Nadie sabe qué debe de pasar en el seno de este partido para evitar su propia bancarrota ideológica y política, para acabar siendo un partido residual, un resto de serie sin ningún atractivo electoral. Ahí está el cataclismo socialista en todo el reino de España. Y es que si el socialismo español ha entrado en barrena, el socialismo navarro hace tiempo que lleva ensayando el harakiri. Se han dado razones a manta para explicar la involución socialista en esta tierra de sacrosanta gobernabilidad y estabilidad foral a costa de no pocas prebendas y canonjías en su haber; para explicar su abandono, no ya de clase, sino incluso de la socialdemocracia más insípida del mercado. Y ellos mismos, los socialistas, tratan de explicar, sin ninguna convicción, por qué colaboran con la derecha, no solo en su sostenimiento, sino en su perpetuación. Aluden, sin decirlo claramente, a la estabilidad política, a la gobernabilidad de Navarra, al sostenimiento inexcusable del constitucionalismo, a la necesaria garantía de la foralidad y al preventivo bloqueo nacionalista en Navarra, aún siendo ésta la segunda fuerza electoral. Quién sabe, quizás detrás de estas razones, tan absolutamente corrompidas, se escondan otras de menos pomposidad. Otras menos sospechadas y quizás más inconfesables. Sea como sea, los socialistas navarros saben que esto tiene un precio. Porque una gran parte de su electorado les ha abandonado. Pero aún así deciden inmolarse, seguir ofreciéndose en sacrificio a una derecha que les estrangula políticamente sin rubor alguno; que incluso se apropia de su espacio electoral, de su lenguaje y formas reblandecidas en un mercado donde el populismo más bastardo gana por goleada. Sin embargo, ofrecen a UPN su propia derrota a cambio de su irrecuperable salvación. Pura agnosia política.
No creo que esta nueva traición a la memoria y a las bases socialistas, en el caso más que probable que el PSN facilite una nueva legislatura a UPN, tenga fácil explicación. Al menos política. El socialismo navarro está condenado a ser un partido residual, superado ampliamente en su rol de oposición por el triángulo Nabai-Bildu-Izquierda-Ezkerra y sin ninguna opción estratégica no contemplada en la hoja de ruta de la derecha envalentonada. Pero tampoco lo tienen fácil participando de un gobierno de coalición con UPN. Porque éste impondrá sus reglas draconianas y marcará sus propias maniobras asfixiando los pocos arrestos de oposición que le queden a este socialismo a la deriva.
Paco Roda
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