lunes, 28 de septiembre de 2009

LA MEMORIA PERSEGUIDA

Dentro de la doctrina llamada de «tolerancia cero» que impide ciertos actos argumentando que suponen una «humillación para las víctimas del terrorismo», ayer en Zarautz se rizó el rizo. La Audiencia Nacional española había prohibido los actos de la plataforma Ahaztuak 1936-1977, con motivo del 34 aniversario de los últimos fusilamientos legalmente ordenados por la dictadura franquista. Y fue la Ertzaintza la que terminó identificando... a las víctimas del franquismo. En concreto, a dos hermanos de Jon Paredes Manot, Txiki, fusilado el 27 de setiembre de 1975.

Ahaztuak había hecho un llamamiento ante su tumba, en Zarautz. Al igual que ocurrió en Gasteiz, una dotación de antidisturbios de la Ertzaintza y agentes de paisano, auto en mano, se personaron en el cementerio. Ataviados con escudos, cascos, porras y peloteros, ordenaron retirar la ikurriña y la bandera republicana colocadas sobre la tumba, junto con cinco claveles rojos que hacían referencia a los cinco fusilados.

Aunque la madre, hermanos y otros familiares de Txiki trataron de explicar a los agentes que únicamente pretendían estar unos minutos en silencio en aquel lugar, los ertzainas obligaron a salir a todos del cementerio e identificaron a cuaatro familiares y allegados.

Fuera de Euskal Herria, en Catalunya, sí pudieron celebrar ayer un homenaje. Cerca del cementerio de Cerdanyola del Vallés, lugar en el que se produjeron los cinco fusilamientos, una veintena de personas colocaron una placa y realizaron una ofrenda de flores en su memoria.
El lugar elegido en Gasteiz para recordar a «todos los represaliados por el golpe de estado, la represión y la dictadura» fue el muro trasero del cementerio de Santa Isabel, «ya que fue éste uno de los sangrientos escenarios donde los franquistas asesinaron a decenas de militantes republicanos, comunistas, socialistas o nacionalistas», explicaban desde Ahaztuak. Una veintena de personas se reunieron en el citado muro, también ante la vigilancia de la Ertzaintza, que acudió lugar poco antes de las 12.30, hora de inicio del acto.

Los convocantes explicaron que habían recibido la noticia de la prohibición del acto a través de los medios, por lo que decidieron suspender el acto. A los cinco minutos, los ertzainas tomaron la palabra para recalcar que «este acto está prohibido y ya han pasado los cinco minutos de cortesía», por lo que exigieron que los presentes se retiraran del lugar y mostraron el auto emitido por la Audiencia Nacional española.

Varios de los allí reunidos, indignados, comentaban que «habrá que mandar a los jueces a que vayan al Valle de los Caídos a comprobar haber si Franco está muerto».
Ahaztuak 1936-1977

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