La ruptura formal del pacto municipal entre PSN, Na-Bai e IUN es el epílogo de un acuerdo que ya había fracasado.
Más allá de los rifirrafes, algunos de ellos anecdóticos, que esgrimimos ambas partes resulta curioso que los temas de litigio no hayan sido las grandes cuestiones sociales o las transformaciones del modelo social. Ni tampoco las cuotas de poder: el PSN “renunció” a presidir la máxima institución navarra de carácter ejecutivo. Los mayores enfrentamientos han girado en torno a ETA, Batasuna, víctimas de ETA y cuestiones identitarias. Asuntos todos ellos de gran importancia, lo reconocemos. No ha habido forma de encontrar un espacio de acuerdo sobre estas materias a pesar de que aparentemente en casi todas ellas (salvo el hecho identitario) ambas partes decimos decir cosas parecidas o que no son imposibles de casar.
Y lo curioso y lo triste es que este entendimiento es la pieza imprescindible para un cambio de izquierdas, progresista, de avance social, de mejora y defensa del Estado de Bienestar, de respeto mutuo entre las identidades. Un cambio que debe asentarse en una alianza entre estas fuerzas políticas y al mismo tiempo en un acercamiento entre los respectivos electorados, que le darían respaldo social, solidez y un mestizaje muy conveniente en esta tierra nuestra de encrucijadas.
No hay otro camino en esta Navarra tan compleja. Para ello, hemos de romper el maleficio de los últimos 30 años, plasmado en el desencuentro entre ambas izquierdas, tan bien aprovechado por la derecha. Na-Bai en solitario ni siquiera puede intentar el cambio por la evidente falta de apoyos parlamentarios. Y el PSN, aunque pudiera recabar apoyos en los caladeros de la derecha (es harto difícil que sea la primera fuerza), perdería una ocasión de oro para co-liderar el giro a la izquierda e inter-identitario tras tantos años de gobierno revanchista y de derechas. En este sentido nos parece erróneo si el PSN intenta reeditar en Navarra el modelo Patxi López, postulándose para gobernar en solitario y en minoría, pues precisamente aquí se requiere un cambio de signo opuesto al de la CAV.
La principal responsabilidad del desencuentro recae en el PSN por su centralidad en el mapa político navarro. El PSN es quien puede hacer bascular la balanza hacia un lado o hacia el otro. Y debería tener la valentía de liderar el necesario re-equilibrio inter-identitario que en justicia merecen el abertzalismo y el vasquismo navarro. Pero Na-Bai también debe aportar su grano de arena. Na-Bai, a juicio de Batzarre, debe adaptarse a los cambios sufridos por la sociedad navarra en los últimos 30 años y debe diseñar los temas en litigio bajo un enfoque diferente de cómo lo hicieron al comienzo de la transición el abertzalismo y el vasquismo navarro. Esta Navarra tiene poco que ver en los temas aludidos (ETA, Batasuna, víctimas de ETA y cuestiones identitarias) a la Navarra de 1.977.
De momento, hemos fracasado especialmente fuerzas como Batzarre, esto es, quienes más empeño hemos puesto en este entendimiento para un buen cambio. Pueden cantar albricias los pregoneros de la derecha, que, no nos olvidemos, son quienes más han batallado en su contra. Esta legislatura está perdida. Pero la tozuda realidad de estas izquierdas navarras tan plurales nos obligará a volver a intentarlo. Ahora se emprende un camino que un día habrá que desandar. Ojala sea corto y con pocos obstáculos, pues en caso contrario, más difícil, más costosa y más larga será la desandadura. Y no olvidemos que la fuerza que más ceda de su parte y la que mejor sepa adaptarse al entendimiento y proponga una reforma (y una auto-reforma propia de sus tesis del pasado con todas de la ley) será la que mejor servirá a la sociedad de izquierdas y probablemente la que recibirá más apoyos.
batzarre.orgMás allá de los rifirrafes, algunos de ellos anecdóticos, que esgrimimos ambas partes resulta curioso que los temas de litigio no hayan sido las grandes cuestiones sociales o las transformaciones del modelo social. Ni tampoco las cuotas de poder: el PSN “renunció” a presidir la máxima institución navarra de carácter ejecutivo. Los mayores enfrentamientos han girado en torno a ETA, Batasuna, víctimas de ETA y cuestiones identitarias. Asuntos todos ellos de gran importancia, lo reconocemos. No ha habido forma de encontrar un espacio de acuerdo sobre estas materias a pesar de que aparentemente en casi todas ellas (salvo el hecho identitario) ambas partes decimos decir cosas parecidas o que no son imposibles de casar.
Y lo curioso y lo triste es que este entendimiento es la pieza imprescindible para un cambio de izquierdas, progresista, de avance social, de mejora y defensa del Estado de Bienestar, de respeto mutuo entre las identidades. Un cambio que debe asentarse en una alianza entre estas fuerzas políticas y al mismo tiempo en un acercamiento entre los respectivos electorados, que le darían respaldo social, solidez y un mestizaje muy conveniente en esta tierra nuestra de encrucijadas.
No hay otro camino en esta Navarra tan compleja. Para ello, hemos de romper el maleficio de los últimos 30 años, plasmado en el desencuentro entre ambas izquierdas, tan bien aprovechado por la derecha. Na-Bai en solitario ni siquiera puede intentar el cambio por la evidente falta de apoyos parlamentarios. Y el PSN, aunque pudiera recabar apoyos en los caladeros de la derecha (es harto difícil que sea la primera fuerza), perdería una ocasión de oro para co-liderar el giro a la izquierda e inter-identitario tras tantos años de gobierno revanchista y de derechas. En este sentido nos parece erróneo si el PSN intenta reeditar en Navarra el modelo Patxi López, postulándose para gobernar en solitario y en minoría, pues precisamente aquí se requiere un cambio de signo opuesto al de la CAV.
La principal responsabilidad del desencuentro recae en el PSN por su centralidad en el mapa político navarro. El PSN es quien puede hacer bascular la balanza hacia un lado o hacia el otro. Y debería tener la valentía de liderar el necesario re-equilibrio inter-identitario que en justicia merecen el abertzalismo y el vasquismo navarro. Pero Na-Bai también debe aportar su grano de arena. Na-Bai, a juicio de Batzarre, debe adaptarse a los cambios sufridos por la sociedad navarra en los últimos 30 años y debe diseñar los temas en litigio bajo un enfoque diferente de cómo lo hicieron al comienzo de la transición el abertzalismo y el vasquismo navarro. Esta Navarra tiene poco que ver en los temas aludidos (ETA, Batasuna, víctimas de ETA y cuestiones identitarias) a la Navarra de 1.977.
De momento, hemos fracasado especialmente fuerzas como Batzarre, esto es, quienes más empeño hemos puesto en este entendimiento para un buen cambio. Pueden cantar albricias los pregoneros de la derecha, que, no nos olvidemos, son quienes más han batallado en su contra. Esta legislatura está perdida. Pero la tozuda realidad de estas izquierdas navarras tan plurales nos obligará a volver a intentarlo. Ahora se emprende un camino que un día habrá que desandar. Ojala sea corto y con pocos obstáculos, pues en caso contrario, más difícil, más costosa y más larga será la desandadura. Y no olvidemos que la fuerza que más ceda de su parte y la que mejor sepa adaptarse al entendimiento y proponga una reforma (y una auto-reforma propia de sus tesis del pasado con todas de la ley) será la que mejor servirá a la sociedad de izquierdas y probablemente la que recibirá más apoyos.
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