“Soy partidaria de una reforma institucional porque se ha evidenciado que el Parlamento foral está siendo un obstáculo para el Gobierno, no sólo por legislación nada correcta, sino por exceso de actividad” (Lourdes Goicoechea. Consejera del Gobierno de Navarra y demócrata)
Treinta y ocho años después de la muerte del dictador uno podría esperar razonablemente que los conceptos democráticos mínimos y básicos hubieran sido asimilados por gran parte de la población aunque de vez en cuando alguno de los partidos que operan al sur del Pirineo se empeñen en sacarnos de tal error a base de exhibiciones ornitológicas y otros pecadillos de juventud, pero, desde luego, creo que estamos en condiciones de exigir de nuestros representantes públicos que asuman los valores democráticos como propios aunque algunos de ellos viviesen “cómodamente” en el franquismo.
Lo que no es de recibo es que alguien que cobra, y no precisamente poco, del erario público crea que decir la melonada con que nos deleitó ayer Lourdes Goicoechea, a la sazón Vicepresidenta del Gobierno de Navarra y Consejera de no se sabe cuántas carteras a la vista del poco tino de Yolanda Barcina a la hora de elegir compañeros de viaje y del más que presumible corto recorrido de su acción de desgobierno.
No es que sea yo un creyente fervoroso de la capacidad de asimilación de conceptos democráticos por parte de UPN pero un mínimo de decoro debiera impedir “patas de banco” como la que nos ocupa, pero como no quiero ser excesivamente negativo será hora de explicarle a la ilustre consejera unas básicas lecciones de democracia que le sirvan para llegar a fin de legislatura sin hacer más el ridículo y dejar con el culo al aire a su partido y a su jefa de filas:
La separación de poderes, uno de los más arcanos misterios para regionalistas, populares y de vez en cuando socialistas, que consiste en que el Gobierno gobierna, el Parlamento legisla y los jueces juzgan y que el ganar unas elecciones no da patente de corso para gobernar, legislar y juzgar en una especie de tres por uno más propio del Carrefour que de un sistema democrático.
La democracia representativa que consiste en que el pueblo vota a sus representantes legislativos que a su vez eligen gobierno y lo legitiman.
El control parlamentario de la acción de gobierno por el cual los representantes legítimos de la ciudadanía se guardan para si la capacidad de control de la acción ejecutiva como origen de la legitimidad del poder de esta.
El respeto a las minorías, algo ya absolutamente incomprensible para las cabezas “pensantes” de regionalismo navarro, para el que aquellos que no les votan no es que no tengan nada que decir es que simplemente no existen, a no ser que sean del PSN y se dediquen al noble deporte del asentimiento y el seguidismo acrítico.
Pero claro asimilar estas cuatro sencillas recetas democráticas dejaría en una posición realmente fea a nuestra insigne consejera y a quien la nombró en su afán por perpetuar una situación, no solo anómala, sino radicalmente antidemocrática. El problema que no acaba de captar la Consejera es que el que el que esta deslegitimado no es el Parlamento que fue elegido por los ciudadanos y solo por estos puede ser deslegitimado, sino el propio Gobierno que fue elegido por ese Parlamento.
Si Barcina y su Consejera creen que el Parlamento no responde a la voluntad de la ciudadanía tienen una solución facilísima a su alcance como es su disolución y la devolución del poder a la ciudadanía que no otra cosa son unas elecciones. El recorte de las competencias del Parlamento, ya sea en su función legislativa o de control, es una vieja aspiración de “otras” ideologías muy aficionadas a cerrar parlamentos o convertirlos en clubs de fans, y el primer paso, también, para prescindir de la opinión de la ciudadanía. Y la verdad es que incluso podría ser eficaz pero se llama FASCISMO.
Verdad es que el Parlamento también dispone de un mecanismo para llamar a las urnas como es la moción de censura pero ese mecanismo no está pensado para eso sino para otorgar legitimidad a otro Gobierno, algo actualmente imposible a la vista de su composición.
Y así pasaremos otros dos años con la acción de gobierno paralizada para evitar que se paralice los cuatro meses que conllevaría un adelanto electoral en el colmo del despropósito político y democrático.
Eso si, algunas seguirán echando en falta a generalísimos a los que no hacía falta que refrendase la ciudadanía por ser cosa de la “gracia de Dios” y Parlamentos elegidos por el tercio sindical, el familiar y el del Movimiento que daban menos guerra y no interferían en la labor de Gobierno.
Como su patrona, Lourdes Goicoechea ha perdido una magnífica oportunidad para dimitir y marcharse a su casa antes de que nos enteremos que eso de la democracia le suena a chino mandarín.
Ander Muruzabal
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