Tras el repaso somero que hemos hecho de la política navarra desde las primeras elecciones democráticas ya tenemos configurado el marco y el contexto en el que Nafarroa Bai va a desenvolverse en los próximos años, y era importante aclarar cual es ese contexto porque el problema principal para desarrollar cualquier acción política en la Comunidad Foral es que contrariamente a lo que ha pasado en la Comunidad Autónoma, e incluso en el resto de España, en Navarra no ha existido Transición política que nos haya llevado a la “normalidad democrática”.
La famosa “cuestión de estado” es, y probablemente lo seguirá siendo, el mayor lastre para esa normalización. Así en el contexto político de Navarra nos encontramos con la única Comunidad que no tiene un Estatuto democrático sino un remedo de pacto pseudo foralista entre dos partidos profundamente españolistas, hurtado a la decisión democrática de los navarros, que tiene como único objetivo “blindar” la españolidad de Navarra y como consecuencia directa impedir el avance del nacionalismo vasco. Pacto en el que el propio progreso social, político y económico de Navarra es una cuestión menor.
Pacto apoyado en la mayor operación de intimidación social que se ha dado en la historia de la democracia española, como fueron los trágicos sucesos de San Fermín del 78.
Nos encontramos, también, con un anacronismo político como es la existencia de un partido como UPN, el carlismo navarro se autolaminó en el 36, carente de cualquier ideología al margen del mantenimiento del “status” establecido de una clase político empresarial acostumbrada a dirigir Navarra como su finca particular.
Tenemos a continuación un Partido Socialista que ha hecho dejación de su ideología social en el altar del españolismo más rancio y al que el gobierno perpetuo de UPN le parece el mal menor a consentir para obstaculizar cualquier veleidad nacionalista y acostumbrado a “cobrar” en forma de prebendas para su élite dirigente la renuncia a cualquier tipo de alternativa.
Y para terminar de adecentar el panorama contamos con el grupo de irreductibles del anagrama ETARRA elaborado a ganchillo.
Y es en este contexto donde tiene que trabajar y crecer Nafarroa Bai, un contexto donde la mayor urgencia es la normalización política y democrática de Navarra, donde es necesario que barbaridades democráticas como la estrategia del quesito, el blindaje de Navarra, la posible “locura” de los navarros o el aislamiento político de un tercio de la población no sean nunca más posibles.
Es necesario recuperar la capacidad de decisión de los navarros sobre su propio futuro y que los navarros vuelvan a ser sujeto político en su propia tierra. Que no sea posible nunca más que Navarra sea objeto de discusión en Loiola o su gobierno decidido en Madrid entre dos políticos ajenos a Navarra y un hostelero “pastelero”.
Así pues, la posición política de Nafarroa Bai no puede ser ni antisistema, ni siquiera altersistema, Na Bai debe situarse en la centralidad política y democrática de Navarra y debe tener vocación de gobierno, solo desde allí tendrá la capacidad de iniciar y terminar la transición política de Navarra.
Y para ocupar esa posición Nafarroa Bai debe ser fiel a su espíritu fundacional, el BAI. Debe ser un espacio político abierto donde quepan todos aquellos que crean que Navarra es algo más que el Cortijo Floral o una “cuestión de estado” española. Debe ser un espacio diverso pero con un mensaje claro y nítido a la ciudadanía.
Todos los partidos que actualmente componen la coalición son necesarios desde sus propios planteamientos políticos y ninguno debe renunciar a su ideología, pero a su vez deben alejar la tentación de convertir Na Bai en un reflejo de si mismos o imponer su propio ideario, lo contrario supondría colocar bridas a su propio crecimiento. Nafarroa Bai debe ser el referente político del nacionalismo en Navarra pero sin olvidar que Na Bai no es solo una coalición nacionalista sino que tiene otros fines y otros cauces y para desarrollarlos es necesario que asuma su propio papel político como Na Bai y no como una suma de cuatro o cinco planteamientos diferentes.
Las cuotas, los vetos, el doble discurso deben desaparecer y para ello Nafarroa Bai deberá dotarse de una estructura que garantice la existencia política y la viabilidad económica de los partidos pero en la que las decisiones se tomen como Na Bai, desde una perspectiva propia de Navarra, y que sea capaz de articular ese mensaje.
Es obligado, también, que Nafarroa Bai salga de los feudos tradicionales del nacionalismo en Navarra y que sea sentida en toda la comunidad como una fuerza propia, con la que se puede estar o no de acuerdo, pero que nadie pueda dudar de su navarridad. Para ello resultará imprescindible una labor de extensión por toda la geografía foral, en la que los nabaigunes y los grupos de apoyo a Nafarroa Bai deben de ir adquiriendo un protagonismo cada vez más acentuado, sin la tutela que algunos se sienten tentados a ejercer.
Esto lo sabemos todos en Nafarroa Bai, aunque a algunos les resulte difícil renunciar a las viejas formas de hacer política ligadas a la disciplina y a los aparatos partidistas.
Ander Muruzabal (en Aberriberri)
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