La inscripción funeraria era conocida y su existencia, corroborada pero su rastro se había perdido misteriosamente. Era la lápida funeraria del tribuno romano Cayo Mocconio Vero, fechada, según los historiadores, entre los siglos I y II después de Cristo donde, entre los hechos grabados en su inscripción fúnebre para loar la vida y obra del fallecido, se menciona que fue él quien llevó a cabo el censo de 24 poblaciones de vascones y várdulos.
La lápida ha sido encontrada por el equipo del colectivo Euskara Jendea durante el proceso de investigación para la elaboración de un documental en seis entregas, coproducido por Ibaizabal-Mendebalde y Zenbat Gara, que rastrea a lo largo de seis capítulos la historia y evolución del euskera y el pueblo vasco.
La lápida se encontraba durmiendo el sueño de los justos en los almacenes del museo del Louvre parisino donde, tras diversas indagaciones, dio con ella el equipo del documental. Para Mertxe Urteaga, directora del Museo Romano Oiasso de Irun, que interviene en el documental y trabaja para el préstamo del hallazgo al museo irundarra, «haciendo arqueología de la arqueología, han dado con el elemento material, físico y real que testimonia y permite constatar que vascones y várdulos estaban perfectamente integrados en la estructura del Imperio Romano porque sus habitantes fueron censados como el resto de las poblaciones del imperio».
El dato pone de manifiesto que la integración de los vascones en el tejido administrativo del imperio romano era relevante desde el momento en que Roma se tomaba la molestia de actualizar y tener al día un control administrativo, fiscal y militar de la zona del imperio ubicada al sur de los Pirineos.
Para Urteaga, el hallazgo ha permitido abrir una nueva senda inédita que puede culminar con la presencia de la lápida en el museo Oiasso, una vez tramitada y cursada la petición correspondiente al museo galo por el centro irundarra.
El recuento de poblaciones del tribuno coincide con los escritos de geógrafos de la época y posteriores, como Ptolomeo, que también dejó constancia de la existencia a dichos efectos administrativos de 16 poblaciones de vascones y 8 de várdulos, como se denominaba a los habitantes de una amplia zona geográfica que cubría, en términos actuales, de Iparralde, Navarra y Aragón hasta la actual Cantabria.
Para Lutxo Egia, integrante de Euskara Jendea, la existencia de ese censo de vascones como parte del Imperio Romano corrobora y «viene a romper un mito acerca de la idea de que el euskera ha sobrevivido porque ha vivido aislado cuando esto viene a demostrar que, históricamente, no ha sido así».
Urteaga, a su vez, recordó que la elaboración de censos territoriales a cargo de Roma buscaba recoger «información de los ciudadanos del imperio, bien para recaudar impuestos, censar familias o reclutar soldados para el ejército», explicó ayer la arqueóloga y directora del Museo Romano Oiasso. Conocer la razón por la que Mocconio se tomó la molestia será complicado, pero según Urteaga, lo más interesante es el número de ciudades censadas: «La Guía Geográfica de Ptolomeo (100-170 d. de C.) también recogía la existencia de esas 24 ciudades».
No está claro con exactitud cuándo murió Mocconio pero sí que rondaba los 36 años de edad y que la VII Legión Gemina romana desplazada a Hispania de la que fue tribuno tenía su base de operaciones en la actual León. «Esto demuestra que los vascos, como otros pueblos, no estuvieron apartados sino que estuvieron dentro y bajo el dominio directo del apropio Imperio Romano», concluyó Lutxo Egia.
Arturo García, en Grupo Correo
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