El actual alcalde de
Olite era un niño de 10 años cuando el ayuntamiento de su localidad decidió con
buen criterio que había que archivar para las generaciones futuras la labor
municipal que quedaba reflejada en los medios de comunicación. Encargó así que
se recopilaran y encuadernaran las noticias que tuvieran relación con Olite,
aproximadamente 18.000 informaciones desde entonces que se guardan en casi
medio centenar de volúmenes a disposición de los vecinos en la casa consistorial
y la biblioteca municipal.
Desde hace aproximadamente 25 años todas las
corporaciones olitenses, de todos los colores,
también regionalista como la del actual mandatario, respetaron aquel
acuerdo que salió adelante en la legislatura de Pablo Beorlegui (AEP) en la
alcaldía, una huella que ha merecido el respeto unánime hasta que ahora, con el
pretexto de la crisis, puede borrar Francisco Legaz (UPN) al rescindir el
contrato de un servicio que se ha empleado, en ocasiones, como trabajo de campo
de los grupos municipales, por vecinos interesados en la actualidad local o
escolares que se acercaban a la biblioteca para consultarlo.
La excusa del coste (algo más de mil euros anuales)
demuestra la insensibilidad manifiesta de quien camina si dejar traza en el
devenir municipal, salvo la de interrumpir de un tajo un trabajo que se hacía
bien desde hace un cuarto de siglo y que acarreaba el gasto de, por ejemplo, la
paga extra de un edil liberado, unas horas de encierros de vacas o dos
teléfonos móviles de última generación.
Luis Miguel Escudero
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