Afortunadamente los integrantes del Ayuntamiento de Olite no representan el sentir general de los ciudadanos respecto a los Franciscanos, nuestros queridos frailicos.
El Ayuntamiento, en un alarde de hipocresía, les hace una homenajeada despedida con placas de reconocimiento, etcétera. Una manera, entiendo yo, de decirles “Que Dios os lo pague, hermanos”.
Entenderán ustedes mi cabreo para con el Ayuntamiento cuando les diga que, junto con las palmaditas, va la intención de apropiarse de sus bienes inmuebles si no pagan la deuda de varios cientos de millones en que les metió, por mala gestión municipal unilateral, el propio Ayuntamiento en el anterior mandato, y que el actual tampoco ha sabido solucionar. Probablemente a estas alturas todo el mundo sepa o intuya que se trata de La Moraleja.
Estamos totalmente de acuerdo en que la zona de la huerta es muy bonita para hacer un parque, pero que se les quite el terreno a los frailicos y que encima se pretenda que paguen una millonada por la urbanización es cuando menos una barbaridad sin precedentes.
Dice el refrán, y no le falta razón, que de buenos nacidos es ser agradecidos. Señores ediles, hagan el favor de hacer caso a lo que todos los grupos políticos, con representación electoral institucional, les han dicho en el Parlamento: ustedes lo han hecho mal, han utilizado la ley de forma perversa y sin contar con nadie, y son a quien corresponde solucionarlo en pro de la justicia social, y yo añado en pro de una deuda de gratitud adquirida como consecuencia de la dilatada labor social de nuestros frailicos que el pueblo agradece y no olvida.
Ha habido señores historiadores que nos han contado muy bien la trayectoria en sus ocho siglos de historia y servicio a nuestra ciudad en los encuentros y homenajes celebrados en estos días de despedida, pero olvidan seguir recopilando, profundizando y contando la dura realidad actual del siglo XXI, digan cómo se les ha judicializado, se les ha estrangulado e hipotecado. Alguno, creo yo que maliciosamente, tiene la costumbre de ignorarlo. Bien, pues podríamos pensar que es un acto de sutil manipulación de la vida local. ¿Es esto una nueva desamortización o un robo de guante blanco? Interesa tanto o más la actualidad, porque nos afecta directamente, como la fundación del convento en el siglo XIII. También es de destacar algún invitado sermoneador que, si no quería meterse en profundidades al menos en sus alusiones bíblicas, podía haber colocado alguna cuñita, ¡qué menos!, y habernos recordado que Jesús dijo “Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Devolvedles lo suyo y no cambiarles la huerta por una ruina y un montón de problemas que se les multiplicarán de forma geométrica al haberlos convertido en arruinados constructores forzados. ¿Hasta dónde llega el paripé y donde queda la verdad y la moral?
Quisiera que esta carta sirviera para comunicar a los Franciscanos un sencillo pero emotivo adiós, sincero y agradecido de cuantos olitenses os llevamos en el corazón.
Que Dios les bendiga.
José Ramón Vergara Jiménez, en Diario de Noticias
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