Los correos que Miguel Blesa envió o recibió entre 2007 y 2009, los últimos tres años de su mandato al frente de Caja Madrid, revelan hasta qué punto los dirigentes del PP impusieron decisiones estratégicas, inversiones millonarias innecesarias o pidieron determinados tratos de favor para amigos o conocidos. El juez Elpidio Silva, que dictó prisión para Blesa por su gestión al frente de Caja Madrid en relación con la compra de un banco en Florida y la concesión de un préstamo al expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, requisó sus correos electrónicos. Esas comunicaciones —más de 8.000 correos personales y profesionales—, a las que ha tenido acceso EL PAÍS, prueban la batalla por el poder de Caja Madrid que libraron en 2009 dos sectores del PP enfrentados. Uno lo dirigía Esperanza Aguirre, que pretendía sustituir a Blesa por Ignacio González, hoy presidente autonómico. El otro lo encabezaba desde el Ayuntamiento el entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, partidario de Blesa.
Los correos revelan también cómo José María Aznar, que colocó a Blesa al mando de Caja Madrid, le sugería inversiones multimillonarias en obras de arte; cómo dirigentes del PP pedían favores hipotecarios para sus conocidos; y cómo el Gobierno autonómico ordenaba colocar a determinadas personas en consejos de administración o adquirir los derechos de retransmisión de los partidos del Real Madrid.
Caja Madrid sufrió en el otoño de 2009 la batalla política más descarnada por el poder de toda su historia. Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, diseñó las maniobras para desbancar a Miguel Blesa, al que había colocado José María Aznar al frente de la entidad financiera en 1996. El amigo del expresidente había caído en desgracia y Aguirre trabajó intensamente para sustituirle por Ignacio González, entonces vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Aguirre se encontró con la oposición de una parte de la izquierda política representada en los órganos de Caja Madrid y, sobre todo, de un sector del PP dirigido por el entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, que tenía a varios representantes en el consejo de administración y en otros órganos de control de la entidad financiera.
La batalla terminó en los tribunales y Miguel Blesa, principal víctima de aquel órdago a su mandato, la vivió con especial intensidad, como certifican los correos electrónicos que envió y recibió aquellos días.
En uno de ellos, fechado el 2 de octubre de 2009, Matías Amat, director general y primer lugarteniente de Blesa, celebra con el presidente de Caja Madrid la decisión de los tribunales de suspender el proceso electoral que Aguirre quería poner en marcha. “Es la enésima vez que Nacho González y la rubia [Esperanza Aguirre] se llevan un revolcón. Aprenderán? A los del pacto se les ha vuelto a quedar cara de gili... Felicidades¡¡¡”. Blesa le contesta: “Prudentes pero es un triunfo”.
Aquellos días, Blesa recibe felicitaciones de otros colaboradores. A uno de ellos le responde: “Es una batalla, pero no la guerra. Pero un bofetón a la rubia. Llega un momento en que todo te produce satisfacción. Atento a los próximos días. Un abrazo”.
Blesa acabó dejando su puesto solo unos meses después. Pero Aguirre no pudo imponer a su candidato. Mariano Rajoy, líder ya del PP, eligió para ese puesto estratégico en el mundo financiero español al ex vicepresidente económico Rodrigo Rato, que retornó de su etapa al frente del Fondo Monetario Internacional.
Los correos electrónicos de esta etapa acreditan también cómo Blesa utilizó todos los recursos a su alcance, con la contratación de los mejores abogados, para frenar el intento de Aguirre por tomar el control de Caja Madrid arrebatándole la presidencia. Además de buscar los mejores asesores jurídicos para plantar batalla al Gobierno regional, Blesa enviaba numerosos correos a los principales colaboradores de Alberto Ruiz-Gallardón, en los que se lamentaba de las maniobras de Aguirre para desbancarle.
Ante el escándalo desatado por el conocimiento público de todos estos tejemanejes y maniobras, el PSOE pidió este miércoles la intervención inmediata del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, porque considera que ha podido producirse tráfico de influencias entre la familia del expresidente José María Aznar y el propio Blesa.
Inversiones innecesarias
Los derechos del fútbol. El Gobierno de Esperanza Aguirre involucró a Caja Madrid en la batalla de los derechos del fútbol, para lo que la presidenta autonómica avisó por sms a Blesa: “Nacho [González] te hablará de un asunto importante. Hazle caso”.
El asunto importante era ordenar a Caja Madrid que financiase una oferta de Telemadrid para comprar sus derechos de televisión del Real Madrid. Ignacio González, entonces vicepresidente de la Comunidad de Madrid y mano derecha de Aguirre, escribió dos sms a Blesa: “Miguel, necesito urgentemente que mañana a primera hora firmes la oferta conjunta con Telemadrid, tal como quedamos, para que [Ramón] Calderón, [presidente del Real Madrid] la tenga antes del mediodía. No hay que añadir o cambiar nada, tan solo tu firma junto a la de Soriano [director general de Telemadrid]”. La oferta era de 120 millones de euros por siete temporadas. Pero Mediapro se quedó al final con los derechos de retransmisión de los partidos del Real Madrid.
Enchufismo
Como Caja Madrid era uno de los principales accionistas de Iberia, le correspondían dos puestos en el consejo de administración de la compañía. Ignacio González escribió a Blesa un sms el 18 de diciembre de 2007 ordenándole a quién tenía que elegir para uno de los dos puestos: “Me dice la jefe que si tienes que poner dos consejeros de la caja en Iberia, y uno es ejecutivo de la caja, que el otro sea Mercedes Rojo Izquierdo”.
Los méritos para ocupar ese y otros puestos de Mercedes Rojo eran haber sido asesora de Esperanza Aguirre. Rojo declaró en la Audiencia Nacional que carecía de conocimientos financieros, pese a lo cual formó parte de la Comisión de Auditoría de BFA/Bankia.
Blesa, según explican sus propios correos, tuvo una relación tirante con Esperanza Aguirre en los últimos meses de su mandato. En agosto de 2009, cuando se repetían las noticias sobre fusiones entre cajas, el presidente de Caja Madrid habla con Aguirre. En un correo electrónico que dirige a uno de sus colaboradores, cuenta así lo ocurrido: “Hable con Esperanza para confirmarle que sí, que estoy tratando de hacer una fusión, que llevo años pensando que es una buena opción para la Caja y en este momento de reestructuración del sector lo considero mi obligación y responsabilidad. Pero que no hay nada, que son los tanteos iniciales, que ya lo sabrá cuando haya algo más concreto”. Blesa se queja de que a Esperanza Aguirre no le tranquilizó su explicación: “Tampoco le tranquilizó que le asegurara que con ello no pretendo paralizar el proceso electoral. Que dejen de calentar la prensa sus dobermans de siempre. ¿Quién Beteta? No, yo no sé quien ni eso importa ahora. Solo que te creas lo que te digo. Y así, con poco más acabó la conversación. Lo dicho, nada nuevo”.
Familiares de consejeros del Gobierno de Aguirre, esposas y hermanos, formaban parte de consejos de administración de distintas entidades de Caja Madrid. En los correos electrónicos del expresidente de Caja Madrid también se puede comprobar cómo Blesa intentaba ganar fidelidades dentro del consejo de administración ofreciendo distintos puestos, algunos en empresas privadas participadas por su entidad financiera.
Favores personales
Los correos que recibía Miguel Blesa tenían que ver, en algunas ocasiones, con algún favor que pedían dirigentes políticos de todo signo, aunque abundan los que proceden de dirigentes del PP. Esperanza Aguirre se preocupaba por problemas hipotecarios de algún amigo y conocido, y Blesa ordenaba investigar lo ocurrido. Como ejemplo sirve un correo que manda uno de los principales ejecutivos de Caja Madrid a Blesa, en el que le informa de que se ha refinanciado la hipoteca de una persona “por quien se interesó el alcalde [José María Álvarez del Manzano]”.
En otras, con operaciones multimillonarias aconsejadas por el amigo que le había regalado el puesto. José María Aznar le pidió embarcar a Caja Madrid en la cuestionada compra de la colección de un artista amigo, Gerardo Rueda. Blesa hizo todas las gestiones necesarias, ordenó negociar y estuvo a punto de consumar una operación que le hubiera costado a la entidad financiera más de 100 millones de euros. Al final no se hizo, fundamentalmente por la oposición del actual jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno.
La entonces presidenta autonómica tampoco fue ajena a la petición de favores a los responsables de Caja Madrid en relación con dificultades de conocidos en relación a distintos préstamos de la entidad financiera. En uno de ellos, el director general de Caja Madrid, Matías Amat, informó a Blesa: “Cliente referido por Esperanza Aguirre que decía que no le atendíamos. No parece que fuera cierto. Cliente con dificultades”. Junto al mensaje, Amat remite un informe interno a Blesa con las incidencias del préstamo correspondiente al recomendado de Esperanza Aguirre.
Francisco Mercado, en El País
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