viernes, 21 de diciembre de 2012

CARRERO BLANCO: EL PP SALE DEL ARMARIO


¿Qué sentido tiene ahora que TVE programe una miniserie sobre la muerte de Carrero Blanco?  ¿Alguien imagina una serie similar en la televisión alemana sobre Goering o sobre Goebbels? La miniserie fue encargada y realizada en tiempos de Zapatero pero dormía en un cajón, la anterior dirección no quiso  ponerla en antena,  hasta que la actual dirección de TV la vio y decidió  colocarla en la franja horaria de más audiencia.  En los dos capítulos que hemos visto aparece un Carrero Blanco honesto, leal, buen padre y mejor esposo, devoto católico. Eso sí un poco obsesionado con gente que desde luego no son de fiar: comunistas, judíos, masones. Carrero les planta cara a todos, incluido   a ese judío que es Kissinger. ¡Carrero antiimperialista¡ un incomodo obstáculo para la política norteamericana en España según TVE. Lo que nos dice la miniserie es que la democracia  es el producto de una conspiración  norteamericana en colaboración con sectores del franquismo.
No me extraña que algunos, después de ver la serie, canten aquello de  “lo llaman democracia y no lo es”. Ya no es el rey, aquí esté  el salto cualitativo con respecto al discurso tradicional  de la transición, sino la CIA “el motor del cambio”. Ya no hay un rey bueno que convive con unos  franquistas malos  para poder traer la democracia, sin enfrentamientos y violencia,  a los modositos  españoles; no ahora hay unos franquistas honesto y honrado que son traicionados por unos oportunistas  y trepas al servicio de los intereses extranjeros que comanda un peligroso judío  llamado Kissinger. TVE llega  a afirmar, en el colmo de las falsedades, que los explosivos  del atentado provenían de la base norteamericana  de Torrejón de Ardoz.
Como todos sabemos en el lenguaje cinematográfico el director habla más con el objetivo de la cámara y en el montaje que con el texto y el guión. Si el texto y el guion de la serie Carrero Blanco ya son tramposos y delirantes peor  es aun la cámara y el montaje. Por qué por medio del texto y del guión se miente y se manipula los hechos históricos pero por medio de la cámara y el montaje se ensalza  la figura de  Carrero  y se desactiva cualquier interpretación antifranquistas. El objetivo de la  cámara es generoso con Carrero. Se nos muestra  en la barbería, en casa con los hijos, rechazando el coche oficial (¡Ay el coche oficial, que guiño, con la obsesión que tienen todos los tontos de España con ese tema; unos empeñados en no bajarse nunca y otros, no menos empeñados,  en resolver la crisis bajándolos a todos¡) para ir andando con él fiel escolta. La cámara elige los escenarios y los escenarios prefiguran a los actores. Mesura, clama, seguridad, constancia, lealtad son valores  que emergen más de las imágenes que de los diálogos.
La cámara y el guión nos dicen que Carrero no quiere el poder. Carrero es  un prototípico del antipolítico. Y  cuidado no digo yo que esto  último no sea cierto; Carrero  no era un político embustero era un honesto y sincero  asesino, un  militar genocida y fascista, que no necesitaba mentir, solo ejecutar. La cámara quiere  convencernos de que Carrero es lo contrario a lo que hay ahora. ¿Tendrá  esto algo que ver con el “cambio de régimen” del que habla Gallardon? En el reportaje periodístico posterior,  el suegro de Gallardon, Utrera Molina, es uno de los protagonistas más locuaces. ¿No indican esta imágenes  que hay un fuerte movimiento para “salir del armario franquista”, incluso en los perímetros del PSOE y por supuesto dentro del PP?
Pero sigamos con la cámara y el montaje. Hay una escena central  de la miniserie que se compone de unos cinco o seis planos intercalados que muestran los últimos minutos de la vida de Carrero y la explosión en la calle Claudio Coello. Miren dos planos: el  de las manos agarradas al rosario y el plano de los labios rezando. Se intercalan vertiginosamente  a lo largo del último viaje del militar fascista. La  banda sonora es un música sacra, de elevado tono espiritual, que comienza en la iglesia pero que dura a lo largo de todo el viaje hasta el momento mismo de la explosión. La articulación perceptiva de los planos (incluido otro plano aéreo) nos muestra la muerte  de Carrero como el sacrifico de un santo, como la asunción a los cielos (nunca mejor dicho)  del almirante no entre nubes pero si entre cascotes. ¿Qué diríamos si la televisión  pública alemana nos hubiera  mostrado la muerte de Rudolf Hess en Spandau de esta manera? Se  podrá alegar que solía rezar en los viajes y que muy probablemente lo estuviera haciendo durante esos últimos  instantes. Bueno, vale pero ¿y la banda sonora? ¿y el enfoque entrelazado  de los planos? Hay una clara voluntad de  ensalzar la figura y la muerte de Carrero  como si fuera un mártir.
Junto a los dos capítulos de ficción, TVE ha editado también un documental   de tono periodístico  sobre la vida de Carrero donde  aparecen diversas voces y visiones  tanto de la vida como de la muerte del militar fascista.  Estas  voces son plurales y algunas muy autorizadas pero ¿no es esta contraposición entre ficción laudatoria y realidad periodística  otro truco semiótico más?  Cualquiera sabe  que l peso mediático de la ficción es mucho mayor que el del pesado documental clásico, lleno de imágenes en blanco y negro y de sesudos expertos. El impacto inconsciente de las ideas trasmitidas  por medio del relato de ficción  es mucho más profundo, en el lenguaje cinematográfico,   que las ideas que trasmite   el relato supuestamente descriptivo del reportaje periodístico Con este documental TVE pretende curarse en salud en cuanto a la exigencia democrática  de pluralismo pero no hace sino mostrar sus verdaderas intenciones. ¿Por qué la versión de los hechos que cuenta con mayor  apoyo entre los expertos no  es la que refleja la serie de ficción? ¿la hipótesis enloquecida de la complicidad de la ICA queda desmontada de manera concluyente por los expertos, ¿por qué sin embargo es la que mantiene machaconamente la miniserie? Todo apunta a que existe una intencionalidad encubierta de torcer no sólo la historia sino también, y esto es lo novedoso,  el relato dominante  sobre la transición. Qué esta serie hay circulado entre los despachos del PSOE y del PP en televisión es algo muy preocupante que nos informa de hasta qué grado el franquismo salió ileso de la inmaculada transición. La izquierda socialdemócrata no tiene un relato de la transición que no sea el de la derecha. Por eso esta indefensa ante cualquier vuelta de tuerca autoritaria, como ocurre en esta serie, de la misma. Al menos la dirección de RTVE anterior  no publico la serie, la actual más afín que nunca al PP sí, ¿qué significa?
Aunque en esta miniserie se desplaza el centro del protagonismo desde el rey a las conspiraciones de la CIA ( ETA queda como unos albañiles y dinamiteros al  servicio del imperio) sigue permaneciendo una de las constantes del discurso de la transición: la ciudadanía, los trabajadores y  las trabajadoras, la izquierda, incluso los grupos armados no pintaron nada en la llegada de la democracia. Eran simples extras en un guion que otros había escrito. El desempoderamiento de la acción colectiva, sigue presente, ha  demostrado ser muy útil para sus intereses. La diferencia estriba en que  en el discurso  hasta ahora vigente  sobre  del rey  bueno “motor del cambio”,  el franquismo está ignorado; en el nuevo, que la serie sobre  Carrero refleja, el franquismo está rehabilitado con todos sus habíos (militarismo, antisemitismo, nacionalcatolicismo,etc).
¿A dónde nos conduce esto? Esto no significa que  mañana el PP  vaya  a proclamar  el partido único, ni vayan a convertir  el Instituto de la Mujer en la sección femenina o Rajoy vaya a ser proclamado caudillo de España por la gracia de Dios (o por qué Dios es un gracioso, como decía el chiste). Pero si significa que “vienen curvas” y que el PP ha decido salir del armario franquista sin complejos (como diría Jose Mari). La FAES  ha decidido hace tiempo convertir al fascismo de sable y sotana en un referente histórico de legitimación. Para adelgazar el Estado de bienestar hay también que adelgazar, y más, a la democracia. Las batallas que se avecinan son duras, ya no está el efecto narcótico del crecimiento disponible. Para estas  nuevas guerras de clase  por la apropiación de unos excedentes  menguantes, no valen los cuentos de hadas de los príncipes buenos sino los relatos de terror de los ogros malos. Una España libre de coches oficiales y llena de tanques es lo que algunos sueñan y TVE retransmite. Los que no soñamos ni con coches oficiales   y menos aun con tanques, debemos saberlo.
Francisco Garrido, en Paralelo 36-Andalucía


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