Como cada año en el Día de la Salud Mental, sea cual sea el lema con el que se celebre, algún profesional o medio de comunicación retoma la relación enfermedad mental y violencia, y esta semana un psiquiatra navarro dice en televisión que cuando una persona con EM deja la medicación podemos asistir a una conducta violenta y totalmente inesperada. No es violenta si toma sus medicamentos.
Hace unos meses ha salido al mercado el nuevo manual de la APA (Asociación de Psiquiatría Americana) no sin controversia, pues un grupo, cada vez más numeroso de profesionales, se queja de la manera de "etiquetar a las personas" por una sintomatología (signos y síntomas) que no siempre está clara y no en todas las personas y casos significa lo mismo, por ejemplo, decía William James (1842-1910): "¿Lloro por estar triste o estoy triste porque lloro?".
Ni siempre que estamos tristes lloramos, ni siempre que lloramos es por tristeza, además de un signo objetivo, porque se ven las lágrimas, también es una conducta, y a veces útil, pues con ella se puede conseguir algo. Estas cuestiones son importantes porque llevan a diferencias en la manera de tratar los problemas de salud mental, de etiquetar la sintomatología y de considerarla enfermedad. Otro sistema de clasificación tiene la OMS (Organización Mundial de la Salud) CIE-10. Y también existe la organización (NICE), responsable de asesorar al Gobierno del Reino Unido sobre los tratamientos más eficaces para salud mental y dice que los fármacos no son lo más adecuado, recomendando terapias psicológicas, ya que existen evidencias sobre su eficacia y efectividad en salud mental. Dice un chiste que "donde hay dos psiquiatras, hay tres opiniones".
No hace tantos años que los niños jugaban en la calle y se observaban, más movidos o tímidos, juegos creativos o canicas, todo tipo de conductas, actitudes y aptitudes, la infancia como época de aprender a través de juegos, y lo que nos preocupaba era que la niña o niño estuviera demasiado quietico, entonces cogíamos el termómetro, "debe de tener alguna decimica de fiebre, demasiado quieto… no me fío". Y poco a poco, pero cada vez más se comenzaron a describir algunas de esas conductas y actitudes "como rasgos de salud" y no solo por las decimicas. La conducta comenzó a ser disruptiva, la actitud negativista y desafiante, y se comenzó a tratar con medicación a los niños y niñas hiperactivos. Sin entrar en la controversia que supone el tratamiento farmacológico del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), y tampoco en la disyuntiva de si la teoría del déficit cognitivo en la esquizofrenia justifica el componente biológico de la misma o es sencillamente resultado de mucha medicación por largo tiempo. Hoy sabemos que los fármacos no curan los problemas mentales o síndromes (conjunto de signos=observables y síntomas=sensaciones), solo controla los síntomas, o sea, las sensaciones y la conducta. ¿Creemos que la medicación cura o nos sentimos más seguras? Con esa seguridad que nos da ver a las personas que la toman sedadas, adormiladas, con su voluntad secuestrada por esa medicación que anula sus voluntades. Con algunos niños, los que tienen la etiqueta TDAH ya no se trabaja igual, intentar que comprendan los límites, el respeto, la conducta adecuada, es tarea inútil, dicen. Hacemos que paren quietos con medicación, se relajan con pastillas y duermen con medicamentos.
Aprender a controlar los impulsos, a respetar normas, aceptar que algunas veces las metas se nos resisten, que nos tenemos que conformar con la mitad y que no ganamos siempre… se aprende poco a poco, y sobre todo no en estado somnoliento. La contención de la conducta y los límites mejor si los controlamos desde el sentido común, con motivaciones acordes a los valores personales y una educación en igualdad, donde los celos se consideren orgullo y prepotencia. Nunca amor.
Ésta vuelve a ser una semana negra 3 mujeres asesinadas, 49 este 2013, los presuntos asesinos no padecían trastornos mentales, pero estos días también conocemos el asesinato de una niña en Galicia, y parece que en este caso si tomaba medicación, la presunta asesina. O sea, ni es la enfermedad mental, ni el no tomar la medicación.
Existe otra forma de violencia, y es que conociendo tratamientos efectivos sigamos medicando de manera no siempre justificada embotando el sistema nervioso en una química que no cura, a personas que podían mejorar con otros tratamientos, tener una vida más autónoma, con menos efectos secundarios y desde el respeto a los derechos humanos para todas las personas.
Miren Peralta Romaguera
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