domingo, 23 de diciembre de 2012

EL GUARDIÁN DEL MONTE PLANO

Más de un caminante se habrá preguntado por las curiosas tapias y construcciones de piedras que jalonan diferentes puntos de esta extensa meseta de aluvión de 1.100 hectáreas de superficie y una longitud de 5 km, que se extiende entre Tafalla y Olite. El responsable de las mismas no es otro que Toñín Olcoz, que pacientemente, paseo a paseo, piedra a piedra, ha ido levantando con la única ayuda de sus manos, una barra de hierro para hacer palanca con las de mayor tamaño y peso, y su pericia para, seleccionándolas y haciendo casar unas piedras con otras según tamaños y formas, levantar una sólida muralla.
"La primera vez que coloqué piedras a modo de protección y delimitación fue hace 16 años en el camino que llevaba al aeródromo que se utilizaba en las campañas de verano de extinción de incendios. A lo largo de ese camino se había procedido hacía unos años a una repoblación de encinas y coscojas que a duras penas conseguían sobrevivir. Para proteger este arbolado, se me ocurrió ir colocando piedras en el borde del camino para delimitarlo e impedir que se fuera haciendo mayor por el paso de los coches, camiones, motos, personas y algún que otro rebaño. En esta primera acción llegué a construir una tapia de 200 metros de longitud y poco más de medio metro de altura que pronto se reveló una medida muy efectiva, pues aquellos ejemplares jóvenes comenzaron a pujar con fuerza", cuenta Toñín. Animado por el resultado obtenido y consultado con el guarda rural de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Tafalla que le aseguró que no estaba contraviniendo ninguna norma sobre actuación en el bosque comunal, Toñín Olcoz siguió en sus paseos acarreando y amontonando piedras para otras construcciones encaminadas a proteger más arbolado y delimitar caminos.
Los cruces de caminos y los grupos de árboles que los suelen marcar se convirtieron entonces en su principal objetivo de este accionar a pedradas. "Al conocer tan bien el Plano y frecuentarlo casi a diario, me fui dando cuenta de que los caminos en los cruces cada vez eran más anchos, las zonas para estacionar vehículos también y todo esto asfixiaba al arbolado más expuesto que en el peor de los casos llegaba a desaparecer. Alrededor de estos árboles y en diferentes sitios fui levantando un perímetro protector de piedras que al menos en esos lugares ha frenado el deterioro, y los árboles lucen hermosos y saludables de nuevo", señalaba con orgullo. Algunos de los trabajos que ha ido desarrollando a lo largo de estos dieciséis años han desaparecido (canal de Navarra, prospecciones del TAV, nuevas pistas, graveras, movimientos de tierra....); en otros casos se han llevado las piedras, que de todo hay; y otros se mantienen en forma y sirviendo al objetivo para el que se crearon. Él no se desanima, al contrario, sabe que lo que hace es una buena medida de corrección medioambiental y que colaboradores anónimos le apoyan en este cometido, pues de vez en cuando, allí donde ha empezado con una nueva construcción, se encuentra con un montón de piedras que otras manos han traído para él. "Yo hago esto porque quiero y con la compensación enorme de que esto es bueno para el Plano, para su conservación, su mejora y puesta en valor, pero también es cierto que me produce mucha satisfacción el que se me acerquen personas y me sugieran, como así me ha ocurrido, que podría señalizar la entrada al camino que conduce a la caseta del Plano, porque entiendo que les gusta lo que hago. Atendiendo esta demanda, así lo he hecho y dos torretas de piedras indican la dirección correcta", afirma.
El tiempo se le pasa volando por los senderos del bosque y piensa que, a pesar de todo, es mucho más lo que este le proporciona que lo que él le puede devolver. Por eso sigue cuidándolo y mimándolo; hace labores de clareo en los pinares; saca a la luz y amontona todo tipo de basuras para que puedan ser recogidas; coloca indicadores para orientar a los visitantes y señalar los principales caminos; otras veces sus construcciones de piedra disuaden al coche que hace trompos o a la moto que derrapa. Las piedras no hablan pero sí con su sola presencia ayudan a que todo aquel que se acerque al Plano sienta la necesidad de cuidar y proteger este patrimonio natural y reflexione sobre los problemas que le aquejan, Toñín Olcoz se da por satisfecho.

A.Berrio, en La Voz de la Merindad

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