Con mucha razón, en sus “Bases para la NaBai del Futuro”, Aralar da en la diana e insiste, de manera inocente o perversa, en el verdadero problema de la coalición temporal en la que conviven partidos y personas no adscritas, que no es otro que la falta de una organización interna al margen de la propiamente institucional (Parlamento, ayuntamientos ...).
Aralar, con buen criterio, insiste en que es imperante atajar el mal, en organizar el caos con unos criterios aunque sean mínimos. Empero, vuelve a tropezar en una piedra que se ha convertido en rueda de molino y que no tragan los demás.
Reitera que la organización interna de la nueva NaBai “debe reconocer la representatividad y proporcionalidad que deriva de la aportación que cada partido realiza al proyecto común”. Craso error, cuando sabe perfectamente que no hay parámetros objetivos que testen el alcance de la proposición.
¿Qué criterios habría que seguir, los pactados hace nueve años con relación a resultados electorales ya desfasados o los que se atienen a las más recientes consultas? ¿A los celebrados solo en Navarra o también en la CAV en la que no concurren todas las fuerzas?. ¿Dónde queda el papel de las personas no adscritas que, con independencia de su implicación y valía, se verán desplazadas por los afiliados que designe el partido que en cada esfera tenga la sartén por el mango?.
“En los ámbitos locales, la participación debe reflejar la realidad local... por encima de pertenecer a los partidos o de ser personas independientes”, señala una propuesta generosa que de facto no se puede cumplir porque no se ha desarrollado, a veces aposta, la NaBai de abajo arriba que postula sobre el papel la ponencia.
Dice Aralar que hay que marcar plazos temporales si no se quiere llegar al umbral de las elecciones municipales y forales sin los deberes hechos. Toda la razón para el redactor. Es el primer trabajo al que hay que hacer frente desde ya. Todos al tajo en la ordenación del des-caos.
“El cómodo desenvolvimiento de muchos en la desorganización”, como señala la “Apuesta de Aralar a favor de NaBai” puede ser chispa de discrepancias internas, pero creo que en el camino se encuentran los arrieros y que, si hay voluntad, de los problemas nacen las soluciones.
La ponencia política de Aralar recuerda que la sociedad navarra sigue demandando aquel cambio que tanta ilusión concitó en el electorado. Los ciudadanos “siguen deseando otra forma de ver, hacer y estar en política”, recuerda Aralar.
Un deseo que no se entiende sin una radical apuesta por la democratización interna de la coalición, donde los propios nabaizales designen a sus dirigentes. Sin miedos ni cuotas de poder. Sin militantes que valgan 0´80, mientras el compañero de al lado sólo pueda sostener el 0´20.
Un hombre, un voto, o volvemos al sufragio censitario del siglo XIX. Porque si no dónde queda la izquierda, la igualdad o la justicia que predicamos. Es ineludible poner orden al caos.
Todavía hay tiempo de trabajar para adentro, de posibilitar por fuera un cambio a corto o a medio plazo. El desplazamiento a la derecha del PSN deja un gran trecho. La cerrazón de Eta y el encadenamiento al que somete a Batasuna-Anv también abre un amplio espectro.
Beltrán Gárriz
Beltrán Gárriz
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