martes, 11 de agosto de 2009

SI COMEMOS MENOS CARNE AYUDAREMOS A REDUCIR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Nuestra forma diaria de comer con dietas ricas en proteína animal, además de perjudicar a la salud de nuestro propio cuerpo, también incide directamente en la salud del Planeta Tierra, nuestra morada.
Nuestra sociedad ha cambiado muchísimo en los últimos 75 años, pasando de ser una sociedad agrícola a industrial y de servicios, pero las costumbre de alimentarnos según la forma de vida anterior basada en el esfuerzo físico no ha cambiado tanto. Seguimos alimentándonos de una forma desequilibrada basada en el producto animal y derivados, especialmente con carnes rojas, cuando dietéticamente está demostrado que es más que desaconsejable por las enfermedades que produce en los humanos.
Todavía existe la creencia en que si no consumimos carne estaremos mal alimentado, cuando las proteínas las podemos también conseguir de alimentos vegetales, como son las legumbres y los derivados de la soja y el trigo (tofu, temphe y seitan). Por otra parte, hasta el desarrollo físico de la persona, entre los 21 y 23 años son necesarias las proteínas, pero a partir de esa edad no lo son tanto. Las proteínas son como los ladrillos a la hora de construir una casa. Una vez construida solamente los necesitaremos para reparar los que se hayan deteriorado.
La industria mundial del ganado supone la quinta parte del total de emisiones de gases de efecto invernadero. Reducir el consumo de carne ayudaría a luchar contra el cambio climático. El vacuno es especialmente costoso para el medio ambiente. Aparte de las emisiones de metano producidas por los animales, producir un kilo de carne cuesta 15 kg. de grano y 30 de forraje. El grano necesita fertilizantes, que requiere de mucha energía para ser producido. También los procesos industriales de mataderos, embasado y distribución de los productos generas muchos desechos orgánicos y emisiones de CO2. Grandes extensiones de selvas se han deforestado para producir soja con destino a la producción de carne en los países ricos.
El consumo mundial de carne debería reducirse, al menos en un 10% para así disminuir el impacto de la producción de alimentos cárnicos sobre el cambio climático, según las conclusiones del trabajo de los investigadores Tony McMichael, de la Universidad Nacional de Australia, y John Powles, del Departamento de Salud Pública y Atención Primaria de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Si los hábitos alimentarios no cambian, las emisiones tendrán que ser reducidas en dos terceras partes en 2050, con un gran costo económico. Si la población mundial, por el contrario, optase por una dieta baja en carnes -70 gramos de vacuno y 325 gramos de pollo y huevos semanales- se liberarían 15 millones de kilómetros cuadrados de terrenos agropecuarios. La vegetación que podría crecer en estos terrenos absorbería CO2. Las emisiones de gases de efecto invernadero también caería un 10% debido a la reducción de ganado, según estas estimaciones.
Se podría ayudar a los consumidores a llevar a cabo esta reducción del consumo de carne de manera efectiva, incluyendo los costes de las emisiones de CO2 en el precio de la carne. Por desgracia, el aspecto económico sería el más efectivo en este caso, cuando lo debería ser el ético y moral.
Editorial de Navarra Verde, editado por LURRA



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