El otro día en la manifestación por el cambio en Navarra se gritaba: “UPN-PSN kanpora!” Por fin ya somos conscientes del juego que durante todos estos años ha mantenido el PSN: sostener a UPN, repartirse el pastel, ambigüedad calculada en términos electorales y escenificación de ruptura antes de las elecciones. En antropología hay un concepto que casa perfectamente con este comportamiento social, acuñado por Max Gluckman: el de los rituales de rebelión. Son rituales que existen en algunas sociedades en los que se permite el cuestionamiento de parte de una cultura. Se entiende además que son positivos estos cuestionamientos, que se mantienen en unos límites, pues forman parte de las contradicciones de la propia cultura en su origen. Se celebran para reafirmar el sistema. Esto es lo que ha hecho el PSOE desde su renuncia a todos los supuestos básicos del socialismo en lo que ahora se denomina “el régimen del 78”, para elaborar una ideología ritualizada en el capitalismo y en un régimen monárquico de carácter autoritario.
Estos días me llegan algunos correos que anuncian los preparativos de esta ceremonia del retorno a los mismo: el PSN se apunta al tema de las inmatriculaciones, a la denuncia del concordato con el Vaticano, a la comisión de investigación sobre la corrupción en la Can que antes había negado, etcétera. A la vuelta de la esquina: navajazo diplomático. Es tal la desconfianza que dudo mucho de que haya alguien afectado por sus políticas que ya no miré todo este ceremonial de rebelión contra el socio de régimen político sino desde la barrera, como quien mira un teatro de máscaras en el que te quieren hacer colaborar. Y me parece muy prudente la cuarentena, pues demuestra que la indignación ante su política real no se deja arrastrar ya por los cantos de sirena: ha pasado de una indignación inconsciente, resignada y dependiente a una consciente, autónoma y soberana de sus decisiones. La cuestión es que el PSN pretende rentabilizar de forma estereotipada la propaganda directa o indirecta que los movimientos sociales puedan hacer del ritual, pues se configuran como parte indeseada del mismo. Espero que inviertan la habitual relación de subordinación al PSN en este ritual y celebren solos; sin el falso Big Man jefe de una legítima tribu Navarra.
El bloque PSN-UPN ha conformado una sociedad conservadora, burguesa, puritana, inmovilizada y ajena a la necesidad de soluciones de raíz de los problemas sociales. Ha construido una ideología maximalista e inexorable según la cual todo aquello que se mueve es gracias a la negociación de PSN con UPN o viceversa y ha mantenido los diálogos en el triste y estrecho margen de las migajas o de la caridad social. El feudo de poder ha dado lugar a la instalación de un laboratorio represivo de todo tipo de disidencias bajo la excusa de considerar todo como antisistema, sea violento o incluso no violento (recordemos que la insumisión al Ejército fue llevada a la cárcel por el PSOE), ocultando la realidad de conflictos políticos, culturales y sociales latentes.
De nada vale que vengan ahora corriendo detrás de los movimientos ciudadanos tanto como del electorado consciente de sus juegos políticos, pidiendo perdones y asumiendo falsas responsabilidades. Tampoco creo que haya que llevar la política racista de exclusión social o de aislamiento que ellos mismos construyeron para otros; pero está claro que las élites del poder en el PSOE-PSN se colocaron, por sus propios intereses particulares, enfrente de los intereses sociales y yo espero que la gente responda consciente e inteligentemente. Votándoles de las instituciones. Alguien pensará que, tal vez, con un tiempo sin poder institucional, haya alguno de sus miembros que sea capaz de volver a los orígenes; aunque parece difícil incluso imaginárselo. Personalmente, creo más en la pedagogía obrera: ponerles a trabajar en la cadena y que sepan adecuadamente qué es limpiar chapapote químico y estar a nada de tragarse una buena dosis de amianto. Sin animadversión, ustedes también podrían protegerse con sus leyes de paja. Solo sería un curso para saber de lo que se habla. Y es que para conocer lo que vive el otro, eso de la división del trabajo entre intelectuales y manuales es el peor de los inventos social borbónicos.
Víctor Abárzuza Fontellas, en Diario de Noticias
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