Nagore Laffage murió el 7 de julio del 2008. Tenía 20 años. Había subido a casa de José David Yllanes, un médico residente que trabajaba como psiquiatra en la Clínica Universitaria del Opus de Pamplona, donde la joven vasca realizaba prácticas como enfermera. Se besaron en el ascensor. Una vez en su casa, él la desnudó con violencia. La torturó y la estranguló. José David fue juzgado por un jurado popular, que lo condenó por homicidio a 12 años y medio de cárcel. Nagore es el documental que cuenta muy bien una historia muy difícil, la horrible muerte de una joven y la lucha de su familia para que el responsable del crimen sea acusado de asesinato y pase más años entre rejas. No quieren venganza sino justicia.
Helena Taberna (Yoyes, La buena nueva) vio material cinematográfico en el caso conocido como el crimen de San Fermín. «Víctima y verdugo eran universitarios, guapos y pertenecientes a una sociedad libre. Estaban de fiesta, era San Fermín», contó ayer la cineasta navarra en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Nagore pudo ser una miniserie, pero Taberna desechó la idea, consciente de que trabajar con las cadenas de televisión implicaría añadir dosis de morbo y amarillismo a una historia que no se lo merece. Se puso en contacto con Asun Casasola, la madre coraje de Nagore, y optó por rodar un documental. «No he hecho esta película para la familia de Nagore sino para dejar constancia de lo que pasó y para que el público reflexione y se haga preguntas».
Nagore, efectivamente, provocó reacción en el público de Valladolid. En la sala se escucharon sollozos. También murmullos sobre la «injusticia» de la Justicia. Hubo personas que se revolvieron en la butaca. Entre ellas, la madre de Nagore.
Enamorada de las películas de juicios y del cine «que emociona», Taberna mezcla las declaraciones de familiares y amigos de la joven enfermera con imágenes del juicio de José David, defendido por un abogado tan bueno como caro. Una de las secuencias más dolorosas es la recreación de la muerte de Nagore. José David, acompañado de las autoridades judiciales y policiales, acude a su domicilio y cuenta cómo sucedieron los hechos. Una figurante, tumbada en el suelo, hace de Nagore. José David, con los nervios destrozados, le coge la mano y dice que le cortó un dedo. El día del crimen, José David pensó en trocear el cadáver para deshacerse de él. Pero no lo hizo. Finalmente, lo envolvió en plásticos y lo abandonó en el monte. El amigo al que había llamado fue quien le delató. José David confesó ante la policía, pero aseguró que apenas recordaba nada porque estaba borracho.
Tras dejar claro que el machismo es «eso que hace que una persona se sienta superior a otra», Taberna englobó el caso Nagore dentro de la violencia machista, a pesar de que víctima y verdugo ni eran pareja ni lo habían sido.
José David fue sentenciado a 12 años y medio de cárcel. «Con buen comportamiento, en cinco años podría disfrutar de permisos» se quejó la realizadora. Esa es, ahora, la lucha de la familia de Nagore, que ha conseguido que el Tribunal Supremo admita a trámite el recurso para revisar la sentencia. Su objetivo es que José David sea considerado un asesino (actuó con premeditación) y no un homicida (no tenía intención de matar). Nagore no cuenta con el testimonio de los padres de José David. «Soy respetuosa con el dolor de esa familia. Han recibido el desprecio de una sociedad, a pesar de que también son víctimas», concluyó.
Olga Pereda, en El Periódico
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