En el Foro Económico del Instituto de Estudios del Este (Polonia), Aznar ha demostrado no sólo que habla sin complejos, sino que ha perdido la decencia que otorga la humildad en cuanto reconocimiento de las propias limitaciones. “Europa no saldrá de la crisis con más proteccionismo, sino con más reformas, apertura, y con más libertad” Aznar ignora lo que significa el término libertad en su profundidad. Por eso sólo puede referirse a la libertad absoluta de mercado. El discípulo amado de Fraga, que reposó su cabeza sobre el regazo del ex ministro franquista, confunde el valor de las palabras e identifica libertad con liberalismo económico. Y como ignora la hondura de ese quehacer humano que es la empresa siempre provisional de ser hombre, sólo puede referirse al zarpazo selvático de la transacción mercantil. Y ahí sí. El gran economista, el presidente-milagro-del-crecimiento-español, reclama la no intervención de ningún poder que modere la ambición de unos pocos a costa de todos los demás. Los ricos lo son a costa de los pobres y Aznar defiende esta esclavitud como una bendición mercantil. Los “pilares” sobre los que se debe diseñar Europa son “una defensa de la libertad y la historia del Viejo Continente” Aznar habita un mundo pequeñito. Le basta y le sobra para su capacidad mental. Contentarse con el “viejo continente” es negar la globalización como amplitud de visión, como comprensión universal. Responde a una mentalidad pueblerina, paleta y estrecha. Reducirse a ese viejo continente es despreciar la aportación de nuevos mundos, de ricas culturas, de anchuras enriquecedoras.
“El sueño de Europa es la libertad”, afirma Aznar, hundiéndose en su confusión interior. Nadie puede decirle al ex presidente las copas de vino que debe tomar antes de ponerse al volante, ni a la velocidad a la que debe conducir. Espero que esta no sea la libertad a la que aspira Europa. Pero Aznar-botellón-fórmula 1 no da para más.
D. José María no es sólo un economista ajeno a las raíces más profundas de la crisis actual hundidas en esa falta de control, en ese neoliberalismo salvaje, en esa ambición carnívora, sino que además se proclama una y otra vez defensor de los fundamentos cristianos de Europa. “Necesitamos conservar nuestra historia porque mantener nuestra historia es conservar las raíces del cristianismo”.
Compaginar esa antropofagia económica con una vivencia cristiana resulta imposible. Hacer coincidir Vaticano-Jerarquía-capitalismo es fácil. Cristiandad y dinero van de la mano. Confundir Vaticano con cristianismo es una tentación eclesiástica (no eclesial) permanente. Unificar cristiandad con cristianismo, también. Pero esa mezcla en una mente lúcida como la de Aznar debería ser incompatible. Aznar está acostumbrado a manosear las palabras como manosea el precio de sus conferencias.
Rouco: “Si las familias de Madrid y Pozuelo rezasen todos los días el Rosario de la Virgen no habría ocurrido lo que pasó el fin de semana” “Los remedios sencillos piden almas y corazones sencillos que, de algún modo, saben ser esclavos del amor de la Virgen y del amor de Cristo”, pontificó.
Rouco Varela se encarnó en Aznar y habitó entre nosotros
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