sábado, 3 de octubre de 2009

YA NO PASEO

En el sitio que trabajé durante muchos años, era leyenda el culo tieso y firme de una compañera que iba andando a todos los sitios, jamás cogía un ascensor y el coche o el autobús sólo los usaba para desplazamientos largos. En sus recorridos habituales por la ciudad se servía de un par de piernas bien entrenadas y de una precisión en el cálculo del tiempo que luego le eximía de engorrosas y estresantes sesiones de gimnasio. De paso que mantenía el tejido adiposo, ese que cobra vida propia a partir de una cierta edad, a raya, contribuía a la sostenibilidad del planeta. Qué bonita palabra esta y qué banalizada. Todo es sostenible, degradable, reciclal, medioambiental, bio, verde, etc, aunque luego las actuaciones del día a día sean una bofetada y un insulto a todo esto. No hay más que darse una vuelta por los alrededores de nuestro pueblo. Yo que he pateado todos sus caminos, conocido todos sus recodos, identificado todas sus flores, árboles y arbustos, distinguido el trinar de sus pájaros, las huellas de sus animales, disfrutado de cada una de sus estaciones, ya no puedo caminar por él sin que mi corazón se encoja y mi raciocinio se rebele ante tanto desastre.
Las monstruosas obras del canal, la transformación en regadío, nuevos polígonos industriales, autopistas de torres de alta tensión, molinos de viento, centros transformadores, la amenaza del Tren de Alta Velocidad, a todo lo cual hay que añadir lo que ya padecíamos: la autopista, carreteras, el tren, el basurero, las escombreras, vertidos, gasoductos, la central eléctrica, el aeródromo, torres de telefonía....¿Qué nos falta?
Ya no puedo pasear por Tafalla. Me duele el alma. Ya no reconozco ni los caminos, borrados por máquinas inmensas que se llevan por delante el paisaje de toda la vida. No encuentro los arbolicos que he visto crecer desde niña ni las repoblaciones hechas con mis nietos en el día del árbol. La mata de arañones que solía visitar todos los años ha desaparecido. No sólo élla sino también el cerro en el que se encontraba. La fuente Rekarte ha sido tragada por las obras. Valgorra no existe. El Plano está destrozado, y lo que le espera. Ir hacia Artajona me provoca lágrimas de rabia. Al Buskil le quedan cuatro días, hasta que llegue el tren. En la Sarda van a poner molinos.....Lo siento, pero he tirado la toalla. Guardaré en mi memoria aquellos paisajes de los que tanto disfruté y no volveré a pasear por Tafalla. No puedo.
Margarita Otazu (La Voz de la Merindad)

No hay comentarios: