La pasión de Pello Guerra por la historia de Nafarroa se ha traducido en tres exitosas novelas. Su cuarto trabajo destaca ahora la loable resistencia que protagonizaron los y las habitantes de Vitoria ante las tropas castellanas durante ocho meses y ayuda a que la teoría de la «voluntaria entrega» quede aún más sitiada.
¿Por qué una novela sobre la conquista militar de la Navarra marítima?
La idea surgió en el año 2000, cuando se cumplían 800 años de esos acontecimientos; de lo que fue la conquista de Gasteiz y de lo que se conoce como la Navarra marítima. En esos momento yo estaba implicado en la novela «Requiem por navarra», por lo que el asunto quedó pendiente hasta que leí el tercer tomo sobre los castillos que defendieron el reino de Iñaki Sagredo, que habla sobre los que defendieron la Navarra marítima.
¿Queda desmentida la lectura de voluntaria entrega de este territorio?
Sin lugar a dudas, los hechos hablan por sí mismos. Los vitorianos resistieron un cerco de 8 meses a manos de los soldados de Alfonso VIII, que, tras sufrir numerosas bajas en los asaltos que lanzaron contra la villa, decidieron rendirla por hambre. Incluso cuando los vitorianos recibieron la orden de Sancho el Fuerte de capitular, durante dos semanas se negaron a entregarse hasta que finalmente comprendieron que nadie acudiría en su socorro. Resulta evidente que voluntariamente no se entregaron a los conquistadores.
¿Queda desmentida también una traición en cadena de Araba, Gipuzkoa y el Durangesado?
Así es. Sin contar con un documento que avale su tesis, varios historiadores han asegurado que los representantes del rey de Nafarroa pactaron con Castilla la entrega de los territorios que tenían bajo su gobierno. Es posible que en algunos casos fuera así, pero dos hechos demuestran que esa traición no fue tan generalizada. Por un lado, cuando el rey Sancho regresó de su expedición, entregó nuevas plazas a algunos de los tenentes. ¿Si le hubieran traicionado, Sancho el Fuerte les habría otorgado el control de otros lugares del reino? Resulta evidente que no. Además, en los trabajos arqueológicos realizados últimamente en castillos situados en la zona atacada por los castellanos han encontrado restos de combates que corresponden a la época de la conquista de Alfonso VIII. Esa evidencia demuestra sin espacio a la duda que hubo una resistencia armada ante los invasores.
¿Cual es el peso concreto del sitio de Vitoria en la obra?
Es el nudo gordiano de la novela, porque me parecía fundamental destacar el heroico papel desempeñado por el tenente Martín Ttipia y por todos los vitorianos. Que los habitantes de Vitoria resistieran durante ocho meses al mayor ejército de la península Ibérica es una impresionante demostración de lealtad hacia el Reino de Navarra. Y sin embargo, esa muestra de heroismo es olvidada sistemáticamente porque no deja de resultar incómoda, ya que, por una parte, recuerda el titánico esfuerzo de los vitorianos por seguir siendo navarros y, por otra, pone en evidencia de una manera dramática que no hubo una voluntaria entrega, sino una conquista a sangre y fuego por parte de Castilla.
¿Hay algo de homenaje a los vitorianos?
Sí, me parecía importante rendir homenaje a esas gentes. Esta novela busca rescatar la figura de Martín Ttipia, por la lealtad que demostró hacía el reino de Navarra.
Es curioso como siendo un momento clave en la historia de Nafarroa, es poco conocido.
Toda la documentación disponible está recogida en un libro de Tomas Urzainqui, «La voluntaria conquista». Aunque intenté seguir profundizando pero me dí cuenta que tampoco podía ir más allá; la documentación que hay está recogida ya en esos trabajos de Urzainqui o Sagredo.
¿Alguna hipótesis que explique esta falta de información?
Había poco interés de reflejarlo por ambas partes. Por un lado, los castellanos no querían incidir mucho en la herida de los habitantes que habían sido conquistados. Había un interés de que esos nuevos súbditos que habían conseguido por la fuerza de las armas no recordarán su condición de navarros. En la corona de Navarra, que en esta caso igual sí que podía tener un cierto interés en resaltar esa agresión, Sancho el Fuerte tampoco está demasiado interesado porque él mismo no había estado defendiendo el reino. La población, sobre todo los conquistados, se habrían sentido especialmente decepcionados.
¿El ser un novela de ficción es una decisión o una condición obligada?
Me considero más novelista que historiador. Más que intentar hacer un ensayo, que eso ya lo dejo para los profesionales, lo que más me interesaba era novelar esos acontecimiento por darles una mayor difusión. Porque a pesar de que hay un gran interés por los libros de historia, hay gente que prefiere enterrarse de los acontecimientos de una forma más entretenida.
También se apunta a la animadversión de Santa Sede hacia el reino; ¿de donde surge y qué consecuencias tiene?
El origen es a comienzos del siglo XII. Un rey de Navarra y Aragón, Alfonso I el Batallador, hace testamento y lega los dos reinos a las ordenes militares. La nobleza, tanto navarra como aragonesa, no acepta ese testamento, no permiten que las ordenes militares que dependen directamente del Papa se queden con el reino. Una demostración de la animadversión es que en esta conquista militar de Navarra, las ordenes militares se alinean con Castilla. Es curioso que Castilla que tiene frontera con los musulmanes, en vez de atacarlos, ataque a otro rey cristiano y la Iglesia no dice nada.
¿Hay algún otro periodo en el que tenga la vista fijada de cara a un futuro libro?
Ahora me voy a tomar un pequeño descanso. Desde que arranqué antes de 2004, en cinco años he publicado cuatro novelas y son un tipo de novela que requieren mucha documentación. Sigo teniendo ideas y no descarto retomarlas más adelante. Nuestra historia tiene suficientes capítulos interesantes como para seguir escribiendo.
Itziar Amestoy (Gasteiz) en GARA
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