Barcina lo tiene claro. A falta de título alguno que presentar en materia de eficacia administrativa -no digamos ya de bienestar y mucho menos de prosperidad- a la presidenta no le queda más argumento que presentar ante los suyos la salvaguardia de los principios fundacionales del navarrismo. Con un balance nulo y escasas perspectivas de mejora, pretende movilizar a su alicaído electorado presentándose como el bastión del antivasquismo foral, sin cuyo concurso esta Comunidad será irremisiblemente pasto del orco vascongado. Sólo en ese contexto es posible entender el papel cada vez más claramente instigador del Gobierno que preside esta señora en el tema del espectral informe sobre los profesores del modelo D. Estos días, daba grima escuchar a la propia Barcina proclamarse defensora de la lengua vasca. UPN nunca ha explicitado de forma clara y nítida su radical y frontal oposición a todo lo que tenga que ver con el euskara. Guarda mucho de pillarse las manos en público. Pero en UPN la práctica es el mensaje. Y la práctica es de una visceralidad y de una radicalidad creciente que en otras latitudes sólo se encuentra en grupúsculos de extrema derecha. Cuando tú explicas a cualquier persona de fuera que en Europa Occidental existe un lugar donde la Administración no escatima esfuerzos ni dinero en combatir el desarrollo de una lengua minoritaria, les cuesta creerte. Les hablas de lo que hacen con los carteles, con los rótulos de las calles, del cerrojo que imponen en las ondas, de su batalla permanente en la enseñanza, del ninguneo que somete a la población vascoparlante en convocatorias y concursos, y tienes que mostrarte muy convincente para que no piensen que exageras. Pero esto no puede durar toda la vida. Mañana, por ejemplo, a las 6 de la tarde sale de Antoniutti una manifestación que reivindica todos los colores para nuestra enseñanza. Y está anunciado buen tiempo para esa hora.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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