En los últimos años la normativa en materia de protección del medio natural ha tenido un extraordinario impulso con la creación de la Red Natura de espacios europeos protegidos, de la que Navarra es particularmente rica, y la incorporación a la legislación nacional de las directivas europeas que la diseñan. Este espíritu es el que ha primado en la redacción de nuestra legislación, pero se muestra torpe en su aplicación a la hora de establecer una regulación diferenciada de los aprovechamientos cinegéticos de algunas especies garantizando siempre el estado de conservación favorable para todas las poblaciones dentro de los equilibrios propios del medio natural.
La caza es un deporte de gran arraigo social, y justamente este carácter es el que capacita a las entidades locales para administrar los recursos cinegéticos, lo que conlleva una aceptación de las obligaciones sobre conservación de los recursos naturales derivadas de la legislación.
Pero pasemos a comentar un caso práctico en donde el espíritu que animó a los legisladores choca con la descarnada realidad, y en donde la dejación de la Administración a la hora de impedir la degradación de sus mejores territorios se manifiesta con toda su crudeza.
Montes de Valdorba es un lugar privilegiado de la zona media navarra incluido en la Ley Foral de Espacios Naturales como paisaje protegido, en reconocimiento a su riqueza como zona de transición entre los bosques pirenaicos y las campiñas secas del sur con notable influencia mediterránea. Esta diversidad de hábitats ha propiciado una notable riqueza faunística con poblaciones de aves rapaces que inclinaron al Gobierno navarro a incluirlos desde el primer momento en el listado de lugares de interés comunitario y posteriormente elevarlo a la máxima categoría de protección, como Zona de Especial Conservación el año 2006, incluyendo dos reservas naturales (monte de Olleta y monte del Conde).
La Red Natura en Valdorba está formada por tres masas forestales independientes entre sí pero cohesionadas con una superficie de campiña agrícola que las une, y que viene a llamarse zona sensible, que no forma parte de la Red Europea, pero sí de la figura protegida como paisaje singular y que el propio plan, redactado por la Administración Foral, considera indispensable para la buena gestión y conservación del conjunto.
Bien es cierto que la opinión pública está acostumbrada a tolerar estas circunstancias, es decir, se reconocen las bondades de un espacio que la Administración se esfuerza en proteger, para más tarde abandonarlo a su suerte en aras de la dejación de responsabilidades frente a intereses de empresas privadas o de una minoría que parece nadar en la impunidad.
En Montes de Valdorba existe el único coto de aprovechamiento intensivo de toda Navarra, a pesar de que la Ley de Caza del 2005 y su Reglamento del 2007 desaconsejan su autorización por la presión que ejercen sobre los valores naturales del territorio protegido. Por lógica debe primar el principio de precaución a la hora de exigir el cabal cumplimiento de todas y cada una de las normas que lo permiten, así como la exigencia de una gestión excelente. Sin embargo, en los propios informes realizados por el técnico en medio ambiente del Ayuntamiento de Leoz, queda patente la desastrosa gestión realizada en el coto Valdorba.
Tanto SEO/BirdLife como ornitólogos independientes vienen realizando, desde hace muchos años, estudios en Valdorba constatando que, desde la creación de coto de aprovechamiento intensivo en 1996, las poblaciones de aves no cinegéticas incluidas en el catálogo de especies amenazadas, alguna en peligro de extinción -como el milano real, desaparecido desde hace años como reproductor en la zona de influencia del coto-, se vienen desplomando cuando en el resto del territorio navarro no siguen esa tendencia. De tal forma que muchos de los elementos clave por cuya conservación se protegió este lugar están desapareciendo ante la abulia oficial. El vandalismo y la basura, los desechos de munición, los millones de perdigones de plomo con el consiguiente peligro potencial de que parte de éste acabe en la cadena trófica, la introducción de especies cinegéticas exóticas propagadoras de patógenos y enfermedades, la admisión de un exagerado número de cazadores, produce una degradación de los valores naturales que deben protegerse y un envilecimiento del espíritu que primó cuando se redactaron las leyes y tutelaron estos lugares.
No podemos por menos que hacer un llamado a la sensatez y a la responsabilidad del Gobierno de Navarra, que autoriza los cotos de caza de aprovechamiento intensivo, y al Ayuntamiento de Leoz, como arrendador de de los terrenos, para que tomen las medidas que la ley pone a su disposición para poner fin a tanta tropelía.
Ramón Elósegui Borinaga, delegado territorial de SEO/BirdLife en la CAV y Navarra
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