Ataviado con una camiseta de Barricada y aparentemente nervioso, Madina ha relatado lo sucedido en una rueda de prensa celebrada en el barrio madrileño de Lavapiés. Todo arrancó en Sevilla el pasado jueves, cuando el grupo presentó su disco más reciente. De ahí, sus integrantes se desplazaron a Madrid, donde pasaron la noche antes de volar a Miami como escala hacia su destino final, Quito. La capital de Ecuador iba a ser el escenario del primer concierto de su gira, en un evento en el que estaba anunciada la presencia del presidente Rafael Correa.
Desde el aterrizaje en Miami hasta el despegue hacia Quito había un intervalo de tres horas y media, por lo que «fuimos a tomar unas cervezas y unas hamburguesas mientras hacíamos tiempo». Llegado el momento de embarcar, un empleado de American Airlines «me dice que los demás sí, pero que yo no puedo embarcar porque huelo a alcohol. Le digo que es cierto, porque me acababa de tomar una cerveza. Total, que el tipo me dijo que yo no volaba hasta el día siguiente».
Madina ha contextualizado la situación explicando que él es una persona «muy grande, que hablo muy alto, hago aspavientos con las manos y río de manera estentórea», lo que hace que llame la atención. «La gente que me conoce ya lo sabe, soy así».
En un primer momento se sentó en la sala de embarque, dispuesto a volar al día siguiente. «Pero empecé a pensar ‘y si no hay sitio en el vuelo, y si hay algún problema…’. Era el primer concierto de la gira, muchísima gente e iba a estar el presidente Correa».
Así que imploró al empleado de la compañía aérea que le dejara subir. La negativa de este generó un rifirrafe que terminó con el músico esposado e ingresado en un centro de detención de Miami. «A partir de ahí eres escoria. Eres culpable hasta que demuestres lo contrario, sin traductor, sin derecho a una llamada. Me metieron en una celda. El compañero trató de tranquilizarme, diciéndome que al día siguiente pasaría delante de juez y me dejaría libre».
El sábado le llevaron, junto con casi otro centenar de detenidos, a una sala «donde se celebran minijuicios a través de videoconferencia». Pero la sesión se terminó antes de llegar su turno, así que «nos llevan a la cárcel y me ponen el célebre mono naranja».
Al día siguiente era domingo y no se celebraban juicios. «Sé que mi grupo y mi mujer no saben nada. Estuve a punto de quebrarme, pero no puedes hacerlo, viendo lo que hay. Es un infierno que había visto solo en las películas. No te dejaban dormir más de dos horas seguidas, la comida es incomible. Un hotel de puta madre».
El lunes se repitió el traslado para el juicio por videoconferencia. «El juez fue la primera persona que me dijo buenos días. Yo le expliqué lo que pasó en el aeropuerto. Y el juez me dijo: ‘Este caso queda anulado, le felicito por tener 47 años y una banda de rock’», ha rememorado Madina.
El vocalista de Reincidentes quedó en libertad unas horas más tarde, tras una experiencia «realmente terrible» en la que ha recibido «un trato absolutamente vejatorio, le han quitado el contenido de la cartera en la cárcel y de la que ni siquiera tiene constancia documental. «No me han dado ningún papel». Por ello, ha anunciado que presentará una demanda. «Se está preparando por parte de un gabinete de abogados en Sevilla, no he tenido ni interprete, ni abogado de oficio, ni derecho a una llamada…», ha denunciado.
naiz,info
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