lunes, 22 de diciembre de 2014

NO ES PAÍS PARA VIEJOS

Decía  Manuel Vázquez Montalbán por boca de del detective Pepe Carvalho que había que ser precavidos e ir guardando algunos ahorrillos, para que en la ancianidad pudieras pagar a alguna persona por limpiarte el culo, ya que no podías garantizar que alguien te lo fuera  a limpiar por cariño.
Hacerse viejo no tendría nada de malo si no fuera por la pérdida de la autonomía personal.  Ser consciente, o peor aún no tener capacidad ni pasa eso siquiera, de  las progresivas limitaciones y dependencias que puede acarrearte el envejecimiento es  terrible. Los cuidadores y cuidadoras que hemos asistido y acompañado al derrumbe físico y mental de alguna persona sabemos esto de primera mano.  Como también sabemos que el trabajo físico y emocional que supone esta atención es muy intenso, la soledad del cuidador/a puede generar mucha angustia y los sentimientos frente a la persona a cuidar pueden ser muy ambivalentes. Por otra parte, las familias son estructuras relacionales complejas  donde se entremezclan  el amor y el desamor, el cariño, la indiferencia y el odio,  la distribución del poder, etc, etc.  Todo el universo emocional se encuentra entre las paredes de una casa, al abrigo de las miradas. Todo ello hace que sea  el ámbito familiar el espacio donde mejor están los ancianos pero, también,  donde se dan con más frecuencia  situaciones de mal trato.
De todas las situaciones de maltrato y violencia en el ámbito doméstico la menos reconocida e investigada puede ser la ejercida contra las personas ancianas. Aunque de vez e n cuando los medios de comunicación recogen algún caso más o menos llamativo, donde la violencia física es evidente o incluso hay indicios de abuso sexual, no son esos los más representativos de la cuestión.  Hay pocas denuncias y la detección del problema se está haciendo por medios indirectos, a través de entrevistas y cuestionarios  amplios, pero parece que lo que ha emergido es la punta del iceberg y conforme la sociedad se vaya sensibilizando con el tema y estando alerta  vamos a tener que afrontar un problema importante.
El perfil de la persona maltratada es una mujer , de más de 75 años, con dependencia moderada/importante que depende de su pareja y/o hijos y las formas en las que lo sufren son diversas.
Hay un buen número de casos que tiene que ver con el desconocimiento y la  negligencia en los cuidados, estas personas no reciben la alimentación adecuada o tienen descuidada la higiene o no se controla suficientemente bien las medicaciones o se les suministra demasiados tranquilizantes  o permanecen demasiadas horas en soledad o con sistemas de contención física.
O esa particular y frecuentemente  aceptada forma que supone el infantilizarlos, hablándoles como a seres sin capacidad de decisión o de pensamiento, con un sonsonete y unas manifestaciones cariñosas melifluas. El que en un momento dado puedan estar confundidos o desorientados no supone que no debamos respetar sus decisiones, pensamientos y deseos.
En otras ocasiones tienen bien resuelto en tema de cuidados físicos pero no son atendidos con respeto y puede aparecer maltrato psíquico en forma de vejaciones, insultos, desprecio, etc. La familia como institución es una fuente de protección, pero muchas familias o algunos de sus miembros tienen un lado oscuro y relaciones  materno-filiales o paterno-filiales conflictivas que no se resolvieron bien, pueden reaparecer en situaciones de estrés y agotamiento, y en una relación claramente asimétrica como es la de cuidador-cuidado.  Lo mismo se puede decir cuando es la pareja  que ejerce de cuidador/a. Y una persona anciana y dependiente  de su pareja, de su hijo o hija puede tener muchas dificultades para poner límites a esta situación. Y, todavía muchas más, para denunciar.  Reconocer este trato por parte de tu hijo/a o tu pareja  avergüenza y  el miedo al abandono y a la soledad o  a la institucionalización  puede ser un freno a la petición de ayuda.  Fácilmente van a ocultar y a  justificar el comportamiento de los familiares, autoculpándose por darles motivos , disculpando las conductas como puntuales y   resaltando   otros cuidados recibidos.
Por no entrar a la usurpación de los bienes que pueda tener y manejarlos sin su permiso.
Está claro que los factores y condiciones para que se de el maltrato son numerosas y, tanto la prevención como las medidas de detección y abordaje del problema  deben atender a múltiples frentes:  desde la sensibilización para su detección a todos los profesionales socio-sanitarios que están en torno a los ancianos, pasando por unas medidas de apoyo a los cuidadores/as en cuanto a formación y ayudas para disminuir el trabajo y el estrés, cuidadores domiciliarios,  servicios y hospitales de día, residencias de apoyo, etc.

Ana Ansa

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