La Jarana tiene su origen en el grupo de chicas que se reunieron en el local de los Moreno, en el Póstigo, en 1976, adoptando el nombre de “El Cascabel”. Sonaron así durante tres años. Desde entonces, y hasta 1984, pasaron por varios locales con varios cambios de nombre: “Las Cadenas”, “El Bullicio Marcillés” y “El Revés”.
La componen sólo mujeres. Madres e hijas. Los hijos, que también los hay, comen en el local, pero en cuanto tengan edad suficiente saldrán de su cobijo y levantarán el vuelo. Los maridos, son uno de cada costal, y pasan las fiestas con sus cuadrillas. Estas amazonas festivas son la peña La Jarana, esas que durante años han saludado a través de las páginas del Molinico diciendo “somos las chicas de La Jarana, y hacemos lo que nos da la gana”.
Van a cumplir 25 años como peña, que no como cuadrilla. El origen se sitúa en las féminas nacidas en 1969, aunque algunas amigas han quedado descolgadas por el camino, y en este tiempo ha habido nuevas incorporaciones con distintas edades. Les gusta el ambiente nocturno, de hecho, se han prodigado en las escapadas noctámbulas; pero eso no les ha provocado descuidos en la atención a los hijos. “Reivindicamos un pañuelo rojo del Ayuntamiento, porque cuando apenas teníamos 25 años de media, la mayoría ya teníamos hijos, y no dejamos de atenderlos y de salir por la noche para hacer ambientico por los bares”, afirman, para añadir que “fuimos en su momento la cuadrilla de mujeres más jóvenes, y con mayor número de hijos de media, así que algo nos tendrían que reconocer por el fomento de la natalidad y nuestra contribución al ambiente festivo, además de reivindicar el nuevo papel de la mujer en las fiestas”.
Con sorna o sin ella, lo cierto es que han sabido sobreponerse a la larga travesía por el desierto que ha supuesto el casamiento, la atención de la casa, maridos e hijos. “Algún año hemos estado comiendo en fiestas dos, tres o cuatro. No había más. Pero la puerta no ha estado nunca cerrada, y siempre ha habido al menos comida”, aseguran.
La peña La Jarana es una cuadrilla caracterizada por crear ambiente para sí mismas. Quizá un poco cerradas. No obstante, varios años organizaron chocolatadas a las cinco de la mañana, sin previo aviso y sin aparecer en el Programa Oficial. “Se nos ocurría, lo hacíamos y nos íbamos a buscar gente y a correr la voz a la discoteca. Pero dejamos de hacerlo porque el último año no venía gente ni buscándola a jornal”.
En realidad, La Jarana tiene su origen en el grupo de chicas que se reunieron en el local de los Moreno, en el Póstigo, en 1976, adoptando el nombre de “El Cascabel”. Sonaron así durante tres años. Desde entonces, y hasta 1984, pasaron por varios locales con varios cambios de nombre: “Las Cadenas”, “El Bullicio Marcillés” y “El Revés”. De este último nombre no se acuerda nadie, porque coincidiendo con el bautizo decidieron vestir con una blusa verde complementada con un naranja intenso, y durante tres años fueron conocidas por “las aspirinas”, un apodo que no les agradó y que obligó a tomar medidas.
Así, en 1984, dieron un vuelco a la peña, adoptaron el nombre sanferminero de “La Jarana”, y empezaron a vestir con blusas negras, con complementos blancos. Nombre y colores les han durado 25 años. En este cuarto de siglo es más lo que no se puede contar, que lo que cabe en este espacio. Vaya por delante que han participado en todas las ediciones del Carnaval y que incluso, se cosían sus propios disfraces cuando la gente salía en Nochevieja. “No había telas como ahora, y si necesitábamos estampados, los confeccionábamos con pintura y patatas”. También han participado casi 15 años en el concurso de calderos de Ferias, “y no nos hemos llevado nunca premios, así que reivindicamos un trofeo a la constancia”.
En fiestas, abrieron dos años su local el 23 de agosto para servir bebida a la gente. “Entonces estábamos solas en la Travesía de La Cava, y nos quedamos sin bebida. Saralegui decía: “¡otra vez queréis cerveza!”. En 1985 acudieron a la Plaza de Toros con el resto de peñas, bocadillos y bebida en ristre; y en dos ocasiones sacaron dianas, primero con una peña de mayores, “La Orka”, y después con una de pequeños: “El Recorte”. De ambas experiencias guardan buenos recuerdos. También de cuando hacían el caldico para repartir por las noches. “Lo hacíamos nosotras, y siempre tenían que ir a la peña dos o tres cada cierto rato a dar vuelta y vigilarlo”.
Este año, como conmemoración de la efeméride, además de lucir los pañuelos rojos con el nuevo escudo, van a organizar un almuerzo popular en la Plaza de los Auroros, presentarán pancarta, y participarán una noche en el reparto del caldico. Además de dejar a los hijos con sus padres el día 25, y disfrutar de un día de Jarana: dianas, desayuno, almuerzo, comida, ruta de vinos y hasta que el cuerpo aguante.
Jose Mª Cambra Amigot (en Zona Media Digital)
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