La foto –que me han enviado por twitter varios usuarios- muestra a los antidisturbios en el Campus de la Universidad de Zaragoza. No sé si será el día lluvioso o la tragedia que vive este país –algo se mezclan- pero inmediatamente han venido a mi vente recuerdos del pasado. Del que creímos lejano pasado.
Yo veía a “los grises” allí mismo en los convulsos 70´, en el final del franquismo. Pero como advenediza. No era alumna. No fui a la Universidad cuando debí hacerlo. Sí lo hacían algunos amigos a quienes detenían un par de días o tres cuando se acercaban períodos o días conflictivos tratando de evitar que eso desanimase al resto. Alguno acabo de abogado de la patronal, pero ésa es otra historia.
A la Universidad terminé yendo por mi propio empeño -y simultaneándolo con trabajo- algo más adelante. A la Complutense, aunque solo a examinarme, dado que no residía en Madrid. Terminé mi carrera de Ciencias de la Información y emprendí la de Sociología y Ciencias Políticas. Pagando claro está. Pero creciendo y feliz, la verdad es que pocas personas en mi familia son universitarias.
Tantos años después ha vuelto la desigualdad de oportunidades, el clasismo en una palabra; la segregación, la devaluación de la enseñanza. En lugar de al servicio prioritario del catolicismo, ahora la educación se somete a dos religiones simultáneas: la de siempre para la peculiar derecha española y… “los mercados”. Las razones para la huelga son sobradas y con colmo. Que haya salido adelante la “ley Wert”, con lo que implica de la personalidad del sujeto que la ha perpetrado, da idea de los tiempos que vivimos. Se explican muchas cosas con estas frases para la historia del Ministro de Extinción, Asfixia y Deportes como lo llama hoy Forges.
Rosa María Artal, en El Periscopio
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