Amanda Acedo ha sido testigo de excepción de los últimos 30 años de la
historia tafallesa. Tres décadas en las que se han creado la gran mayoría de
las infraestructuras y servicios que conforman lo que es la Tafalla moderna. Ha
formado parte activa de todo ese proceso y desarrollo desde su cargo como
secretaria del Ayuntamiento de la ciudad.
Sus primeros años los pasó en Torres del Río, su localidad natal. Tras
estudiar en Logroño, se trasladó a Pamplona para acudir a la Universidad de
Navarra, a estudiar la carrera de Derecho. “Estuve
dudando entre periodismo y derecho. Pero creo que la influencia de mi padre
hizo que me decidiera por la abogacía. Mis padres además no tenían los recursos
suficientes para mantenerme en la universidad, así que debí estudiar muchísimo,
para sacar bien los cursos y mantener la beca”, explica. Cuando terminó
montó un pequeño despacho en Mendavia de donde es oriunda su madre. Unos meses
después, salieron las oposiciones para cubrir el puesto de secretaria interina
en el Ayuntamiento de Tafalla para ocupar el cargo que dejaba Pedro Mari
Bengoetxea. Los exámenes tuvieron lugar después en fiestas y Amanda quedó en
primer lugar de las trece personas que se presentaron. “Al principio entré un
tanto recelosa, porque por aquel entonces habían tenido varios problemas con el
primer secretario, pero no tenía nada que perder y la administración pública
siempre había sido un ámbito que me gustaba”, explica.
Así pues, en septiembre de 1983 y con apenas 23 años era nombrada
secretaria del Ayuntamiento de Tafalla. Amanda se incorporó en la segunda
legislatura de la democracia en la que durante el primer año Valeriano Begué
fue el alcalde. En el consistorio le acompañaron los concejales Pablo Jurío,
Carmelo Ayesa, Ángel Ongay, Félix Matute, Víctor Julián Gambarte, Félix
Flamarique, Francisco Javier Ayerra, Teresa Guembe, Mauricio Olite, Pili
Berrio, Jesús María Barace, Luis Ayerra y Koldo Martín-Cereceda.
Begué apenas estuvo un año, pues dejó el cargo y en su lugar entró Pablo
Jurío. “Ambos tenían un trato exquisito,
eran de carácter rocero y muy cercano. Así que me facilitaron el trabajo en ese
sentido. Me sentí cómoda y supe mostrar mi profesionalidad pese a mi juventud,
a mi inexperiencia y a mi condición, en aquella época, como mujer”.
Y es que por primera vez en la historia tafallesa, una mujer llegaba al
nivel más alto en la administración local y se hacía cargo de un puesto
tradicionalmente ocupado por hombres. “Fue
una época en la que las mujeres no ocupaban puestos de dirección o técnicos y tuve
que ganarme el respeto. Para llegar a ser la secretaria del Ayuntamiento de
Tafalla debí pasar dos oposiciones. Y he tenido que demostrar en mi trabajo que
era igual, como minimo, que un hombre”.
“Formé parte pues de una etapa
ilusionante en la que al margen de las diferencias políticas, que las había,
existía una actitud y unas ganas de trabajar por y para Tafalla. Las
corporaciones de las primeras legislaturas pusieron en marcha las
infraestructuras y servicios que conocemos hoy en día”, explica. Era entonces
cuando se estaba construyendo el Centro de Salud, el área de Bienestar Social,
se sentaban las bases de lo que ahora es la Mancomunidad de Mairaga, se crearon
los patronatos de cultura o deportees, se creaba la nueva biblioteca en el
Palacio de los Mariscales y se ponía en marcha la Casa de Cultura en la antigua
casa Rentería. Podría decirse de ella que es de las personas que mejor conoce
Tafalla, pues se encargó de elaborar los estatutos de unas o del asesoramiento
legal en la gestión de otras.
Su puesto de trabajo se conforma, desde su llegada al consistorio, de dos
partes fundamentales. Por un lado, se encarga del asesoramiento legal tanto a
Alcaldía como a los y las corporativas para que todo lo que quieran llevar a
cabo se haga con arreglo a la ley. “En
ese sentido, cuando se toma una decisión o un acuerdo debo ayudarles en la
organización”, explica. Asimismo debe dar fe pública de todas las
cuestiones públicas del Ayuntamiento. “Es
como una autoridad pública, una notaría de todas las cuestiones públicas, de
los acuerdos o actuaciones municipales”, añade.
Asegura que poco o nada tiene que ver el funcionamiento del ayuntamiento de
los últimos años al de los años 80. Por aquel entonces su única herramienta de
trabajo era una antigua máquina de escribir y la estructura administrativa era
mucho menor. Ha visto cómo Tafalla se nutría de un amplio tejido industrial y
comercial hasta convertirse en cabecera de comarca y es que “se produjo un cambio bestial hasta 1995” .
“Todo era muy diferente. Incluso, durante
los primeros años la policía municipal se cuadraba cuando me veía pasar. Pasaba
una vergüenza horrorosa. Además, durante dos años tuve que gestionar la plaza
de toros vendiendo entradas y contratando toros y toreros, con tal de no
atribuir la gestión a una empresa privada. Obviamente, no volvería a verme en
una de esas”, afirma entre risas.
También, el transcurso de los plenos seguía otro ritmo, “contenían más mociones y debían prolongarse hasta altas horas de la
noche. Las discusiones eran más fogosas y vivas. Incluso en alguna ocasión
llegó a volar un cenicero. Ahora, en cambio, todo está mucho más controlado”.
“Fue una época difícilmente
superable. Tuvo cosas bonitas, tanto a nivel organizativo como de gestión
admnistrativa. Hubo un ambiente genial y desde la perspectiva política estaban
tan enfrascados en hacer cosas, que daba gusto. Profesionalmente me enriqueció
y aprendí muchísimo”, afirma
Amanda. Además, en aquellos años “la confianza que la corporación tenía
depositada en los técnicos fue fundamental porque te permitía avanzar y
anticiparse en determinados asuntos municipales. Todos trabajaban en equipo y
con muchos medios, ahora todo es mucho más partidista”.
Incluso el poder que, actualmente ostenta Alcaldía es mayor. “La modificación de la ley en 1999 dio paso a
un presidencialismo absoluto y se otorgó más poder al alcalde. Antes un gasto
en material de oficina prácticamente debía llevarse a pleno. Creo que por ser
una ley tan poco constrictiva, provoca que se vuelvan menos dialogantes y ya no
exista esa flexibilidad para negociar, pactar o acordar”, explica.
En 2003 Amanda decidió dar el salto a la política y fue parlamentaria hasta
2011, primero como independiente en las filas socialistas, después afiliada al
PSN. “No fue tanto por dedicación
política, sino porque creí que podría aportar mi experiencia en el ámbito local
para contribuir a la legislación en Navarra”, afirma. Durante la primera
legislatura compaginó su trabajo, pero de 2007 a 2011 se dedicó en
pleno a sus funciones parlamentarias. Es por ello, que en ocasiones se ha
cuestionado su parcialidad en su labor como secretaria en el consistorio
tafallés desde que se incorporara de nuevo a su puesto hace dos años. “Es imposible que sea parcial, porque si no
cumplo con mi trabajo puedo incluso ir a la cárcel, así lo recoge la ley. El
secretario debe ser un excelente profesional, lo que no significa que no tenga
ideología. En otros partidos, personas que han estado en mi misma situación han
compaginado sus cargos en la política con la administración local y no ha
habido problemas. Lo cierto es que en lo personal, la actual legislatura está
siendo muy complicada, pues se ha cuestionado mi cargo, mi profesionalidad y
hasta mi sueldo”.
Respecto a si volverá de nuevo a la primera línea política, de momento no
lo tiene muy claro. “Dejé toda
responsabilidad política en Tafalla cuando volví al Ayuntamiento. Actualmente
estoy como una afiliada más y sigo formando parte del Comité Regional. Estoy
decepcionada con la situación actual, pero no desencantada, porque esa actitud
me llevaría a no participar y no es mi caso. Creo que se puede remontar y
existe la posibilidad de cambiar la situación política. Para que volviera a
presentarme, por ejemplo, como candidata a la secretaría general del PSN
deberían darse una serie de circunstancias”. Además, añade, “creo que debe haber un cambio de líderes
políticos en toda la parrilla que permita que la ciudadanía se ilusione en
todas las ideologías, porque quienes nos lideran en Navarra carecen de
credibilidad y solvencia técnica”. La política asegura que son palabras que
caen en el olvido, con un alto grado de demagogia y existen luchas intestias y
partidarias, precisamente, todo lo contrario a lo que Amanda se encontró cuando
llegó a la secretaría del consistorio de la ciudad. “Como antes, ahora también hay muchas cosas por hacer. Creo que ha
desaparecido esa ilusión de los años 80 y existe una carencia total de ideas o
propuestas”, añade.
Pese a las dificultades o los malos ratos vividos, Amanda hace un balance
satisfactorio. Precisamente a Tafalla, asegura, estarle muy agradecida. “Mutuamente nos queremos mucho y hemos sido
muy generosas la una con la otra. Le he dado los mejores momentos de mi vida y
Tafalla me ha dado una familia, una vida y un trabajo que me llena y me gusta.
No puedo verme en otro lugar que no sea este”.
Tres décadas al frente de la secretaría es motivo más que suficiente para
celebrarlo. “Será un celebración modesta
y que además coincide con el aniversario de mi boda. A nivel familiar lo celebraré
con los míos, y algo se me ocurrirá para hacer lo propio con mis compañeros y
compañeras de consistorio”.
La Voz de la Merindad
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