Feijóo ha montado el circo y enseguida le han crecido los enanos. El viernes, a solo unas horas de convertirse oficialmente en el presidente de “todos” los gallegos, con el apoyo de Dios –aunque en este Estado aconfesional, cada día más descreído y con mayor número de ateos, musulmanes y judíos ‘infiltrados’, Dios debe de andar atrincherado en la Cope de Losantos–, se reafirmó en el “inquebrantable compromiso galleguista” del PP. Y destacó el valor de la lengua y cultura gallega, “que se seguirá desarrollando en libertad”, añadió.
Pero hete aquí que en el mismo día en que Alberto Núñez Feijóo, ante la tumba de Alfredo Brañas, lanzó tan loables palabras, aparecieron los que faltaban en este debate sobre la lengua, los ideólogos populares con José María Aznar al frente, los chicos de la Faes (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales). Seguro que hasta a Don Manuel le dio un vahído al leer que desde la organización de su ex jefe de filas se tacha de “experimento” y “extravagancia” la normalización lingüística en Galicia que el mismo Fraga propició y defendió.
En este documento, lejos de plantearse las políticas desarrolladas por los distintos Gobiernos gallegos como un proceso de recuperación de la lengua del país, y por lo tanto, de la base de su identidad, se asegura que no han hecho otra cosa que “poner en entredicho el fenómeno de expansión del castellano que, desde Alfonso X, se convirtió en la lengua del prestigio a lo largo de la Península Ibérica”. “El gallego –sostiene– sobrevivió gracias al analfabetismo de los campesinos”, de lo que se deduce, faltaría más, que si tuviesen cultura hablarían castellano.
Y, ¿ahora qué? ¿Qué cara le puede quedar a Feijóo, al presidente de “todos” los gallegos, de los que hablan gallego y castellano, de los “cultos” y de los “sin cultura”, al escuchar semejantes despropósitos? De momento, queda en evidencia la falta de perspectiva histórica de la fundación de “las ideas” del PP, su partido, que no ha hecho más que reforzar el argumento de los que ven peligrar el gallego con el nuevo Gobierno, que ya ha anunciado que deja la decisión de iniciar su aprendizaje en la infancia, el más importante, en manos de los padres, sin seguir ninguna estrategia pedagógica.
¿Se puede ser galleguista y no apoyar el gallego? ¿Se puedefender el gallego y, a la vez, la tesis de la Faes? ¿Se puede amar la lengua de Galicia y a la vez manifestarse en contra de su normalización? Si uno asiente ante el documento de la fundación del PP, ¿puede considerarse galleguista? Y si se es galleguista, ¿se puede estar a gusto en un partido que denomina “extravagancia” intentar recuperar y normalizar el uso del gallego? Feijóo, ¿está más cerca de ser galleguista o del PP de la Faes?
Son muchas las preguntas que evidencian lo incoherente que puede llegar a ser la defensa de las siglas del PPdeG, es decir, de un partido que asegura que protege los intereses de Galicia y que mira al mundo en clave gallega, cuando su soporte central ha lanzado una hondonada tan despreciativa hacia el gallego, justo el día en que su líder autonómico fue a presentar sus respetos ante insignes galleguistas como Castelao o Rosalía de Castro.
María Val, Subdirectora de Xornal de Galicia.
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