lunes, 28 de enero de 2013

ESBOZO DE UNAS POSIBLES BASES ORGANIZATIVAS MÁS HORIZONTALES PARA EL FUTURO DE GEROA BAI

En torno a la constitución el pasado sábado del Consejo General, máximo órgano político de Geroa Bai, se han escuchado diversos ecos, tanto en la propia reunión constitutiva como en la prensa, que apuntan a la voluntad de modificar, en aras de su perfeccionamiento democrático,  las bases organizativas aprobadas por EAJ-PNV y Zabaltzen el pasado año.

Estimo que es una opinión bastante extendida, al menos en Zabaltzen, que el funcionamiento organizativo de la coalición podría ser más horizontal y las fórmulas de  representación en los órganos de dirección ajustarse más a lo que es nuestro espacio socioelectoral. Incluso las mismas bases entonces aprobadas preven la posibilidad de ser revisadas en la medida que vaya desarrollándose Geroa Bai y modificándose su composición.

Pero también es generalizada la opinión de que en pleno proceso de estructuración territorial y sectorial, cuando estamos trabajando la permeabilidad entre personas y grupos en los herrigunes, en pleno esfuerzo por ir asentando una cultura política común compatible con la diversidad ideológica, poniendo las bases de grupos de trabajo imprescindibles en una coyuntura de ímproba actividad política termine habiendo o no elecciones anticipadas, no es de ninguna manera momento oportuno desviar la atención hacia cuestiones de dudosa urgencia e indudable capacidad de absorción de energías.

Quiero, sin embargo, puesto que el debate se ha lanzado ya, aprovechar la oportunidad para esbozar algunas líneas de lo que en mi opinión podría ser una propuesta coherente de revisión de la representación en los órganos de dirección para cuando llegue el caso. Líneas abiertas y cuestionables, faltaría más.

La lealtad para con los copartícipes del proyecto debe de constituir el irrenunciable punto de partida. Con reglas de juego consensuadas y utilizando la persuasión cuanto sea menester, nunca los órdagos y golpes de sorpresa que generan desconfianza y lastran la conformación del sujeto común. Aquí se inscribe, por supuesto, la obligatoriedad obvia de presentar cualquier propuesta de calado en tiempo y forma, de forma que se pueda debatir con serenidad en los grupos de base y en cada colectivo político.

El universal principio democrático de “una persona, un voto” hay que conciliarlo, cuando hablamos de una fuerza política saludablemente heterogénea, formada por más de una organización política, con la libertad de cada grupo para coaligarse desde la voluntariedad y el derecho a seguir existiendo con sus estructuras propias. Otra cosa es que sería deseable llegar gradualmente, sin imposiciones, a la plasmación perfecta del enunciado principio, o alternativamente a la mayor aproximación posible al mismo.

La elección desde los herrigunes de la totalidad o el grueso de los cargos internos debería ser la base de un sistema democrático e igualitario, siempre que se observasen determinadas cautelas. En primer lugar, exigiría completar satisfactoriamente la red territorial, objetivo todavía distante, al no haberse conformado herrigunes en Iruña y en otras localidades importantes de la Cuenca. Los órganos de control deberían también asegurar que todos los herrigunes formalmente constituidos tuviesen la mínimamente exigible vida política para evitar eventuales perversiones y uso no deseable de la facultad de crearlos. Y habría que garantizar la proporcionalidad en la elección, estableciendo mecanismos de corrección para evitar rodillos mayoritarios allá donde se dé una confrontación expresa de sensibilidades. Fórmulas hay diversas: presentación de las candidaturas en forma de listas, limitar la capacidad de voto de cada elector a un número inferior al de puestos a cubrir, etc.

En mi opinión, sería harto discutible la procedencia de nombrar miembros natos, con voz y voto en los órganos de dirección, a los cargos públicos, puesto que siempre tendrían garantizada la misma opción que el resto de los asociados para postularse como candidatos en los herrigunes. Ser elegidos para un puesto de representación pública no tiene por qué implicar que lo sean automáticamente para los cargos internos. En cualquier caso, la posibilidad, de contemplarse, tendría que considerarse respecto a los electos públicos en candidaturas de Geroa Bai, que como todos sabemos en la actualidad se limitan a una única persona, porque las demás fueron colocadas en las listas en virtud de las negociaciones entre los partidos que formaban NaBai 2011 en condiciones de flagrante desigualdad, en perjuicio sobre todo de los independientes y en aplicación de presuntas correlaciones de fuerzas que el tiempo no ha confirmado.

Siguiendo este guión teórico de institucionalización, falta una pieza esencial en la arquitectura resultante: la Asamblea General. En la actualidad está prevista, pero sin otras facultades que las consultivas y deliberativas. La coherencia con la plena “pulcritud democrática” que hemos escuchado reivindicar recomendaría concebirla como órgano soberano de decisión y gobierno, aún cuando se convocase con espacios dilatados de tiempo. Técnicamente sería posible reunirla, tampoco es que necesitaríamos alquilar la Plaza de Toros.

Estas son las líneas que quería exponer. Mejorables con el debate, recordando siempre que no estamos hablando de cualquier cosa, sino de cómo perfeccionar el funcionamiento de lo que vemos todos como una herramienta estratégica e  imprescindible para regenerar democráticamente la vida política navarra. Tiempo habrá de discutirlas y confrontarlas con otras propuestas, porque ahora, insisto, las prioridades son otras.

Praxku

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