miércoles, 18 de noviembre de 2009

VEINTE AÑOS

Leo carteles por las calles llamando a una manifestación el día 21, a favor de los exiliados de Tafalla. Intento recordar y a duras penas ordeno lo sucedido hace 20 años: Gotzon Lizarbe, Koldo Gracia, Txato Uriz, José Antonio Rubio, Txetxi y otros más detenidos (entre ellos la esposa y la hija de éste, una niña), Josu Bravo y Ioni escapados…..Toda la prensa estatal se centró en Tafalla, con un sin fin de acusaciones que luego se fueron encogiendo, como los malos tejidos….Nueve submarinistas sondearon el Zidacos, hasta que el juez Garzón ordenó desecarlo con vulgares bombas extractoras, humillando a nuestro pobre río ante todas las televisiones. Pero para humillantes, las torturas practicadas a nuestros vecinos: careos con cascos en la cabeza que los guardias golpeaban con barras; asfixia con bolsas de plástico, golpes de todo tipo, tirones de pelo, de testículos, obligados a besar la bandera española….Más adelante detuvieron a Antonio Berrondo y a Gorka Labat, acusados de haber ayudado a escapar de ese infierno a Josu Bravo. Ambos salieron sin cargos, pero los débiles ojos de Antonio Berrondo no aguantaron los golpes y fue perdiendo vista, hasta quedar ciego. Daños colaterales.

Pocos en Tafalla recuerdan de qué se les acusaba. No tenían delitos de sangre, pero pertenecían “a la banda” y eso bastaba. Sufrieron primero condenas de más de siete años y cuando salieron y se reintegraron a sus familias, trabajos y ciuadadanías, les volvieron a pedir 14 años más, en esa lotería cruel que el Estado emplea sólo con algunos. Otra vez al exilio. Porque así es la Justicia española con los vascos: en aquella misma sazón, el general Galindo era condenado a 75 años por secuestro, tortura y muertes de Lasa y Zabala. Con él, Barrionuevo, Vera, Damborenea…23 asesinatos en total. Nada que ver con nuestros vecinos. Todos tuvieron enseguida el tercer grado y en poquísimo tiempo, meses algunos, estaban en la calle, indultados. Como pasó con Urralburu, con estragos económicos mucho mayores que los imputados a nuestros vecinos.

Han pasado 20 años y siguen presos en primer grado, o exiliados. Sus familias se han arruinado dando varias vueltas al mundo en viajes, por el delito de ser familiares. La sangre no es agua. Crueldad, venganza, ensañamiento, agravio comparativo y, sobre todo, tremenda desproporcionalidad entre pena y delito. Ahora, ni siquiera se puede poner sus fotos. La “justicia” hace muchos años que pasó a ser injusticia. Es hora de que vuelvan a casa. El día 21 iré a la manifestación.
Jose Mari Esparza Zabalegi, en La Voz de la Merindad

No hay comentarios: