sábado, 7 de noviembre de 2009

BOTELLAS ANTE EL MONUMENTO A LOS CAÍDOS

Que un grupo de rock como Barricada dedique su disco número 19 a la represión menos conocida ejercida por los vencedores de la Guerra Civil no tiene nada de raro si se conoce algo la trayectoria de este grupo y la calidad de sus letras, comprometidas siempre. Sin contar con que estoy seguro de que Enrique Villarreal, El Drogas, aún nos va a dar más sorpresas literarias.
Ignoro cómo van a acoger sus seguidores en concierto esas canciones, pero creo que hay ambiente propicio para escucharlas. Otra cosa es que, en otros terrenos, las canciones rock, basadas en episodios concretos de la represión franquista, vayan a chocar con esa corriente de opinión que sostiene con descaro que todo ejercicio de lo que se llama memoria histórica, es un mero incitar al rencor. No se trata de rectificar la historia, sino de escribirla allí donde no está, ni mucho menos, suficientemente escrita. Los de Barricada lo han hecho como mejor saben, con sus canciones desgarradas, emocionadas también en este caso.
Son interesantes las declaraciones de Enrique Villarreal sobre su tardío descubrimiento de lo que había sucedido a dos pasos del barrio donde llevaba viviendo toda la vida, en el penal del monte San Cristóbal (Ezkaba). Eso no habla de olvido, sino de ocultación y de desinterés azuzado, dirigido, planeado, de historia deficientemente divulgada.
La fotografía de Javier Bergasa, tomada en las escaleras del monumento de Navarra a sus "Mvertos en la Crvzada" (es lo que pone debajo del cartelón que lo oculta de manera vergonzante) que guarda los restos del general Mola, es oportuna en la medida en que fue ese general quien pergeñó una represión a gran escala a título de escarmiento y para infundir terror en sus adversarios (según decía expresamente en sus instrucciones secretas) , se opusieran estos o no. No hubo oposición alguna, sino caza del hombre y asesinatos cuyo relato estremece.
Las botellas hacen referencia al hallazgo de un cementerio de ejecutados o muertos por enfermedad o hambre del penal del fuerte de San Cristóbal, junto a Pamplona, a quienes enterraban junto con una botella y un papel con su nombre escrito en su interior como todo viático y a falta de mejores registros.
Miguel Sánchez-Ostiz http://vivirdebuenagana.blogspot.com/

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