Conozco a Pitu, a Miguel Ángel Llamas, desde hace años. Me cae bien. Tiene sonrisa de buen chaval y humor de viejo cabrón. Con algunas de las cosas que publicaba en Apurtu.org estaba de acuerdo y con otras no. Pero, para el caso, da igual si lo conozco o no lo conozco; si me cae bien, mal o regular; si me gustaba todo o nada de lo que publicaba. Y el caso es denunciar que su situación, el que lo tengan preso en la cárcel de Valdemoro, es una puñetera injusticia.
Pitu lleva un año en prisión. Coordinaba la web apurtu.org, en la que defendía los derechos de los presos y denunciaba abusos policiales. La Audiencia Nacional cerró la web y lo encarceló. Le acusan de ser miembro de Askatasuna y, por lo tanto, de ETA. Alguien que ha ejercido una labor tanto periodística como política pública y notoria, que ha trabajado con teclados de ordenador y cámaras de vídeo, que no ha tocado un arma, es encarcelado por pertenencia a banda armada. A una banda armada que ya ha dicho adiós a las armas. La doctrina del todo es ETA cuando ETA ya no es ETA. La sinrazón elevada a la enésima potencia.
El juez Grande-Marlaska prohibió utilizar la expresión "preso político" en la multitudinaria manifestación del 7 de enero en Bilbao, con el fin de evitar "la tergiversación del lenguaje". Espero ansioso la detención de, por ejemplo, el ministro De Guindos, quien, al llamar a la recesión "periodo de crecimiento negativo", incurrió en un claro delito de tergiversación del lenguaje con agravante de eufemismo premeditado. O de el consejero Miranda, quien, al afirmar que "Navarra ya ha superado el cabo de Hornos de la crisis", perpetró un evidente delito de tergiversación del lenguaje con agravante de abuso de metáfora.
Al grano: alguien que, sin haber tocado un arma, está preso única y exclusivamente por su actividad política y periodística, es un preso político aquí y en la China popular. Denominarlo de otra manera sí que sería tergiversar el lenguaje. Y Pitu no es el único que se halla en esa situación. Veinte personas oriundas de Navarra están en prisión preventiva por pertenecer a organizaciones políticas ilegalizadas. Y algunos más permanecen encarcelados por la misma causa con sentencia firme. Denunciar, como hacía Pitu, este tipo de injusticias no puede ser delito.
Juan Kruz Lakasta, en Diario de Noticias
Pitu lleva un año en prisión. Coordinaba la web apurtu.org, en la que defendía los derechos de los presos y denunciaba abusos policiales. La Audiencia Nacional cerró la web y lo encarceló. Le acusan de ser miembro de Askatasuna y, por lo tanto, de ETA. Alguien que ha ejercido una labor tanto periodística como política pública y notoria, que ha trabajado con teclados de ordenador y cámaras de vídeo, que no ha tocado un arma, es encarcelado por pertenencia a banda armada. A una banda armada que ya ha dicho adiós a las armas. La doctrina del todo es ETA cuando ETA ya no es ETA. La sinrazón elevada a la enésima potencia.
El juez Grande-Marlaska prohibió utilizar la expresión "preso político" en la multitudinaria manifestación del 7 de enero en Bilbao, con el fin de evitar "la tergiversación del lenguaje". Espero ansioso la detención de, por ejemplo, el ministro De Guindos, quien, al llamar a la recesión "periodo de crecimiento negativo", incurrió en un claro delito de tergiversación del lenguaje con agravante de eufemismo premeditado. O de el consejero Miranda, quien, al afirmar que "Navarra ya ha superado el cabo de Hornos de la crisis", perpetró un evidente delito de tergiversación del lenguaje con agravante de abuso de metáfora.
Al grano: alguien que, sin haber tocado un arma, está preso única y exclusivamente por su actividad política y periodística, es un preso político aquí y en la China popular. Denominarlo de otra manera sí que sería tergiversar el lenguaje. Y Pitu no es el único que se halla en esa situación. Veinte personas oriundas de Navarra están en prisión preventiva por pertenecer a organizaciones políticas ilegalizadas. Y algunos más permanecen encarcelados por la misma causa con sentencia firme. Denunciar, como hacía Pitu, este tipo de injusticias no puede ser delito.
Juan Kruz Lakasta, en Diario de Noticias
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