domingo, 6 de enero de 2013

CATALUÑA: EVITAR LA COLISIÓN DE BARCOS


1.Seguimos la cuestión catalana por varias razones. Por el largo recorrido histórico que los dos países pirenaicos hemos compartido. Porque en la actual situación política catalana, en la gran agitación que se vive en Madrid, en la colisión de barcosque Artur Mas llama a evitar, vemos reflejadas unas circunstancias que hemos vivido muy recientemente, durante el mandato del lehendakari Ibarretxe. Y, finalmente, nuestro interés proviene del que los vascos no podemos plantear la gestión presente de nuestros problemas más acuciantes sin tomar la temperatura a la evolución de los acontecimientos en Cataluña.
2.Tras las elecciones del 25-N, CiU muestra una maniobrabilidad política limitada. Con el pacto con ERC como única salida, Artur Mas se ha visto obligado a fusionar dos programas cuyo punto de conexión más evidente es el apoyo a la consulta popular.Muchos creen que, en este contexto, CiU ha realizado numerosas concesiones programáticas a ERC, cuyo compromiso con la estabilidad institucional sólo alcanza hasta 2014, aunque se pueda verificar su continuidad con el inicio del proceso de aplicación del derecho a decidir.
A mayor influencia real del partido de Junqueras en la próxima acción de gobierno mayores riesgos asumen los republicanos. Es decir, el hecho de compartir responsabilidades con el programa del Govern, a pesar de no participar de él, no dejará de comprometer a ERC con los resultados de la misma gestión del ejecutivo y aligerará a CiU de parte de la carga social que comporta imponer sacrificios para superar la crisis. Como contrapartida, lo que el partido de Mas sí está viendo erosionarse es su valiosa cartera de amistades, principalmente su ascendiente entre los agentes económicos que comparten muy poco el giro que la implicación de Esquerra impone al Govern.
3.Pese a esto, Artur Mas cuenta con dos bazas con los que buscaría flexibilizar su rígida situación. En primer lugar, el acuerdo entre CiU y ERC incluye una cláusula de aplazamiento del proceso de consulta que puede activarse en función del desarrollo del “contexto socioeconómico y político. En segundo lugar, insiste en ampliar las mayorías políticas y sociales”, dirigiéndose al PSC, eventual aliado que podría aportarle una mayor base social en clave catalana y la posibilidad de recuperar el enganche perdido con el resto del Estado, ahuyentando el peligro de la gran colisión de barcos soberanistas.
4.Es posible evitar esa colisión. O, al menos, sigue siendo necesario evitarla. La opción natural del catalanismo no es el independentismo. En su sector mayoritario, el argumento independentista proviene del fracaso de la alternativa deseada en  primer lugar: el reconocimiento de la nación catalana en el marco de un estado plurinacional. A eso habría que añadir que, en un territorio en el que se pagan más impuestos que en ningún otro lugar del reino de España, la hipersensibilización ante la situación de dependencia fiscal asociada al mantenimiento del actual statu quo ha hecho crecer el independentismo de raíz económica. Así y todo, Mas sigue ahora mismo sin nombrar la independencia.
¿Es tarde para evitar la colisión? Esta preocupación no es nueva. “La cuestión viene a quedar siempre encerrada en el mismo dilema: o la fuerza o el pacto. Pi i Margall abordó de esta manera el dilema, tan vigente ahora como hace 150 años, cosa que si algo significa es la gran cantidad de tiempo perdido. “Temer que por el pacto se disgregan en España las provincias es abrigar la idea de que permanecen unidas por el solo vínculo de la fuerza”. Lo que es relativamente nuevo en el catalanismo mayoritario es la conclusión de que no hay nada que hacer con España y que la cultura política de las fuerzas españolas es imposible de cambiar.
5.Hace algunos años,  Artur Mas propuso una refundación del catalanismo que resolviera la perplejidad en la que se encontraba sumido ante el fracaso de su tradicional objetivo de regenerar España. En el curso de la conferencia titulada “El catalanismo, energía y esperanza para un país mejor” (20-noviembre-2007), confesó que estamos más preparados para tener una relación abierta con el mundo que una relación desacomplejada con España”.
La superación del complejo provendría de la asunción de que el futuro de Cataluña no depende tanto de Madrid o de Bruselas, sino que depende de la máxima cohesión nacional de los catalanes, de transformar el país hasta situarlo a la vanguardia del mundo, de convertirse en territorio globalizado y de ejercer el derecho a decidir. Es decir, según Artur Mas, el futuro catalán dependería lo que éstos sean capaces de hacer por sí mismos.
El proyecto de refundación propuesto por Mas buscaba reagrupar a los catalanistas bajo la égida de la Casa Gran del Catalanisme. Sus postulados, que buscaban por ello el propósito de alejarse del tacticismo electoral o partidista, partían de la fórmula “nación plena”:
A menudo hablamos de plenitud nacional cuando nos referimos a la aspiración del más alto grado de autogobierno o de soberanía. En cambio, considero que la nación plena la hemos de asociar a la idea de que la sientan suya todos o prácticamente todos los catalanes”.
Del logro de esa plenitud nacional dependería el desarrollo de los nuevos referentes del catalanismo refundado. Una comunidad así cohesionada podría abordar por sí los retos de globalizarse y situarse en la vanguardia mundial y podría afrontar el ejercicio del derecho a decidir en un marco de confianza y autoestima, sin el peligro de sufrir una fractura interna.
Todavía así, el catalanismo refundado debía evitar pasos en falso. De acuerdo con el proyecto de la Casa Gran, se trataría de seducir y no de resistir. La fuerza de los catalanes es Cataluña entera. Por lo tanto, de ahí que el derecho a decidir requiriera que “los temas sobre los cuales se ejerza descansen sobre amplias mayorías cualificadas y reforzadas, con el fin de proporcionar a esta decisión toda la legitimidad y la fuerza necesarias y también para evitar dividir la sociedad en dos mitades”.
6.Volvemos a la pregunta que hemos repetido a lo largo del artículo. ¿Es posible evitar la colisión de soberanismos? Desde luego, habrá que ver en adelante cómo se desenvuelve el escenario catalán. No cabe esperar que el buque del centro español vire de rumbo. Pero, el timonel catalán debe mostrar que sabe distinguir entre el fin (“la existencia y fortalecimiento de la comunidad nacional”) que persigue y los instrumentos (“el poder político”) de los que quiere disponer.  Mucho más si de verdad cree que “estamos en un momento en que se pueden destruir gobiernos, pero también países. Un momento ante el que no cabe dejarse llevar por la irresponsabilidad temeraria de quien juega el futuro del país a un solo acto, que además es de resolución incierta.
Si el catalanismo de CiU se mantiene fiel a las bases de su refundación expuestas en el marco de la Casa Gran, habremos de esperar que Cataluña sorteará la amenaza con éxito. Es decir, si en su actuación prevalece siempre el logro de laplenitud nacional respecto a la pulsión antagonista es seguro que evitará el choque y ganará para la causa de la nación plena, global y de vanguardia a la parte de Cataluña hoy recelosa.
Joxan Rekondo, en Aberriberri

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