Con la absorción de La Sexta por parte de Antena 3 el pasado 14 de diciembre, el mapa televisivo español retorna a la situación de comienzos de los años noventa del siglo pasado, cuando se autorizaron las emisiones de la televisión privada en España. Dos cadenas en abierto: Antena3 y Telecinco5; el resto en manos de los gobiernos central o autonómicos.
La vuelta a la situación de duopolio en el ámbito de las privadas tiene, no obstante, un matiz importante como se ha encargado de denunciar la Asociación Española de Anunciantes (AEA): TVE competía entonces por el mercado publicitario, ahora estas dos compañías (Antena3 y Tele5) controlarán un 85%, de la facturación publicitaria en televisión en toda España.
La AEA considera que la fusión «agravará la ya deteriorada competencia en el sector» y nos aproxima al modelo italiano (84,9% de concentración), frente a lo que ocurre en Alemania (77%), Francia (59,6%) o el Reino Unido (66,4%).
La vuelta a la situación de duopolio en el ámbito de las privadas tiene, no obstante, un matiz importante como se ha encargado de denunciar la Asociación Española de Anunciantes (AEA): TVE competía entonces por el mercado publicitario, ahora estas dos compañías (Antena3 y Tele5) controlarán un 85%, de la facturación publicitaria en televisión en toda España.
La AEA considera que la fusión «agravará la ya deteriorada competencia en el sector» y nos aproxima al modelo italiano (84,9% de concentración), frente a lo que ocurre en Alemania (77%), Francia (59,6%) o el Reino Unido (66,4%).
Como asegura el profesor Ferrán Tomás Olalla de la Universidad Pompeu Fabra: “El pluralismo aplicado a los medios de comunicación audiovisual se manifiesta en la posibilidad de todo ciudadano por acceder de manera equitativa al máximo de opiniones, ideas e informaciones; el pluralismo es un valor que asegura a los ciudadanos la diversidad informativa. Esta no se refiere exclusivamente a les informaciones políticas si no a todo tipo de programas y contenidos, ya que son todos estos, en su conjunto, los que construyen la imagen de la sociedad que los medios devuelven a sus ciudadanos, imagen que les permitirá forjarse una opinión y asimilar determinados valores. La calidad de la democracia se mediará por la pluralidad y libertad en que se desarrolle este proceso".
Tras la fusión entre Telecinco (Berlusconi- Mediaset) y La Cuatro (Prisa) -acuerdo inimaginable hace pocos años- la empresa editora que publicaba en España las fotografías de la mansión donde el primer ministro italiano recibía a sus invitados y los cubría de todo tipo de agasajos sexuales, se alía con el buque insignia empresarial del italiano, que no había ahorrado insultos contra ellos y sus prácticas periodísticas. La fusión empresarial a la par de las consecuencias que para los trabajadores del medio de Prisa tuvieron, en forma de despidos y traslados, visualizó en la opinión pública hacia donde nos dirigimos en el mundo de la televisión: un canal de prestigio y riguroso como CNN+ fue inmediatamente sustituido en su misma frecuencia en todos los hogares españoles por una basura infecta como es el Gran Hermano durante todo el día.
Por lo tanto retornamos al pasado, o peor nos acercamos a un modelo italiano de concentración de la información en televisión en una sola mano. De facto y a través de las televisiones públicas -del gobierno sería más exacto decir- y de las privadas, se defenderán los mismos intereses tanto políticos como económicos. La televisión, no lo olvidemos, es el principal canal de información de los españoles. Los españoles pasamos más de cuatro horas al día delante del televisor, al tiempo que tenemos uno de los más bajos índices de lectura de prensa de la UE, solo superada por Italia Grecia y Portugal. La circulación media de la prensa en las naciones de la Unión Europea es de 216,9 ejemplares por mil habitantes, algo más del doble de la de España. Al margen de interpretaciones sociológicas que expliquen este dato lo cierto es que aquéllos países que estamos a la cola de Europa en políticas sociales y desarrollo económico también lo estamos en pluralidad en el acceso a la información y en pluralismo en los medios. Todos los grandes periódicos, emisoras de radio o canales de televisión forman parte de conglomerados empresariales: ejemplo como Le Monde en Francia sería impensable en el panorama de los medios en la España de hoy.
El profesor Olalla añadía en su artículo: “Desde el punto de vista de las ciencias de la comunicación, lo que realmente determina el pluralismo son los contenidos, la variedad de informaciones, ideas, opiniones y modelos de vida que reflejan los medios de comunicación en una determinada sociedad, y el derecho de todos los ciudadanos a acceder a estos contenidos en igualdad de condiciones. Sería el pluralismo social real ante el pluralismo empresarial que defiende el Derecho de la Competencia”.
Ese pluralismo social desaparece cuando comprobamos como los grandes medios y sus empresas editoras entrecruzan intereses a través de complejas redes de de conexión: relaciones con la banca para financiar las deudas producto de aventuras fallidas ; relación con los grandes anunciantes, que en muchos casos blindan su posición en estos medios, con grandes campañas publicitarias fundamentales para el sostenimiento de los medios: el caso de El Corte Inglés y el excelente trato que recibe por parte de la prensa española es suficientemente ilustrativo, el cuidado con el que se trata a las grandes empresas automovilísticas, por no hablar de la banca al fin y a la postre esta participa de la mayoría de la titularidad de los grandes medios sea de forma directa (participando en el accionariado) o indirecta (el caso de Prisa, donde 35 bancos han renegociado la deuda de más de 3000 millones de euros de este grupo). La independencia queda suspendida por la dependencia extrema de estas empresas a los grandes grupos financieros ¿Quién se arriesga a enfadar a su avalista? Los distintos poderes territoriales: ayuntamientos, Diputaciones o CCAA, son la garantía de la supervivencia para muchos de estos medios a cambio de un trato “considerado” hacia los responsables de estas instituciones. Campañas de publicidad prácticamente continuas muchos medios verían muy comprometida su continuidad.
Tras la fusión entre Telecinco (Berlusconi- Mediaset) y La Cuatro (Prisa) -acuerdo inimaginable hace pocos años- la empresa editora que publicaba en España las fotografías de la mansión donde el primer ministro italiano recibía a sus invitados y los cubría de todo tipo de agasajos sexuales, se alía con el buque insignia empresarial del italiano, que no había ahorrado insultos contra ellos y sus prácticas periodísticas. La fusión empresarial a la par de las consecuencias que para los trabajadores del medio de Prisa tuvieron, en forma de despidos y traslados, visualizó en la opinión pública hacia donde nos dirigimos en el mundo de la televisión: un canal de prestigio y riguroso como CNN+ fue inmediatamente sustituido en su misma frecuencia en todos los hogares españoles por una basura infecta como es el Gran Hermano durante todo el día.
Por lo tanto retornamos al pasado, o peor nos acercamos a un modelo italiano de concentración de la información en televisión en una sola mano. De facto y a través de las televisiones públicas -del gobierno sería más exacto decir- y de las privadas, se defenderán los mismos intereses tanto políticos como económicos. La televisión, no lo olvidemos, es el principal canal de información de los españoles. Los españoles pasamos más de cuatro horas al día delante del televisor, al tiempo que tenemos uno de los más bajos índices de lectura de prensa de la UE, solo superada por Italia Grecia y Portugal. La circulación media de la prensa en las naciones de la Unión Europea es de 216,9 ejemplares por mil habitantes, algo más del doble de la de España. Al margen de interpretaciones sociológicas que expliquen este dato lo cierto es que aquéllos países que estamos a la cola de Europa en políticas sociales y desarrollo económico también lo estamos en pluralidad en el acceso a la información y en pluralismo en los medios. Todos los grandes periódicos, emisoras de radio o canales de televisión forman parte de conglomerados empresariales: ejemplo como Le Monde en Francia sería impensable en el panorama de los medios en la España de hoy.
El profesor Olalla añadía en su artículo: “Desde el punto de vista de las ciencias de la comunicación, lo que realmente determina el pluralismo son los contenidos, la variedad de informaciones, ideas, opiniones y modelos de vida que reflejan los medios de comunicación en una determinada sociedad, y el derecho de todos los ciudadanos a acceder a estos contenidos en igualdad de condiciones. Sería el pluralismo social real ante el pluralismo empresarial que defiende el Derecho de la Competencia”.
Ese pluralismo social desaparece cuando comprobamos como los grandes medios y sus empresas editoras entrecruzan intereses a través de complejas redes de de conexión: relaciones con la banca para financiar las deudas producto de aventuras fallidas ; relación con los grandes anunciantes, que en muchos casos blindan su posición en estos medios, con grandes campañas publicitarias fundamentales para el sostenimiento de los medios: el caso de El Corte Inglés y el excelente trato que recibe por parte de la prensa española es suficientemente ilustrativo, el cuidado con el que se trata a las grandes empresas automovilísticas, por no hablar de la banca al fin y a la postre esta participa de la mayoría de la titularidad de los grandes medios sea de forma directa (participando en el accionariado) o indirecta (el caso de Prisa, donde 35 bancos han renegociado la deuda de más de 3000 millones de euros de este grupo). La independencia queda suspendida por la dependencia extrema de estas empresas a los grandes grupos financieros ¿Quién se arriesga a enfadar a su avalista? Los distintos poderes territoriales: ayuntamientos, Diputaciones o CCAA, son la garantía de la supervivencia para muchos de estos medios a cambio de un trato “considerado” hacia los responsables de estas instituciones. Campañas de publicidad prácticamente continuas muchos medios verían muy comprometida su continuidad.
Los intentos de grupos de intereses en presionar al poder político a través de su participación en grupos mediáticos ha sido practica común en estos últimos años: la creación de Onda Cero por la Once de Miguel de Duran, su desembarco en la prensa escrita (El Independiente) poniendo esos medios al servicio del gobierno de turno es un buen modelo. Los casos de Cataluña y País Vasco, y la relación entre sus instituciones autonómicas y provinciales con los medios de ambos territorios, son muy ilustrativos en torno a este cruce de intereses político-empresariales.
La limitación que esta dependencia implica a la libertad de crítica y de información no se escapa a ningún observador medianamente avisado. Las grandes sociedades empresariales y los principales grupos financieros blindan las informaciones que sobre ellos dan los medios de comunicación al ser en muchos casos el soporte fundamental de la economía de estas empresas.
En las sociedades de opinión pública el papel de los medios de información es esencial a la hora de conformar una opinión razonada. El poder de los medios de atraer la atención hacia ciertos temas creando los marcos de análisis e interpretación de estos en la sociedad no son ajenos a la defensa de intereses que se alejarían del principio de independencia y pluralidad que serían exigible.
El emerger de internet y su expansión, sobre todo entre los jóvenes, abre una puerta, tal vez la última, hacia esa pluralidad de fuentes que hace años vemos en peligro.
Jacinto Uribe, en La Antorcha de la Información
1 comentario:
Un gran artículo, es evidente que todo está manipulado y la información está sesgada por las poderosas multinacionales. Ahora sólo queda esperar a que su avaricia y la codicia, rompa el saco y nos arrastre hacia algún desastre.
Saludos
Juan
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