martes, 29 de enero de 2013

OPERACIÓN ALGODÓN

La intelligencia de la Casa Real trabaja a destajo en los últimos días. Las malas noticias para los intereses de Iñaki Urdangarín atraparon titulares en la prensa, chascarrillos en la tele y comentarios en la radio. La Monarquía sigue en el ojo del huracán y la maquillada encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) refleja un notorio descenso del respaldo de la opinión pública hacia la Zarzuela.
Desde mediados de mes se han sucedido una serie de noticias de claro corte populista acordes con la austeridad que se impone. La Casa Real ha visto rebajados sus dineros y la flota de 75 coches reducida a 42 unidades. (A un servidor le siguen pareciendo demasiadas). Urdangarín ya no figura en la web y las infantas han desaparecido de cualquier escenario de relumbre protocolario.
Estos días nos atascan con imágenes del Rey y sus muletas con motivo de tal o cual visita de escaso seguimiento mediático. Pero ahí están la RTVE y los periódicos del régimen dispuestos a sostener un andamio mal anclado en la realidad social que vive España.
El manual de la Operación Algodón no deja escapar la oportunidad de mostrar a Juan Carlos I como un abnegado luchador de los intereses patrios, dispuesto a dar hasta el último aliento. Cojo y en avión, con muletas o sin ellas, el Rey es consciente de que el traspaso de poderes será después de haber pasado por el purgatorio de enmendar posturas de antaño a base de imágenes lastimeras concebidas para ablandar el corazón de los españoles.
En paralelo, el Príncipe de Asturias es objeto de todo tipo de parabienes: ya no es aquel chico rubio que enternecía a nuestras abuelas. La anécdota de cumplir 45 años ha permitido toda una batería de halagos y remiendos. Se le presenta como a un joven de su tiempo, enamorado de su mujer, padre de sus hijas, amante del deporte, capaz de retirar el saludo a su cuñado por motivos bien sabidos. En definitiva, se busca que el relevo se produzca en mitad de una remontada de la Monarquía aunque sea el propio Felipe quien protagonice semejante heroicidad.

Operación Algodón también en el PSOE

El partido que fundara Pablo Iglesias se quiere refundar en no se sabe qué. Un millar de militantes, armados de brocha y pintura, ha puesto sus cerebros a trabajar para estar al día y ofrecer alternativas al sistema imperante.
La parafernalia que todas las formaciones políticas trasladan a la sociedad en estos casos de rejuvenecimiento ideológico tiene un extraño sabor a árnica. No se trata de que sean los militantes socialistas elegidos (desconozco a qué se dedican o si viven de la política) quienes pongan el mantel de las ideas; es necesario que ese proceso se abra a toda la sociedad para que obtenga un plus de credibilidad. Pero el aparato del partido (viejos jarrones chinos incluidos) nunca permitió que se abrieran las ventanas de la Casa del Pueblo. El aire limpio molesta a los que han hecho del partido su modus vivendi.
Para ofertar una imagen de pluralidad el PSOE ha dispuesto que en cada uno de los seminarios temáticos haya un porcentaje del 40% reservado a miembros de colectivos civiles invitados por la organización. No basta con este gesto. Ya no. Los socialistas han demostrado desde la oposición su carencia de reflejos para actuar con diligencia. Y cuando lo han hecho ha sido para dejar aún más en evidencia su ausencia de discurso en aquellos aspectos que más importan al ciudadano. Sobran ejemplos que demuestran que el enfermo está anquilosado, viejo, caduco.
Desconozco si tras el proceso emprendido el resultado del debate será 100% del agrado del aparato. Que el texto que surja sea la ponencia oficial de la Conferencia Política no implica un ejercicio de limpieza y puesta al día.
Tengamos en cuenta que todo arranca con un documento que pone sobre la mesa el PSOE para que se debata sólo sobre el embrión de la propuesta. Se acota el margen de discusión ideológica.
Estamos ante un debate limitado tanto en su participación como en los aspectos a debatir. Si a ello le unimos que las enmiendas están para lo que están y se aprueban o rechazan a conveniencia de los poderes fácticos el resultado no es otro que decepción.
La Operación Algodón, en ambos casos, no es para encarrilar nuestro futuro. Es para asegurar su supervivencia.

Manu Larramendi, en El Sillón Informativo

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