El Gobierno de Barcina ofrece otro ejemplo de su extremismo ideológico y de su incapacidad de atender las demandas y necesidades de los navarros y navarras con su rechazo a la digitalización de las emisiones de ETB en Navarra presionando al PP para que intervenga desde Madrid. Al poco de anunciarse la puesta en marcha de la señal en TDT de sus canales en respuesta a una solicitud del propio Parlamento de Navarra - una decisión adoptada por mayoría absoluta, y sin ningún voto en contra ya que UPN y PP se abstuvieron-, el Gobierno se empeña en un nuevo ridículo al oponerse ahora con el manido argumento de una supuesta intromisión, una vez que se echó por tierra la falsa excusa del alto coste de la digitalización de la señal. Una actitud censora y de limitación del derecho a la información de los navarros absurda e ilógica en pleno siglo XXI, que denota además un evidente déficit democrático al negarse -una vez más- a asumir un mandato legítimo del Parlamento de Navarra. Este Gobierno parece empeñado en adoptar decisiones que perjudican a los ciudadanos y en encender fuegos y polémicas burdas en la sociedad navarra como única fórmula de entretener el paso del tiempo en una Legislatura que pasará a la historia foral por su ramplona inutilidad. Sólo desde una radicalización política interesada se puede entender la reacción del actual Gobierno de UPN contra la captación de una señal de televisión con una programación cercana, tanto en sus contenidos como en sus protagonistas, muchos de ellos navarros y navarras. Sin olvidar que tampoco existen impedimentos legales en una oferta digital en la que se ver a supuestas brujas, echadoras de cartas, imágenes porno o televisiones de todo el mundo con programas machistas y xenófobos sin que el Gobierno de UPN haya dicho nada. El empeño en dificultar el acceso a ETB, ignorando que sus canales son seguidos por miles de navarros y navarras -incluidos los votantes de UPN-, que no consumen ideología, sino programas de entretenimiento, retransmisiones deportivas o programas de actualidad, es trasnochado. Y contrario a la normativa europea. Hubiera sido mucho más lógica una respuesta de normalidad social, de colaboración institucional y de respeto democrático a las decisiones de la mayoría de la sociedad navarra reflejada en el Parlamento. Pero este Gobierno está fuera de tiempo y muy lejos de las inquietudes actuales de la Navarra real.
Editorial de El Diario de Noticias
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