Las informaciones parecen confirmar una tendencia recentralizadora, con un mayor control sobre las autonomías.
Lo hemos denunciado una y otra vez, y lo hicimos en campaña. Ya veníamos viéndolo desde la legislatura anterior, por los avisos de portavoces autorizados del PP. Apuntaban a esto, a que con la crisis como telón de fondo, y yo diría que como excusa, se iba a producir un proceso recentralizador, y esa es la razón por la que entendíamos los abertzales que debíamos rentabilizar nuestras posiciones en el Congreso. No hemos tardado ni dos meses en ver que se ha acabado produciendo, con el aviso de que el Gobierno central pretende dar el visto bueno a los presupuestos autonómicos. Esto, en el caso de los territorios forales, tendría guasa.
Puede ser una manera de forzar la voluntad de las comunidades de distinto signo político.
Y, sobre todo, la capacidad del Gobierno central de imponer, si en la principal herramienta económica de expresión política, que son los presupuestos, se le debe obediencia. Estaremos atacando al sistema medular de la autonomía de las comunidades autónomas en España, pero sobre todo estaremos empezando a cercar la capacidad de los territorios forales.
Y la foralidad puede ejercer resistencia.
Debiera hacerlo. Ahí también entra la acción política a la que están obligados las diputaciones forales y los gobiernos.
Acabamos de estrenar un año que tiene como reto lo económico, pero también gestionar el nuevo tiempo que deja el cese de ETA. ¿Qué se respira al respecto en Madrid?
La verdad es que hay una parte saludable importante, y satisfactoria, como es el hecho de que todas las expresiones políticas de los ciudadanos de la CAV y Navarra tienen cabida en el Congreso. Más allá de esto, hemos escuchado ya a quien dirige el Gobierno central y lo hace, además, con mayoría absoluta y, por lo tanto, con todas las herramientas a su disposición. Estamos viendo que su actitud no es todo lo efervescente que uno pudiera desear con respecto al proceso que se abre. Y hemos visto gestos, por ejemplo, como el del grupo parlamentario de Amaiur, que a uno le ha dejado mal sabor de boca.
Cierto es también que poco o casi nada le hemos escuchado al nuevo ministro del Interior.
Ciertamente, y tenemos que urgir tanto al titular de Interior como al titular de Justicia en materia de política penitenciaria.
Este periódico revela un boletín interno en el que ETA pide al colectivo de presos que se nieguen a pedir perdón y a reparar el daño causado.
Suena a más de lo mismo, a lenguaje rancio que hay que superar, y que yo espero que en el ámbito político en torno a declaraciones como la de Gernika se exija reconducir temas tan importantes como el de la memoria. El mínimo de reconocer el daño causado. Sin ese mínimo, difícilmente puede uno decir que empieza un tiempo nuevo.
Para este mes se espera una nueva reflexión. ¿Cree que se estará produciendo?
Es una cuestión fundamental. Ambas cuestiones, víctimas por supuesto, y también presos y acercamiento, así como finalizar con la dispersión, no pueden quedar condicionadas, ni mucho menos, a la existencia o no de un comunicado. Geroa Bai, y en su día NaBai, lo hemos solicitado en tiempos de tregua y en tiempos de no tregua.
Lo hemos denunciado una y otra vez, y lo hicimos en campaña. Ya veníamos viéndolo desde la legislatura anterior, por los avisos de portavoces autorizados del PP. Apuntaban a esto, a que con la crisis como telón de fondo, y yo diría que como excusa, se iba a producir un proceso recentralizador, y esa es la razón por la que entendíamos los abertzales que debíamos rentabilizar nuestras posiciones en el Congreso. No hemos tardado ni dos meses en ver que se ha acabado produciendo, con el aviso de que el Gobierno central pretende dar el visto bueno a los presupuestos autonómicos. Esto, en el caso de los territorios forales, tendría guasa.
Puede ser una manera de forzar la voluntad de las comunidades de distinto signo político.
Y, sobre todo, la capacidad del Gobierno central de imponer, si en la principal herramienta económica de expresión política, que son los presupuestos, se le debe obediencia. Estaremos atacando al sistema medular de la autonomía de las comunidades autónomas en España, pero sobre todo estaremos empezando a cercar la capacidad de los territorios forales.
Y la foralidad puede ejercer resistencia.
Debiera hacerlo. Ahí también entra la acción política a la que están obligados las diputaciones forales y los gobiernos.
Acabamos de estrenar un año que tiene como reto lo económico, pero también gestionar el nuevo tiempo que deja el cese de ETA. ¿Qué se respira al respecto en Madrid?
La verdad es que hay una parte saludable importante, y satisfactoria, como es el hecho de que todas las expresiones políticas de los ciudadanos de la CAV y Navarra tienen cabida en el Congreso. Más allá de esto, hemos escuchado ya a quien dirige el Gobierno central y lo hace, además, con mayoría absoluta y, por lo tanto, con todas las herramientas a su disposición. Estamos viendo que su actitud no es todo lo efervescente que uno pudiera desear con respecto al proceso que se abre. Y hemos visto gestos, por ejemplo, como el del grupo parlamentario de Amaiur, que a uno le ha dejado mal sabor de boca.
Cierto es también que poco o casi nada le hemos escuchado al nuevo ministro del Interior.
Ciertamente, y tenemos que urgir tanto al titular de Interior como al titular de Justicia en materia de política penitenciaria.
Este periódico revela un boletín interno en el que ETA pide al colectivo de presos que se nieguen a pedir perdón y a reparar el daño causado.
Suena a más de lo mismo, a lenguaje rancio que hay que superar, y que yo espero que en el ámbito político en torno a declaraciones como la de Gernika se exija reconducir temas tan importantes como el de la memoria. El mínimo de reconocer el daño causado. Sin ese mínimo, difícilmente puede uno decir que empieza un tiempo nuevo.
Para este mes se espera una nueva reflexión. ¿Cree que se estará produciendo?
Es una cuestión fundamental. Ambas cuestiones, víctimas por supuesto, y también presos y acercamiento, así como finalizar con la dispersión, no pueden quedar condicionadas, ni mucho menos, a la existencia o no de un comunicado. Geroa Bai, y en su día NaBai, lo hemos solicitado en tiempos de tregua y en tiempos de no tregua.
Diario de Noticias
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