Ecologistas en Acción responde a las declaración del Secretario General del Mar, Juan Carlos Martín Fragueiro a El País sobre la gestión de la costa. La organización vuelve a mostrar su decepción por la apuesta por la insostenibilidad del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
En declaraciones a El País, Juan Carlos Martín Fragueiro, Secretario General del Mar, afirma que “el presupuesto de Costas es de 250 millones y queremos primar actuaciones que generen ingresos a los empresarios y salvaguarden empleos, más que un programa de adquisición de fincas para preservarlas”. Para Ecologistas en Acción esta sentencia está en consonancia con la política que está siguiendo el ministerio en la que prima una y otra vez el crecimiento frente a la sostenibilidad. Por las declaraciones del Secretario General podría parecer que la costa española es un terreno semi-virgen, cuando la realidad es todo lo contrario. Lo que hace falta es preservar lo poco que queda y aumentar los espacios protegidos, no incrementar los ingresos a los empresarios.
Además, el responsable de las políticas costeras defiende la enmienda que el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM) ha presentado a la Ley de Costas para su aprobación en el Parlamento. Esta enmienda la introdujo de tapadillo en una disposición adicional de la Ley de Navegación Marítima y supone que las concesiones en dominio público marítimo-terrestre se podían vender, en lugar de únicamente heredar, como hasta ahora. Es decir, va en el sentido diametralmente opuesto al espíritu de la Ley de Costas. En lugar de acelerar la recuperación como patrimonio público de este espacio, se facilita su permanencia en manos privadas y hacer lucro privado con él.
Ecologistas en Acción recuerda que la Ley de Costas se aprobó en el lejano 1988 y, a estas alturas, todavía no está deslindada toda la costa (el porcentaje es del 87%). El deslinde es el paso inicial para poder recuperar para uso público lo que la ley determina que así es: el dominio público marítimo-terrestre. El siguiente paso para su aplicación sería estudiar si se dan concesiones a las construcciones ya existentes en el dominio público, las cuales pueden ser de 30 años prorrogables otros 30. Si hoy se otorgase una concesión estaríamos pues hablando de que esta podría prolongarse hasta 80 años desde la aprobación de la ley (20 años que ya han transcurrido, más los 60 posibles de concesión). Para Ecologistas en Acción este periodo de aplicación es más que suficiente para hacer injustificable cualquier queja a la Ley de Costas.
Es decir, en más de 20 años, los distintos Gobiernos no han sido capaces de realizar ni siquiera los deslindes y el MARM lo que hace, en lugar de acelerar el trabajo retrasado, es dificultar el cumplimiento del espíritu de la ley metiéndole reformas por la puerta de atrás.
Además, en lugar destinarse a iniciativas de protección, una parte muy importante del presupuesto de Costas se sigue dedicando a regeneración de playas y paseos marítimos, lo que no tiene nada que ver con una gestión sostenible de la costa, sino con una gestión turística de la misma. Por otra parte esa práctica va en contra del artículo 44 de la Ley de Costas, que restringe este tipo a actuaciones a ocasiones excepcionales.
En el tema de los chiringuitos, Martín Fragueiro hace casi una apología del incumplimiento de la ley al declarar: “La ley dice que el chiringuito sólo puede tener 150 metros cuadrados y que tiene que haber 200 metros entre ellos. Pero si cuando te dieron la concesión tu chiringuito medía 168 pues sigues con 168. Cuando llegue la prórroga tendrás que adaptarte a la ley. La norma fija un límite al espacio de los chiringuitos. Pero si alguien puede ir al servicio al chiringuito sin tener que tomarse una cerveza pues ese espacio puede no computarse. Estas cosas se hablan”. Ecologistas en Acción se pregunta si la función de un cargo público es poner en marcha la legislación y hacerla cumplir, o lo que está realizando el Secretario General del Mar.
En conclusión, Ecologistas en Acción vuelve a mostrar su profunda decepción con la línea general del MARM y vuelve a pedir que abandone la obsesión por el crecimiento y reconduzca sus objetivos hacia la sostenibilidad, entendiendo que necesitamos menos para vivir mejor.
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