Dicen que Jaime Del Burgo ha sido nominado al Premio Príncipe de Viana de la Cultura. Enhorabuena. Mi felicitación a cuantos hayan impulsado la candidatura y hago votos para que sea el designado. Faltaría más.
No comprendo por qué algunos insidiosos se empecinan en relacionar a nuestro hombre con aquella escarda que en 1936 limpió Navarra de demócratas, rojos y separatistas. Pequeñeces. Yo prefiero recordarlo en sus horas gloriosas del franquismo, sobre todo ejerciendo de Delegado Provincial de Educación, velando como un padre por la salud moral y cultural de todos nosotros. Los archivos de todos los pueblos de Navarra, están llenos de sus órdenes, tijeretazos y prohibiciones sobre películas de cine, teatro, cantantes, libros... Nada se escapó a su noble celo inquisidor. Ya es hora que se lo reconozcan.
¿Recuerdan aquellos pataleos en los cines cuando se cortaba la película en el momento en que los protagonistas iban a darse un beso, o bajaba un escote, o subía una falda más arriba de la rodilla? Pues allí había estado la mano veloz de Del Burgo, salvándonos del pecado. Bien sabían de las duras sanciones del Delegado salas como el Teatro Gorriti de Tafalla, que tuvo que retirar toda la propaganda de El signo del zorro de Tyrone Power porque se leía: "El Zorro, amigo de los pobres, adorado por las mujeres, idolatrado por los hombres, temido por los tiranos". Demasiado sugerente para un Del Burgo.
Gracias a él se prohibieron canciones obscenas como el “Se va el caimán”, y muy especialmente aquellos versos: "A la criada de mi casa / se le quemó el delantal / si no vienen los bomberos / arde el cuarto principal". O aquella otra tan sugestiva de "Tápame, tápame tápame, que tengo frío / cómo quieres que te tape si yo no soy tu marido". Y lo mismo hizo con muchas otras, como La del Roncal, del maestro Gracia, Mariquita la traviesa; “Cómo te voy a querer”; “Bailando la Java” e incluso “Carita Gitana” por aquello que decía: "Cuando Dios acabó el cielo / se bebió un chato de Montilla..." Si censuraba hasta el flamenco, imaginemos lo que pasaba si alguien cantaba en vascuence.
¡Y qué me dicen del son cubano, tan salaz y lujurioso! En una carta manuscrita, Del Burgo se molestó incluso en transcribir las estrofas más pecadoras, aquellas que decían: “En Cuba estaba una negra sentada en su habitación y vio por un agujero salir un lindo ratón ¡Ay! que sube el ratón y te puede morder”. ¿Y de los libros?. ¿Qué me dicen de los libros?. Eran ya casi los años 60 cuando Del Burgo ordenaba a los pueblos navarros que, "con la mayor discreción", se retire de las librerías la obra “El Hombre, la mujer y el problema Sexual”. Más tarde ordenaba retirar de los kioskos el libro “Kinsey y la sexualidad”, de Daniel Guerin. ¿Para qué eso del sexo? Los niños los traía la cigüeña de París y gracias a Del Burgo los navarros nos evitamos saber esas marranadas...
Y es que un censor franquista que se precie, como un candidato al Premio Príncipe de Viana de Cultura, tiene que saber de libros. Aquella misma temporada se censuraron 41 libros, entre ellos nueve de Alejandro Dumas, incluso Los Tres Mosqueteros; dos de Víctor Hugo; Fantasmas Vascos de Pío Baroja y La Malquerida de Jacinto Benavente. No fueron muchos. Unos años antes se les había ido un poco la mano y de 32 bibliotecas navarras que fueron depuradas y adaptadas "al fiel sentimiento español" fueron retiradas buena parte de las obras de Baroja, Galdós, Pardo Bazán, Zorrilla, Tolstoy, Víctor Hugo, Tagore, Machado, Quevedo, Dostoyewski, Shakespeare... Hasta el Don Quijote de Cervantes fue retirado un tiempo, hasta que se probó su inocencia.
Pero todos estos méritos de Del Burgo en favor de la cultura no son nada si comparamos con su mayor hazaña intelectual, el pináculo de sus investigaciones. En su reciente Historia de Navarra, Del Burgo sigue manteniendo, pertinaz él, que el número de fusilados navarros tras el golpe militar de 1936 asciende a 678, a pesar de que los ignorantes de Altaffaylla Kultur Taldea editamos hace 15 años un libro con cerca de tres mil fusilados, con nombres, apellidos, lugar y fecha de nacimiento, número de hijos, oficios, lugares de fusilamiento. ¿Acaso no hace falta ser un genio para hacer desaparecer con una pluma a más de dos mil navarros?
Insisto: el Premio Príncipe de Viana de Cultura de Navarra debe ser entregado a Jaime Ignacio Del Burgo. Se lo merece él, y se lo merecen quienes lo han nominado, el Consejo de Cultura, el Gobierno foral que tenemos y toda la Navarra de esperpento y botijo que sufrimos. De perdidos al río. ¿No dijo Shakespeare que Navarra sería un día la admiración del mundo? Pues admirémonos.
Moret, Altadill, Campión, Olóriz, Iturralde, Próceres de la Patria ¿qué hemos hecho para merecer esto?.
Jose Mari Esparza Zabalegi
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