sábado, 15 de octubre de 2011

CONFERENCIA INTERNACIONAL Y PAZ

La denominada Conferencia Internacional para Promover la Resolución del Conflicto en el País Vasco se ha convertido en motivo de confrontación entre algunas formaciones políticas. La izquierda abertzale tiene tan clara su opinión sobre la bondad y la necesidad del evento, que uno tiene la convicción de que desde el inicio han estado en el propio núcleo de los ‘paridores’ de la iniciativa, como otro de los actos solemnes recogidos en la agenda sobre el anuncio programado del cese definitivo de la violencia. No digo que sea malo ni negativo; más bien al contrario. Pienso que los que han de anunciarnos la decisión que desde hace años les ha exigido la sociedad vasca, necesitan ahora de esta coreografía para contextualizar –léase digerir- mejor el ‘adiós a las armas’, con una cuenta de resultados políticos de suma cero. Cuando la izquierda abertzale nos dice que la decisión del fin de la estrategia armada es irreversible y definitiva, tal manifestación constituye una auténtica enmienda a la tesis sostenida durante décadas en las que se decía y repetía que ‘la lucha armada era una consecuencia directa del conflicto que enfrentaba a Euskal Herria con el Estado, y que solo en un marco de resolución definitiva de ese conflicto se podría lograr el fin de la actividad armada de ETA’. Pues bien, parece ser que los hechos van a confirmar lo contrario; es decir, que el conflicto político planteado en los términos que lo ha hecho la izquierda abertzale seguirá estando presente, y, sin embargo, la estrategia armada desaparecerá. Este es el gran triunfo de la política y la democracia sobre la violencia y la imposición militarista. Es el triunfo de la voluntad de la mayoría de los vascos sobre la obstinación de aquellos vascos que desde la política y desde el apoyo electoral seguían justificando la estrategia que combinaba ‘bombas y votos’. Pero es también el triunfo de aquellos como Otegi y Rafa Díez que han comprendido que tenía que ser la propia izquierda abertzale la que debía romper el ‘cordón umbilical’, la que debía tomar la delantera a ETA y asumir que le correspondía a ella tomar la dirección política y tratar de convencer a ETA de que el cese definitivo de la violencia tenía que ser el resultado de una decisión unilateral, irreversible y no condicionada. Si la gran decisión sobre está ya adoptada por quien puede tomarla, me parece bien que se les ‘ayude’ en su exposición pública con eventos como el de la Conferencia Internacional, donde se le requerirá a ETA para que declare el cese definitivo de la violencia, pero también a buen seguro se instará a los poderes del Estado a que en atención a la nueva situación adopten las medidas necesarias en materia de política penitenciaria, legalización, … a fin de que el cese definitivo traiga consigo el posterior anuncio de la disolución. Sin embargo, estos acontecimientos pueden ser aprovechados por algunos ‘ilustres’ más para enredar que para facilitar las cosas. Eso podría suceder, por ejemplo, si se vincularan necesariamente los dos requerimientos, de forma que ETA y sus entornos pudieran entender que el requisito sobre el anuncio del cese definitivo está unido necesariamente al anuncio por parte del gobierno de su disposición favorable a tomar las medidas en las materias requeridas. Tal enfoque, lejos de ayudar podría entorpecer el ambiente y retrasar todas las decisiones, también las del Gobierno. Es obvio que para la izquierda abertzale la conferencia de Donostia representa su gran plataforma cara a las elecciones. Tampoco presenta dudas la posición del PNV que de manera indubitada se ha posicionado claramente a favor del acto, por considerarlo un ‘hito’ para la paz. Es obvio que los jeltzales disponen de información sobre lo que viene después del acto del lunes y ello les despeja cualquier duda sobre la conveniencia de estar o no estar. Una vez más los socialistas vascos se muestran dubitativos. Si las claves que se utilizaran para la decisión fuesen únicamente las de la sociedad vasca, las del PSE, por decirlo de otra manera, seguramente la decisión de participación servía más firme. La reacción del PP me parece harina de otro costal.

Xabier Gurrutxaga

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