jueves, 6 de diciembre de 2012

VIAJE EN RECUERDO DE TOMÁS CHIVITE

Viajo a Chile con un propósito, visitar a mi querido amigo, primo y hermano Fredy Chivite y a su familia. Fredy es hijo de Tomás Chivite Fernández, el que fuera concejal socialista en Olite en la II República, que una vez acabada la guerra estuvo preso en el campo de refugiados de Gurs en Francia y acabó como pasajero del Winnipeg, el "barco de la esperanza", aquel navío que el poeta y diplomático Pablo Neruda fletó desde la costa gala llevando consigo a más de 2.000 exiliados españoles, 2.000 sueños que cruzaron el océano en busca de un futuro que su patria les negó.
Tomás subió solo al barco. Dejó tras de si a su hermano Sebastián, este vivo, y a otro, Agustín, fusilado en 1936. Se fue sin nada....solo el Atlántico por delante. Aquel buque llegó hasta Valparaíso, Chile, donde pudo reiniciar una nueva vida. Esta es una historia entre miles. La que a mí me ha tocado de cerca y poco puedo hacer más que recuperarla y traerla hasta aquí, y desde aquí honrar su nombre y su memoria.
Mi primer día en Santiago de Chile lo ocupamos en visitar el cementerio. Era un hermosa mañana soleada y ahí estaba su tumba, "Tomás Chivite Fernández, 6 de noviembre de 1969", rezaba. Engalanamos el nicho con una bandera republicana. Su hijo colocó unos claveles rojos con un puñado de tierra llevada desde Olite. Sonó un aurresku y la Internacional. Fue un momento emotivo y se escapó alguna lágrima. Marchamos después a casa de Teresa Campos, la joven que compartió la vida de Tomás. Cumplió 96 años esos días. La obsequié con un pañuelico de fiestas. Se retrató contenta y me mandó saludos para la familia de Olite. ¡Gracias, Teresa!
Al día siguiente Freddy me llevó hasta la Costa. El Pacífico me enamoró. Tenía un azul intenso y unas enormes olas que hipnotizaban, un océano que cautivó a Neruda y al lado del cual levantó su casa en Isla Negra....Un lugar mágico, con paredes que guardaban colecciones maravillosas de objetos que su dueño recopiló por todo el mundo. Mascarones de proa de viejos barcos desafiaban al visitante,
De pronto, llamó mi atención una placa situada en un muro exterior. Me acerqué. Era un recuerdo dedicado a Nerudapor "los españoles del Winnipeg". En la inscripción estaban grabadas las hermosas palabras del premio Nobel de literatura: "Todos fueron entrando al barco....Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria, y me sentí orgulloso".
Itziar Munárriz, en La Voz de la Merindad

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