Manuel López Merino, exdirector de Caja Municipal y ex director adjunto de Caja Navarra, intervino ayer en 'Boulevard', el programa matutino de 'Radio Euskadi'. Y no duda en señalar a la gestión de Enrique Goñi como la responsable de la situación actual de la entidad.
No es la primera vez que levanta la voz. Manuel López Merino fue el último director de la Caja Municipal de Pamplona y se incorporó como director general adjunto a Caja Navarra, entidad resultante de aquella fusión. Aquello -como recordaba ayer en la radio pública de la CAV- no terminó bien, tal y como se recoge en la entrevista transcrita a continuación. En ella deja clara su posición favorable a que se abra una investigación sobre la entidad. "Acabó mal porque dimití por no estar de acuerdo con la gestión del consejo de la Caja. Y a mi dimisión se contestó con una despedida fulminante, incluso sin indemnización, que tuve que percibirla a los dos años ganando todos los juicios en todos los juzgados de Navarra".
¿Hay que investigar la gestión de Caja Navarra?
Hay que investigarlo, porque no ha aparecido ningún responsable. Y esto ha sido un barco que ha ido a pique. Ha ido a la deriva, con caída en picado y acelerada en los últimos cinco años. Y en los cinco anteriores -que fueron los cinco primeros en la dirección de Enrique Goñi- lo que había era la marcha y el efecto de frenada de la potencia de la Caja Navarra anterior. Ha habido graves errores de gestión y gravísimos errores de control. La principal función de un consejo -esto me lo dijo Josep Vilarasau, ex director general y expresidente de la Caixa- es poner al director general. Y la segunda más importante, quitarlo si no funciona.
¿Le pediría a la Fiscalía que investigase de oficio?
Hay cosas, como las dietas (no solo por la cuantía) que debían haber hecho que interviniese alguna autoridad judicial. A partir de ahí, hay cosas que apuntan a relaciones clientelares, de nepotismo y líneas cruzadas de intereses
Usted siempre ha señalado a Miguel Sanz como el responsable del desastre...
Él fue quien directamente y por encima de todos impuso a Enrique Goñi como director general de la Caja. Y bajo su égida se hicieron unos estatutos que parecían paridos por un sátrapa persa. Estaban hechos para canalizar los deseos e intenciones del que mandaba. No había voz discrepante. Y la composición del consejo se efectuó de la misma forma.
¿Tuvo ansias megalómanas, con la apertura de Washington, la apertura de las 40 oficinas en la Comunidad Autónoma Vasca?
Sí... Una entidad financiera debe distinguirse por la prudencia. Yo siempre tuve presente que las cajas ganábamos céntimos de cada cien pesetas o de cada euro. Ganábamos céntimos y lo hacíamos céntimo a céntimo, que eran la suma de muchas gotas de sudor, de los ahorros de familias, de pequeños comercios, de autónomos y de pequeñas empresas. Pero si uno entra en la caja y se piensa que está en una multinacional, con delirios de grandeza, megalomanía y paranoia y se lleva la empresa como un show business, pues sucede lo que sucede. Y en ese contexto alguien dice que si abrimos en Estados Unidos, nada menos que en Washington, nada menos que en la avenida Pensylvania y frente a la Casa Blanca, ganaremos 300.000 clientes. Había 60 empleados en 800 metros cuadrados. Y al cabo de dos años de una inauguración de la que se seguramente se quieran borrar ahora las fotos, no solo no se ha conocido ningún cliente, sino que ni siquiera se tiene licencia ficha bancaria. En un consejo normal, si un director general presenta este proyecto y los resultados son así, se le pide el plan de viabilidad que presentó, qué estudio de mercado tenía, que plan A y qué plan B. Pero es que resulta que la oficina todavía estaba contratada hace unos meses y es la Caixa la que va a dejar de pagar el alquiler y rescindir el contrato. Porque cuando se abre una oficina hay que estudiar el mercado, la competencia, los pequeños negocios, las empresas y hasta los números de teléfono para ver en cuánto tiempo voy a hacer rentable esa oficina. Pero si me dedico a abrir 40 oficinas como si fuera un maratón..., ¿donde está el estudio previo? Y lo mismo se puede decir con la salida a Bolsa: se anunció que se iban a obtener 1.000 millones y al final fueron 600. Un error del 40% nada menos.
¿Qué le parece lo sucedido con Cervera y el supuesto intento de extorsión?
Los sucesos de Can hace tiempo que están tomando un triste matiz tragicómico. Siguiendo con la caricatura, ya solo nos falta que aparezca la cabeza de un caballo tristemente diseccionada sobre el capó del coche de alguien, en lugar de una cama de dormitorio. Nadie podrá decir que Cervera era una voz amable, sino discrepante con el rumbo de la caja. Aquí hay una mente maquiavélica. Nunca pienso que las cosas ocurren por casualidad.
Ha habido más casos, desde los relojes de regalo hasta las dietas...
Por algo menos que las dietas, el presidente Camps fue empapelado. El actual consejo formó una junta de entidades formada por políticos del Ayuntamiento y del Gobierno de Navarra, con 2.500 euros por reunión. Y con el presidente con carácter vitalicio, hasta los 75 años. Esto no ocurría ni con Franco. Pero la cosa no acaba aquí, sino que se nombra una junta permanente de la junta de entidades fundadoras, con Sanz, Miranda, Barcina y el alcalde de Pamplona. Y eran otros 2.500 euros por reunión. Y parece ser que algunos miembros del consejo ni siquiera conocían esto. Evidentemente Caja Navarra no es una empresa privada, pero si esto pasa en una empresa privada lo primero que sucede es que los responsables los ponen ante el juzgado por estafa o apropiación indebida.
Diario de Noticias
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