Comunista de Cuba.
Jesús Torquemada, analista internacional de EITB
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