Es muy significativa la forma en que los medios de comunicación del Estado español tratan a los presidentes de Venezuela y de Bolivia. Las recientes y casi simultáneas visitas de Chávez y de Morales han permitido ver con especial claridad las semejanzas y las diferencias entre ambos tratamientos mediáticos, los estereotipos que unas noticias diseñadas por y para descerebrados intentan imponer a la opinión pública.
A Chávez nos lo presentan siempre como un populista histriónico y deslenguado (menos mal que hay monarcas de mente preclara que saben hacerlo callar con sutileza y elegancia); es un militar resabiado y calculador, y muy peligroso: tiene armas y petróleo, y es amigo íntimo de Fidel Castro y de los más fanáticos dirigentes orientales.
A Morales, por el contrario, los medios intentan presentarlo como un advenedizo tímido e ingenuo al que le cuesta hablar en público, como corresponde a un campesino ignorante, un indio a medio civilizar. Y su país es pobre y subdesarrollado, aunque posee importantes recursos naturales que no hay que dejar que caigan en malas manos. Morales no es peligroso en sí mismo, pero manipulado por Chávez y por Fidel puede llegar a serlo.
Y en su campaña de caricaturización y descalificación sistemática de ambos presidentes anticapitalistas, los medios no podían pasar por alto el lapsus de Evo Morales al referirse al canciller “de la República de España”. El pobre indio recién salido del altiplano ni se ha enterado de dónde está. ¿Cómo no va a manipularlo el diabólico Chávez?
Pero ¿ha sido realmente un lapsus lo de Morales? ¿Es un lapsus llamar Zelaya al presidente de Honduras o Palestina a lo que algunos llaman Estado de Israel? ¿O es sencillamente llamar a las cosas por su nombre, algo que los grandes medios nunca están dispuesto a hacer ni a admitir? Nuestro Gobierno legítimo es la República, que sigue viva en el exilio interior de millones de republicanos, y el régimen impuesto por Franco y aceptado por un hatajo de traidores tiene la misma legitimidad que Micheletti o el supuesto Estado de Israel. En todo caso, el lapsus de Evo no ha sido decir “República”, sino decir “España”.
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