Fátima se enamoró de Ranjiv en Melilla. Ella, marroquí, divorciada de un marido mayor que la maltrataba en Marruecos, trabajaba sin papeles en el servicio doméstico. Él, hindú, sin papeles también, limpiaba coches. En abril de este año, descubrieron que Fátima estaba embarazada. Pero la alegría duró poco: su hermano llegó de Marruecos para buscarla y amenazarla por su conducta "indecente". Tuvo que abandonar el trabajo y el piso que compartía con amigas. La pareja se fue a vivir a una choza.
El artículo 490 del Código Penal marroquí recoge penas de hasta un año de prisión para los que tengan una relación fuera del matrimonio. El precepto 39.4 del Código de Familia prohibe el casamiento de una musulmana con un hombre de otra confesión religiosa. Embarazada ya de tres meses, solicitó el asilo a través de la asesoría Melilla Acoge, y fue ingresada en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). El 28 de septiembre el Ministerio de Interior inadmitió a trámite la solicitud, considerando que carecía de "contenido informativo". A Fátima le quedaban 15 días para abandona voluntariamente el CETI; de lo contrario, la expulsarían. "La ley dice que tendría que ir a la cárcel. Mi hermano tendría derecho a matarme", señalaba asustada.
"España tiene tan buenas relaciones con Marruecos, que no puede reconocer fácilmente la realidad del maltrato a las mujeres, las torturas en las cárceles...porque tiene un coste político. Se devuelven los favores por el control de la frontera", explica José Palazón, presidente de Prodein, asociación de defensa de los derechos de la infancia. Las estrechas relaciones diplomáticas entre el Estado español y la monarquía alauita convierten a Marruecos en el custodio de la frontera sur a cambio de cooperación condicionada. Esto dificulta la consideración del socio marroquí como país no democrático y, en consecuencia, que las solicitudes de asilo lleguen a buen puerto.
Prodein inició una campaña de envío de correos electrónicos al Ministerio del Interior y al de Trabajo e Inmigración. La opinión pública melillense pareció ponerse al lado de Fátima. Tras presentar una abogada de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) una nueva solicitud de asilo, ya que en la primera no se habían incluído los motivos religiosos, Fátima de momento no ha vuelto a Marruecos y tendrá que esperar a que en un plazo de tres meses se pronuncie definitivamente la Oficina de Asilo.
Diagonal
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